Cómo la tecnología cambió la forma en que vemos la creatividad
Del "hacking" al arte: El surgimiento de una nueva cultura digital
Esta semana, después de hacer una pausa la semana pasada, retomamos la miniserie sobre la creatividad, y en este caso vamos a hablar de creatividad aplicada, en concreto, la creatividad aplicada a la tecnología. Por ello, te traigo algunos aprendizajes del libro de Paul Graham, "Hackers and Painters".
El libro "Hackers and Painters" de Paul Graham explora la intersección entre el arte y la programación y cómo ambas disciplinas se influyen mutuamente. El autor sostiene que los hackers y los pintores comparten ciertas cualidades, como la habilidad para ver el mundo de manera diferente y la capacidad para crear algo nuevo a partir de lo que ya existe.
Al igual que los artistas, los buenos programadores se centran en crear grandes cosas, y las posibilidades de lo que puedes hacer son prácticamente ilimitadas.
Graham argumenta que la programación es un tipo de arte, en el sentido de que los programadores crean algo nuevo a partir de la nada utilizando herramientas y lenguajes específicos. Además, sostiene que la programación es una de las pocas disciplinas que permiten a alguien crear algo de valor y distribuirlo a gran escala sin necesidad de grandes recursos o capital.
Pero en los últimos meses, las IA generativas han dado una vuelta de tuerca adicional a la creatividad a través de la tecnología, gracias a un modelo de lenguaje que predice la probabilidad de que las palabras se sucedan en un frase, emulando una conversación o texto escrito por humanos.
Dicho modelo puede ser aplicado como herramienta para muchos fines, desde hacer los deberes de la universidad, hasta responder correos electrónicos, hacer el acta de una reunión, crear fórmulas de una hoja de cálculo, o incluso programar.
Lo más sorprendente es que estos modelos de aprendizaje profundo no supervisado han sido capaces de poner en jaque tareas que a priori habíamos asumido como sociedad que estarían reservadas para los humanos, como aquellas más vinculadas a la creatividad y expresión artística. Herramientas como Dall-e, Mi Journey o Stable Diffusion, han desmontado esta creencia en unos pocos meses.
Pero lo más alucinante de este punto, es que no solo son capaces de plasmar ideas que querramos desarrollar en nuestra cabeza a través de texto, imagen y en breve video, sino que un reciente estudio de la Universidad Humboldt ha demostrado que incluso son más creativas que los humanos. Desmontando la creencia de que la Inteligencia Artificial no puede ser creativa.
Para ello, los autores del estudio (Jennifer Haase y Paul H. P. Hanel) pusieron a prueba las ideas generadas por humanos con las generadas por seis chatbots de Inteligencia Artificial Generativa (GAI): alpa.ai, Copy.ai, ChatGPT (versiones 3 y 4), Studio.ai y YouChat.
Los humanos y una IA entrenada específicamente evaluaron de forma independiente la calidad y cantidad de las ideas. No encontraron diferencias cualitativas entre la creatividad generada por la IA y la generada por humanos, aunque sí en la forma de generar las ideas.
Un dato curioso es que solo menos del 10% de los humanos que participaron en el estudio fueron capaces de ser más creativos que el chatbot más creativo de todos los analizados (GPT-3).
Así que profundicemos un poco más en cómo la creatividad y la tecnología pueden ayudarnos a crear una sociedad mejor.
Suscríbete para leer esta y otras muchas historias sobre innovación, tecnología y negocios.
¿Qué crees que tienen en común la moda y la moral?
A primera vista, no mucho. Pero ambos fenómenos tiene en común dos factores, un lugar determinando y una época.
Obviamente, el sentido de la moda o buen gusto, está ligado a una época concreta. Para ser consciente de ello, no hay nada mejor que mirar fotos de los años 90 o inclusive peor, ver a tus padres en los 60s con pantalones de campana.
Antes del inicio de la globalización, el pasado siglo, este fenómeno era mucho más evidente. Pero inclusive hoy en día, la moda acaba teniendo representaciones muy locales. Busca sino en internet, imágenes de Japón, aún hoy puede asombrarse de lo que está de moda allí también.
