Sabías que…
El 19 de noviembre de 1863, Abraham Lincoln subió a un pequeño estrado en Gettysburg.
No era el orador principal.
De hecho, su intervención fue vista como una nota secundaria del evento.
Frente a una multitud agotada por una guerra civil brutal, Lincoln habló durante menos de tres minutos.
Dijo 272 palabras.
Pero esas 272 palabras no solo definieron una batalla.
Redefinieron una nación. Y es que pocas veces un cierre ha dicho tanto.
“El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo…”
Pocas veces una frase ha resonado tanto tiempo, en tantos lugares, con tanta fuerza.
Y sin embargo, Lincoln creía que “el mundo notará poco, ni mucho tiempo recordará lo que decimos aquí”.
Se equivocó.
Lo que dijo allí se ha convertido en parte del ADN de cualquier democracia moderna.
Ha sido citado en discursos presidenciales, en sentencias judiciales, en pancartas, en muros.
Incluso figura, casi palabra por palabra, en la Constitución de la Quinta República Francesa.
Pero hoy, más de 160 años después…
¿Qué batallas estamos librando nosotros?
No hay esclavitud formal, pero hay millones atrapados en algoritmos que no entienden.
No hay campos de batalla con bayonetas y trincheras, pero hay guerras silenciosas por el control del trabajo, del conocimiento… y de la verdad.
La IA no lleva uniforme, pero redefine quién tiene poder y quién no.
Las nuevas “plantaciones” son sistemas opacos donde unos pocos entrenan modelos con el trabajo de muchos.
Sin crédito.
Sin voz.
Sin voto.
Y tú, ¿de qué lado estás?
Igual que en tiempos de Lincoln, estamos ante una encrucijada.
En su época, la Declaración de Independencia y su promesa de igualdad chocaban contra la esclavitud estructural.
Hoy, la Carta de Derechos Humanos de la ONU y nuestras constituciones prometen dignidad, privacidad y libertad. Por no hablar de la que tenemos liada con la RIA, la DSA o la DMA.
Pero muchos modelos de IA aprenden sin consentimiento, automatizan sin compasión y concentran poder en lugar de repartirlo.
No lo digo por dramatizar.
Lo digo porque ya empieza a oler a nuevo contrato social. O al menos a replantearnos el actual.
Como en 1863, necesitamos que alguien diga algo que importe.
Alguien que recuerde para qué estamos construyendo todo esto.
Quizá tú.
No hace falta que seas Lincoln.
Pero sí que elijas tus 272 palabras con cuidado.
Porque el mundo está lleno de discursos huecos, de hilos de LinkedIn, de manifestaciones de principios que no se traducen en decisiones.
Y cada vez hay menos personas capaces de tocar la fibra, no con ruido, sino con verdad.
La democracia, si quiere sobrevivir en la era de la IA, no puede quedarse en un sistema de votaciones cada cuatro años.
Tiene que ser una cultura diaria.
Un contrato entre personas… y entre personas y máquinas.
Un pacto ético sobre qué puede hacerse, qué debe hacerse, y qué no debería hacerse aunque se pueda.
Lincoln dijo que “estos muertos no dieron su vida en vano”.
Nosotros no tenemos que morir.
Pero sí despertar.
A lo que está en juego.
A lo que aún podemos construir.
Y a lo que podemos perder si nos quedamos callados.
Que nunca te falten ideas, ni ganas de probarlas.
A.
PD: Si quieres leer entero el Discurso de Abraham Lincoln en Gettysburg. Lo tienes en la wikipedia. Son 272 palabras. Pero si prestas atención, hay condensado los anhelos de una generación. Y quizá… una hoja de ruta para la nuestra.
PD2: Si te interesa cómo se reescriben hoy las reglas del poder, la libertad y el trabajo con IA, estate atento a los próximos correos. Estamos solo en el prólogo.