Pensamos que la creatividad es como una serendipia, algo fugaz que aparece y que hemos de abrazar con fuerza, un chispazo. Algo que solo le ocurre a los genios, una especie de magia con la que se nace… o no. Pero ¿y si fuera un proceso? ¿Y si existiera un sistema para tener ideas, mejorarlas y llevarlas al mundo?
Eso es lo que propone Creativity Rules, el libro de Tina Seelig, profesora en Stanford y experta en innovación. No habla de teorías vacías. Habla de cómo pasar de una ocurrencia a una solución real.
Y lo hace con una estructura clara:
imaginación → creatividad → innovación → emprendimiento.
La creatividad, dice, no termina en tener una idea. Empieza precisamente ahí.
Del “¿y si…?” al “ya está”
Todo proyecto creativo arranca con la imaginación: conectar ideas, explorar sin presión, preguntarse cosas. Pero si no lo aterrizas, se queda en eso. El paso siguiente es aplicar esa imaginación a un reto concreto. Eso es creatividad.
Cuando esa idea empieza a funcionar en el mundo real, cuando sirve para resolver un problema, entra en la fase de innovación. Y si logra crear valor para otros —si llega a las manos adecuadas— entonces hablamos de emprendimiento.
Como las bolsas reutilizables. Alguien imaginó un mundo con menos residuos. Luego diseñó y probó distintos formatos. Después lo comercializó. Hoy, millones las usan.
Esa es la cadena. Y se puede aprender.
Como ya he dicho en múltiples ocasiones, todo empieza por hacerse mejores preguntas.
Si quieres mejores respuestas, cambia las preguntas.
El ejemplo de la maleta con ruedas lo ilustra perfectamente. Durante años, se preguntaba “¿cómo hacerla más resistente?”. Hasta que alguien la reformuló: “¿cómo hacerla más fácil de mover?”. El resultado no fue un mejor asa, sino ruedas. Y el resto es historia.
Replantear bien un problema cambia las soluciones posibles. Te aleja del “más de lo mismo” y te lleva a caminos que nadie más ve.
Y para llegar a esas grandes ideas, el entorno importa, e importa mucho más de lo que crees.
No hay creatividad sin condiciones para que florezca. No es casualidad que el equipo de animación de Disney despegara cuando dejaron de trabajar en cubículos y se mudaron a una oficina abierta, donde podían personalizar su espacio.
Pero el entorno no es solo físico. También es mental. Si crees que no eres creativo, vas a actuar como si no lo fueras. Por eso Seelig insiste tanto en la mentalidad de crecimiento. La creatividad, como un músculo, mejora con el uso.
Y no menos importante: el entorno social. Un grupo que alimenta tus ideas y desafía tus suposiciones puede ser el mayor catalizador creativo que tengas.
Como hemos dicho en anteriores ediciones, la innovación es mitad proceso, mitad hábito. Así que como dice Tina, la confianza creativa también se entrena.
Nadie empieza una maratón sin haber entrenado antes. Lo mismo con los proyectos creativos.
Pixar no nació haciendo Toy Story. Empezaron con una lámpara de escritorio animada: 30 segundos de emoción en código. Con eso aprendieron, crecieron, y ganaron confianza. Cada paso pequeño abrió la puerta al siguiente.
Por eso, dice Seelig, la confianza creativa se construye con pequeñas victorias. Haz algo hoy, aunque sea imperfecto. Compártelo. Aprende. Y repite.
Al igual que la confianza creativa, las ideas solo importan si alguien las usa.
Una idea sin impacto es solo eso: una idea. Para que cuente, hay que construir, testear, mejorar, compartir.
Wikipedia empezó siendo un caos. Pero se compartió. Y con el feedback —y muchas iteraciones— se convirtió en la enciclopedia más completa del mundo.
Ese es el punto. No se trata de tener la idea perfecta. Se trata de empezar antes de estar listo, iterar sin miedo y buscar aliados. Como dice Seelig: “la magia ocurre cuando una idea toca la vida de alguien más”.
¿La clave de todo esto?
No es esperar la inspiración. Es crear las condiciones para que ocurra. Es moverse entre la duda y la acción, entre el juego y el compromiso, entre lo personal y lo colectivo.
Y lo más importante: entender que la creatividad no es un lujo. Es una herramienta. Para resolver problemas, para liderar equipos, para inventar futuros.
Y sí: también para vivir mejor.
Que nunca te falten ideas, ni ganas de probarlas.
A.
PD 1 – Puedes encontrar Creativity Rules en plataformas como Amazon. Ideal si estás buscando una guía clara para poner en marcha tu lado más creativo.
PD 2 – Una buena herramienta para aplicar lo aprendido: esta libreta de bocetos tipo Moleskine. Papel grueso, formato flexible y perfecta para capturar ideas sobre la marcha.
PD 3 – ¿Más ideas para acompañar tu proceso creativo?
Rotuladores de colores para prototipar.
Un libro de prompts creativos.
Un libro para crear de mapas mentales.
Altavoz con sonido ambiental para concentrarte.
Un cronómetro Pomodoro.
Una taza con la frase: “Iterar es crear”.
Gracias por acompañarme en un nuevo Diario de Innovación, ¡y te espero mañana en Innovation by Default 💡!