Sorprendentemente la moral es igual de temporal y dependiente del lugar. Estas modas morales afectan a todo un espectro de cuestiones, incluyendo cómo debes tratar a otras personas y qué valores aprecias más. Sólo hace falta traer un par de ejemplos, para ver que la esclavitud o el nazismo, no está tan lejos en el tiempo de nuestra sociedad actual, pero sí de nuestros valores y principios actuales.
Sin embargo, según Graham, hay un colectivo que es inmune a ambas cuestiones, los “nerds” o empollones.
Pero estos empollones también suelen tener un lado creativo, no al más puro estilo de Vicent Van Gogh o Beethoven. Y su derivada y evolución máxima son los hackers, hay algunos que han transcendido y han llegado al público general como es el caso de Chema Alonso (@chemaalonso).
El caso de Chema es un buen ejemplo, ya que su lado más artístico es también algo palpable en su comunicación, a nivel de marca personal, el gorro es parte inseparable del personaje que ha construido. Pero también su gusto por los cómics o la animación, son otra faceta tremendamente creativa más allá del bit o el byte, que comparte a través de su famoso blog, El lado del mal.
Paul Graham hizo el camino contrario, se licenció en Filosofía en la Universidad de Cornell, luego se doctoró en ciencias aplicadas en Harvard y más adelante estudió pintura en la Escuela de Diseño de Rhode Island y en la Accademia di Belle Arti en Florencia.
Pero volvamos al punto de encuentro de estos perfiles tan diferentes, tanto los hackers como los pintores se parecen en el sentido de que ambos resuelven problemas creando conceptos más que aplicándolos.
Hace años programar era escribir en un papel, revisar y probar en el ordenador. Paul Graham prefirió dar otro enfoque más artístico al proceso, resolviendo los problemas a medida que surgían al igual que un pintor hace en el lienzo. Además, tanto los hackers como los pintores, producen obras de valor abstracto que se miden por cuanto gustan a la gente, ya sea por satisfacer necesidades o por agradar al público.
Te has planteado alguna vez que pueden tener en común Easy Rider y la programación informática, a priori son mundos muy distantes. No me imagino a Bill Gates cabalgando a lomos de su Harley por las carreteras de los estados del sur de los EE.UU. Sin embargo los hackers siempre han estado al borde de la legalidad, su curiosidad les ha hecho traspasar en más de alguna ocasión la barrera de lo que marca la ley, en lo relativo al copyright o inclusive entrando en propiedad ajena, saltándose las reglas de seguridad de diferentes organizaciones, por el mero hecho del reto intelectual que les provocaba.
Ser rebelde significa cuestionar la autoridad, ya sea la del gobierno o la de tus colegas de profesión. Y cuestionar las ideas establecidas es la única manera de llegar a ideas innovadoras, un requisito previo muy necesario para llegar a desarrollar código de calidad. Ya hemos mencionado en alguna otra edición a Aaron Swartz, al cual dedicaremos en breve una edición de esta newsletter. Aaron es un ejemplo de libro de este tipo de perfiles.
La mayoría de los hackers son empollones en el sentido de que son personas inteligentes a las que no les importan mucho las convenciones sociales, por lo que son especialmente hábiles a la hora de cuestionarlo todo... y luego “mejorarlo”.
También he escuchad a muchos de ellos mencionar otra característica común a todos ellos, y es la pereza o vaguería, esta les ayuda a crear código de calidad para tener que realizar tareas repetitivas o aburridas. Es mucho más retador el ejercicio de automatizar algo, que pensar en una tarea que deberían repetir cientos de veces.
Cuando los empollones se adueñaron del mundo de los negocios
Solo hace falta mirar el ranking de la mayores empresas del mundo, para darse cuenta que estamos en manos de los nerds.
Según Graham, si eres un buen programador, deberías considerar fundar tu propia empresa ya que crear una empresa es una de las formas más rápidas de hacerse rico. Trabajar para una gran empresa no aumentará sustancialmente tu salario por mucho que trabajes, pero al fundar una start-up, cada hora de trabajo dedicada aumentará las probabilidades de éxito y un buen sueldo. Como te decía Graham lo vivié en ssus propias carnes con Viaweb.
Este mismo pensamiento es sostenido por otro gran referente del mundo del Venture Capital, del que ya hablé en el podcast de Caminos de Knowmad, Naval Ravikant.
