🚆💡 De los trenes de Londres a la IA: Lo que el mercado (des)regulado nos enseña sobre la tecnología.
El pasado fin de semana hice una escapada a Londres con la familia y hubo algo que me sorprendió enormemente: el precio del transporte público, en particular el tren.
Comparado con España, los billetes en Reino Unido son desproporcionadamente caros. No es casualidad. En los años 90, Margaret Thatcher impulsó la privatización de los ferrocarriles británicos, y hoy su sistema es uno de los más caros y fragmentados de Europa.
Este dilema entre lo público y lo privado, entre lo abierto y lo cerrado, no solo se manifiesta en el transporte. Es una constante en la evolución de la tecnología y la sociedad.
🚗 El problema de los incentivos mal diseñados
El transporte público en Londres es tan caro que ir al trabajo en coche puede ser más económico, lo cual genera efectos colaterales evidentes: más tráfico y congestión, mayor desgaste de infraestructuras viales,...
Un mercado sin intervención ni regulación ha llevado a que el incentivo económico favorezca el uso del coche sobre el tren. Y cuando el incentivo está mal diseñado, el comportamiento colectivo lo refleja.
Pero este no es solo un problema del transporte. También sucede en el mundo digital.
El internet que conocemos hoy no habría sido posible sin una base de protocolos abiertos y sin permisos. Desde su nacimiento, internet fue libre y descentralizado. No había que pedir permiso a ninguna empresa o gobierno para crear una página web o intercambiar información. Pero algo cambió. Las plataformas ganaron terreno.
La pregunta clave es: ¿Hacia dónde vamos?
La revolución actual de la IA no habría sido posible sin la apertura.
Este es un claro ejemplo de cómo la apertura impulsa el progreso tecnológico. Pero, ¿qué pasa cuando las grandes empresas intentan volver a cerrar el acceso a la tecnología
Hoy, el control de internet está en manos de unas pocas corporaciones. Pero Blockchain busca devolver la propiedad a los usuarios, permitiendo que la información, las transacciones y los contenidos sean de quienes los crean, sin intermediarios.
Blockchain podría ser la respuesta a este problema. Pero, como todo, dependerá de si se mantiene fiel a sus principios originales o si, como en el caso de los trenes en Reino Unido, se convierte en otra infraestructura privatizada con tarifas prohibitivas.
Pero, te has planteado alguna vez la siguiente pregunta: ¿De quién es internet?
Si tratamos el agua, la naturaleza y el arte como patrimonio de la humanidad, ¿no deberíamos hacer lo mismo con internet y la información digital?
Internet no es un recurso natural, pero sí es una de las creaciones más valiosas de la humanidad. Y la pregunta que deberíamos hacernos es:
📌 ¿Estamos dispuestos a protegerlo como un bien universal?📌 ¿O seguiremos permitiendo que su destino quede en manos de unas pocas corporaciones?
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