Hay momentos en la historia de la tecnología en los que se siente que algo cambia para siempre.
La llegada de ChatGPT en noviembre de 2022 fue uno de ellos. De pronto, millones de personas accedían a un poder cognitivo nunca visto: texto fluido, conversaciones coherentes, capacidad de explicar, resumir, inventar. La inteligencia artificial se colaba en nuestras rutinas con la misma naturalidad con la que Google lo hizo en su día con las búsquedas.
A lo mejor no eres consciente pero el primer episodio en solitario de esta newsletter (podcast) fue sobre uno de los gurús de Silicon Valley.
Peter Thiel escribió en Zero to One que el progreso puede ser horizontal (copiar lo que ya funciona, de uno a n) o vertical (crear algo nuevo, de cero a uno).
La mayoría de las startups, decía, se conforman con la imitación incremental. Lo verdaderamente raro —y valioso— es dar un salto cualitativo hacia lo desconocido.
Eso fue ChatGPT en 2022: un paso de cero a uno.
Una nueva categoría tecnológica, no un producto más en la estantería digital. La prueba es que, en cuestión de meses, se convirtió en la killer app de la inteligencia artificial, el equivalente de Google en buscadores o WhatsApp en mensajería.
Con la llegada de GPT-5, la historia ha cambiado ligeramente. Todo apunta a que hemos entrado en la fase “de uno a n”: mejoras incrementales, ajustes de precisión, refinamientos sobre una arquitectura —los Transformers— que parece haber tocado techo. Un progreso valioso, pero ya no sorprendente.
Pero la presentación de GPT-5 nos deja una señal distinta: los grandes saltos se han terminado. Lo que veremos en adelante serán pasos cortos, mejoras incrementales sobre un terreno —los Transformers— que parece haber llegado a su techo.
Ilya Sutskever, uno de los padres de esta revolución, ya lo anticipó hace tiempo: hay un “muro” para este paradigma. No significa que no vayamos a ver progresos, sino que la curva de sorpresa se aplana. Lo que antes parecía exponencial, ahora se vuelve más previsible.
Y cuando la curva de innovación tecnológica se estabiliza, la batalla se traslada a otro frente: el de la marca, la distribución y el efecto red.
ChatGPT se ha convertido en la killer app de la IA generativa. Igual que Google en los buscadores, WhatsApp en la mensajería o YouTube en el vídeo online, ha capturado tanto mercado y reconocimiento que destronar su liderazgo se antoja casi imposible a corto plazo.
Aquí es donde entra Sam Altman. No es casualidad: Thiel fue uno de sus primeros mentores en Y Combinator y en el mundo de la inversión. Aprendió de él que los monopolios tecnológicos se construyen sobre grandes saltos, no sobre mejoras graduales. Que el valor duradero surge cuando logras ser único, no cuando compites en una carrera de velocidad.
Esa lógica es la que está detrás de la obsesión de Altman por la AGI (Inteligencia Artificial General). Sabe que, si se queda en el terreno de los LLMs mejorados, el juego será cada vez más de marca y distribución. Un terreno que OpenAI domina, pero donde la innovación se aplana. El salto real —el nuevo “cero a uno”— está en superar el muro de los Transformers, encontrar un paradigma distinto y abrir la puerta a una inteligencia que no solo complete frases, sino que piense, razone y actúe como un agente autónomo.
Mientras tanto, la corona de ChatGPT parece segura, los números no mienten. Claude puede crecer, Gemini tiene recursos infinitos y otros como Perplexity o Grok juegan con propuestas frescas, pero ninguno parece capaz de arrebatarle el trono. La única disrupción real vendrá, como escribió Thiel, desde lo inesperado: de un puñado de locos que apuesten por algo que hoy parece imposible.
El gran reto, entonces, ya no es el “próximo GPT”.
Es si aparecerá un nuevo paradigma que desplace a los Transformers y reabra la era de los grandes saltos. Porque, como ya ocurrió tantas veces en la historia digital, la disrupción nunca llega desde el trono: llega desde fuera, inesperada, y redefine el juego.
La pregunta no es si ChatGPT mantendrá la corona —lo hará, salvo error garrafal—, sino dónde y cuándo surgirá la siguiente sorpresa que nos vuelva a dejar boquiabiertos.De momento, el tablero es incremental. Pero en algún lugar, alguien está intentando el próximo cero a uno. Y quizá, solo quizá, Sam Altman ya está moviendo ficha para lograrlo.
Que nunca te falten ideas, ni ganas de probarlas.
A.
PD1: Si quieres profundizar más, te recomiendo volver a De Cero a Uno de Peter Thiel, un libro que marcó a toda una generación de emprendedores, incluido el propio Sam Altman.
PD2: Entre las lecturas que Altman ha recomendado públicamente también están El comienzo del infinito de David Deutsch, Superinteligencia de Nick Bostrom y The Power Broker de Robert Caro. Todas giran en torno a la misma obsesión: entender cómo se construye el poder y cómo se llega al próximo gran salto.
PD3: Si quieres escuchar el primer episodio que dio origen a la newsletter que lees hoy, te lo dejo aquí👇