Para mucha gente este puede ser un planteamiento equivocado, la concentración de la riqueza siempre ha sido un tema polémico, según el autor. En realidad, concentrar la riqueza no sólo es justo, sino que es bueno para todos.
Cómo también puedes leer en el famoso hilo 🧵 de Naval, riqueza no es lo mismo que dinero. La riqueza constituye las cosas que la gente quiere, impacto, repercusión, popularidad, salud,… Mientras que el dinero es sólo el medio material a través del que mucha gente intercambia su tiempor y capacidad de trabajo por riqueza.
Teniendo en cuenta esta distinción, es obvio que la riqueza puede ser creada por cualquiera, sin tener que disminuir la de los demás.
Para mí, este siempre ha sido un dilema moral. Por ejemplo, si trabajas diez veces más en tu empresa que el empleado medio, ¿no es justo que ganes diez veces más?
Sobre todo si al hacerlo creas un producto del que todos puedan disfrutar y beneficiarse. Yo en concreto creo que quién más aporta más debería recibir.
Sin embargo, mi dilema moral aparece por ejemplo en empresas cotizadas. Por ejemplo, ¿el presidente de una emprea del Ibex debería ganar 150 veces el sueldo medio de sus trabajadores? En este caso no lo veo, puedo entender que un Amancio Ortega, Jeff Bezos o Bill Gates, puedan a llegar a estos multiplicadores, al fin y al cabo, “la empresa es suya”, pero en empresas donde el presidente es un cargo elegido por el consejo (no deja de ser un asalariado) o el máximo accionista tiene un 5% del todal de las acciones, ni lo veo ni lo entiendo.
Si te gusta lo que estas leyendo, no olvides que también tienes la versión audio en mi podcast.
La prueba de fuego, el test de usuario
El éxito de una empresa depende de encontrar algo que su usuario final esté dispuesto a pagar para resolver un problema, pero también es importante la experiencia y cómo se resuelve ese problema. Por ejemplo, Jane Austen utilizaba este enfoque al leer sus obras en voz alta a su familia para recibir sugerencias antes de finalizarlas.
Es importante recordar que los usuarios son la base del éxito de la empresa, y cuanto más usuarios tenga, se entra en un círculo virtuoso de mejora del producto, atracción de más usuarios y generación de más ingresos. También es importante tener en cuenta que los usuarios acaban siendo un activo de la empresa en caso de querer venderla.
Si tienes éxito y consigues hacer un producto que se ajuste a las necesidades e intereses de los usuarios, probablemente querrán comprarlo. Si no lo hace, no lo comprarán, por muchas otras características sofisticadas que tenga.
Por ejemplo, si tuvieras que diseñar una silla, ¿crees que alguien la compraría si tuviera un aspecto estupendo pero fuera terriblemente incómoda? Probablemente no.
Lo mismo ocurre en el mundo de la tecnología y, más concretamente, con los lenguajes de programación. ¿Cuántos podrías enumerar? Yo te aseguro que me quedaría lejos de los más de 675 lenguajes de programación inventariados en Wikipedia. Pero, ¿por qué necesitamos tantos lenguajes de programación diferentes?
La razón es, sencillamente, que los distintos lenguajes de programación sirven para diferentes tipos de tareas. Es como la paleta de colores de un pintor, o el vocabulario de un poeta, cuanto más extenso sea, más posibilidades tendremos de crear cosas nuevas.
Otra razón es que algunos conceptos (instrucciones, variables o componentes del lenguaje) ni siquiera existen en ciertos lenguajes. Actualmente, la principal ventaja con respecto a hace unas décadas es que cualquiera puede adaptar o crear nuevos lenguajes de programación gracias a la tecnología disponible. Esto nos da la posibilidad de crear uno nuevo desde cero para resolver las limitaciones que encontremos con alguno de ellos para un problema concreto.
Este fue el caso de lenguajes como Perl o Python, que fueron diseñados inicialmente por particulares, pero se hicieron públicos para que la comunidad pudiera modificarlos y mejorarlos. Su éxito radicó en su sencillez de uso y aprendizaje, lo que hizo que se extendieran rápidamente, llegando a más y más usuarios, quienes a su vez mejoraron e incorporaron funcionalidades a los proyectos open source que los auspiciaban.
