Cuando la tecnología te da brazos extra… y también decide qué agarran
Diario de Innovación #264
Hay una escena de Spiderman 2 que siempre me ha parecido profética.
El Doctor Octopus, brillante, ambicioso y convencido de que controla sus cuatro brazos mecánicos, conecta su invento al cuerpo. Y durante unos segundos todo parece ir bien. Hasta que no.
Los brazos empiezan a pensar por su cuenta.
Y el genio que los creó descubre que, sin darse cuenta, su “ampliación” tecnológica acaba de ocupar el puesto de mando.
Hoy no tenemos tentáculos metálicos soldándose a la columna vertebral.
Pero vamos camino de algo parecido.
Neuralink implantando chips cerebrales.
Exoesqueletos que deciden la fuerza que aplican.
Prótesis inteligentes que aprenden del usuario en tiempo real.
Y una idea que sobrevuela todo esto: la tecnología ya no solo hace cosas por nosotros, cada vez más piensa con nosotros.
Hasta que un día, quizá, piense por nosotros.
Y aquí es donde aparece el miedo silencioso.
Ese que nadie confiesa en público, pero todos intuimos: ¿qué pasa cuando alguien encuentre la manera de meter un “virus” en esos chips?
¿Qué pasa cuando los dispositivos que aumentan nuestras capacidades también se convierten en el vector más directo para controlarlas?
Con los medicamentos ya lo entendimos hace décadas.
Un compuesto que mejora tu vida puede arruinarte la salud si se gestiona mal.
Por eso hay ensayos clínicos, regulaciones, protocolos, aprobaciones, contraindicaciones.
Porque no basta con que algo funcione.
Tiene que ser seguro para humanos reales, no para laboratorios ideales.
El problema es que con la tecnología que amplifica capacidades seguimos actuando como si fuese inofensiva.
Como si el peor riesgo fuese que la batería dure poco.
Como si la única amenaza fuese el phishing de siempre.
Pero hay instituciones que ya no compran esa narrativa.
Han empezado a diseñar algo nuevo, incómodo y necesario: los Human Uplift Trials.
La traducción emocional sería esta:
“Vamos a comprobar hasta qué punto un humano puede convertirse en un problema serio gracias a un modelo de IA.”
Y lo hacen con ensayos controlados.
Participantes reales.
Tareas peligrosas.
Comparación directa entre gente con IA y gente sin IA.
Y una pregunta que atraviesa todo el experimento como una sirena de alarma:
¿Cuánto más capaz de causar daño se vuelve una persona normal cuando la tecnología le da brazos extra?
La mayoría de empresas de IA evita estos estudios como si fuesen kryptonita.
Porque obligan a reconocer algo incómodo: el peligro no está solo en lo que la máquina sabe, sino en lo que un humano puede hacer cuando la máquina le sopla al oído.
La tecnología nos aumenta.
Sí.
Pero también nos desborda, nos acelera y nos empuja a terrenos donde ya no está claro quién controla a quién.
Los Human Uplift Trials son la primera señal de que alguien, por fin, está tomando en serio esta pregunta.
Y llega justo a tiempo.
Porque los brazos metálicos ya no están en una película.
Están en nuestros bolsillos, en nuestros servidores, y pronto, literalmente, en nuestros cuerpos.
La responsabilidad no es elegir si queremos vivir aumentados.
Eso ya es inevitable.
La pregunta es otra: ¿lo haremos con la lucidez necesaria para no despertarnos un día con un tentáculo decidiendo por nosotros?
🌍 El eco del mercado
📜 India quiere cobrar royalties por entrenar IA con contenido protegido. Nueva Delhi plantea que OpenAI, Google y compañía paguen por usar obras con copyright: si prospera, el modelo de negocio de los grandes modelos se reescribe país a país.
☁️ Amazon y Microsoft doblan la apuesta de IA y cloud en India. Las dos big tech anuncian megainversiones en infra de IA y nube en el país, consolidándolo como polo industrial y laboratorio de la próxima ola de servicios digitales para mercados emergentes.
🔮 IBM promete resolver la tolerancia a fallos cuántica en 2029. Si logra cuadrar el círculo del error cuántico, la próxima disrupción no vendrá de los modelos de IA, sino del hardware que puede hacerlos irreconocibles en potencia y eficiencia.
🤖 Google conecta sus servicios a agentes con servidores MCP gestionados. Maps y BigQuery se vuelven “agent-ready by design”: menos integraciones artesanales y más plataformas preparadas para que los agentes de IA trabajen directamente sobre herramientas reales.
🛒 Instacart se integra en ChatGPT con compra completa dentro del chat. Del prompt al pago sin salir de la conversación: el checkout integrado apunta a cómo la interfaz conversacional puede comerse el embudo entero de muchas experiencias de e-commerce.
🚫 Australia expulsa a los menores de 16 años de las redes sociales. La primera gran prohibición nacional para adolescentes fuerza a las plataformas a verificar edad “de forma razonable” y abre un melón global: quién controla realmente el tiempo de pantalla juvenil.
🛰️ Órbita baja saturada: los satélites amenazan la ciencia espacial. Con miles de satélites cruzando las fotos de telescopios como Hubble o el futuro Xuntián, los astrónomos avisan: sin reglas claras, el “tráfico orbital” puede dejar inservibles décadas de inversión científica.
🌫️ Geoingeniería comercial: una startup promete “enfriar el planeta”. Stardust Solutions quiere rociar partículas en la estratosfera a cambio de cheques multimillonarios; la ciencia se divide entre necesidad climática y pánico a abrir una puerta sin vuelta atrás.
🧩 OpenAI, Anthropic y Block se unen para estandarizar la era de los agentes de IA. Linux Foundation lanza la Agentic AI Foundation, que arranca con MCP (Anthropic), Goose (Block) y AGENTS.md (OpenAI) como bases abiertas para un estándar común en agentes.
🌐 Las grandes de la IA quieren un nuevo Internet… y creen haber encontrado la clave. Modelos, agentes y navegación autónoma exigen romper con la web actual: las compañías de IA impulsan una arquitectura pensada para que las máquinas entiendan la red sin fricción.
Déjame recordarte que si te gusta la tecnología, el podcast de Código Abierto también puede ser una buena opción.
Si algo de lo que has leído te ha removido, dímelo.
Ya sabes que estoy al otro lado si quieres comentar, discrepar o simplemente saludar.
Que nunca te falten ideas, ni ganas de probarlas.
A.