Por norma general, las empresas prefieren utilizar lenguajes populares y de uso generalizado porque es más fácil encontrar programadores que dominen estos lenguajes. Sin embargo, utilizar un lenguaje popular no siempre conduce a un rendimiento óptimo, ya que ciertos lenguajes de programación están optimizados para tareas específicas o hacen un uso menos eficiente de los recursos, lo que requiere más capacidad de máquina (hardware) para poder ser ejecutados.
Incluso esto visto desde un punto de vista estratégico podría llegar a ser una ventaja. Elegir un lenguaje menos popular podría dar a una empresa una ventaja técnica sobre sus competidores, como fue el caso de Viaweb, la empresa creada por Paul Graham y vendida a Yahoo!, que utilizó un lenguaje menos conocido, Lisp, lo que le dio una ventaja técnica sobre sus competidores.
Ya hemos dicho que un buen hacker puede hacer prácticamente cualquier cosa. Un ejemplo divertido que Graham recoge en su libro es abordar un problema con el que probablemente estés demasiado familiarizado: el spam, el flujo aparentemente imparable de anuncios no solicitados que bombardean tu bandeja de entrada.
Si eres un hacker harto del spam, ¿cómo te enfrentarías a él? Probablemente se te ocurrirían varios métodos.
En primer lugar, podrías abordar el problema examinando las propiedades individuales de los correos electrónicos basura. Por ejemplo, muchos de ellos empiezan por "Querido amigo", por lo que podrías escribir un código que pusiera automáticamente en la carpeta de spam todos los mensajes que empezaran por esa frase.
En segundo lugar, se podría emplear el filtrado estadístico, por el que se analizaría cada palabra de un correo electrónico entrante y el ordenador calcularía la probabilidad de que el mensaje sea spam. A continuación, el ordenador colocaría los mensajes con más probabilidades en la carpeta de spam.
Sin embargo, quizá la mejor opción sería personalizar este enfoque estadístico, salvando determinados mensajes de la carpeta de spam aunque las estadísticas indicaran que podrían ser spam. Por ejemplo, el autor decretó que cualquier mensaje con la palabra "Lisp" no era spam, ya que la palabra se incluía en muchos correos legítimos sobre el lenguaje de programación. También decidió que los mensajes de las direcciones con las que había mantenido correspondencia eran seguros.
Pero si es un buen hacker, también tendrá en cuenta las consecuencias de sus actos. En este caso, al detener el spam te arriesgas a perder también algunos correos importantes, porque los filtros de spam nunca son cien por cien precisos y pueden interceptar fácilmente también el correo legítimo. Así que probablemente tendrás que rebuscar en tu carpeta de spam de vez en cuando para comprobar si hay mensajes legítimos, pero después siempre podrás mejorar tu filtro de spam para no volver a cometer el mismo error.
Así que, aunque el spam puede ser extremadamente irritante, intentar filtrarlo todo también puede acarrear sus propios problemas. Como en esta vida, entre el blanco y negro, y una gama infinita de grises.
Food for thought
Muchos de los aprendizajes que podemos extraer del libro "Hackers and Painters" son lecciones sobre la creatividad que ya hemos visto en episodios anteriores, pero como decía un antiguo jefe, “Sin repetición no hay aprendizaje”. Así que, aunque me repita en algunos, vamos a revisarlos para cerrar esta edición de hoy.
La creatividad no es un talento innato, sino que se puede aprender y desarrollar a través de la práctica y la experiencia. Solo es cuestión de tiempo y tener acceso a los recursos necesarios para desarrollar dichas habilidades.
La creatividad se basa en la curiosidad y la exploración. Los hackers y los pintores son curiosos por naturaleza y disfrutan explorando nuevas ideas y enfoques. Según Graham, esta actitud de exploración es fundamental para la creatividad en cualquier campo.
La creatividad a menudo surge de la interacción entre diferentes disciplinas y perspectivas. Graham cree que los hackers y los pintores pueden aprender mucho el uno del otro, ya que ambos tienen formas únicas de pensar y abordar problemas.
La creatividad también depende de la capacidad de pensar fuera de la caja y cuestionar las suposiciones convencionales. Según Graham, la innovación y la creatividad surgen cuando alguien desafía las convenciones y se atreve a pensar de manera diferente.