Hoy déjame que empecemos el Diario de Innovación con un pequeño juego.
Piensa tres empresas que, según tú, forjaron Silicon Valley en sus inicios.
Ahora haz lo mismo con las tres que consideres el verdadero motor de la innovación del valle en nuestros días.
Mi respuesta sería algo tal que así:
En los orígenes: Intel, HP y Apple (en ese orden).
En la actualidad: Google, Meta y Apple (también en ese orden).
Lo interesante de este ejercicio no es solo comparar nombres, sino entender el paralelismo que existe entre la biología darwiniana y el mundo de los negocios.
Al igual que en la naturaleza, en Silicon Valley vimos cómo muchas empresas nacieron, crecieron, mutaron y acabaron desapareciendo; otras adaptaron su ADN para sobrevivir; y algunas fueron directamente absorbidas por rivales más fuertes.
El Valle fue (¿es?) un crisol de la civilización occidental en tecnología, capaz de generar un ecosistema donde la selección natural del mercado actuaba con la misma crudeza y creatividad que la evolución de las especies. Y de ese proceso emergió lo que probablemente ha sido el centro de innovación tecnológica más influyente de la historia de la humanidad.
Hace casi 40 años, alguien dibujó un póster de Silicon Valley donde aparecían todas las empresas que entonces eran la vanguardia tecnológica.
La imagen parece inocente, casi un mapa turístico. Pero si la miras bien, es un retrato del ADN del valle: una mezcla de gigantes en ciernes, consultoras influyentes y pequeñas startups que soñaban con cambiar el mundo.
En él aparecen nombres que hoy son leyenda viva:
Apple, recién salida del garaje, rumbo a convertirse en la empresa más valiosa del planeta.
Intel, inventores del microprocesador, que definieron el PC moderno.
HP, cuyo garaje en Palo Alto es considerado la “cuna oficial” del Valle.
Sun Microsystems, padres de Java y de una visión abierta de la informática, absorbida por Oracle décadas después.
3Com, fundada por el creador de Ethernet, que democratizó las redes de área doméstica (LAN).
Silicon Graphics (SGI), cuyos ordenadores hicieron posibles películas como Jurassic Park.
Borland, que con Turbo Pascal y Delphi hizo accesible la programación a miles de desarrolladores.
Junto a ellos había promesas efímeras: Micro Linear, Centstor, Autek, Video Seven, Wetek, Micronix… empresas que ya nadie recuerda pero que aportaron piezas clave en semiconductores, almacenamiento o gráficos. Sus logotipos son hoy fósiles de otra era.
Y en medio, los héroes invisibles:
Regis McKenna Inc., la agencia que inventó el marketing tecnológico tal como lo conocemos.
Arthur Andersen & Co., la consultora que asesoraba a medio Silicon Valley.
Catalytica o Varian, recordándonos que el Valle también tuvo (y sigue teniendo) raíces en biotecnología y deep tech, no solo en software o dispositivos.
La mayoría de esas empresas han desaparecido o fueron absorbidas. Pero de su talento, sus patentes y sus fracasos surgieron las siguientes generaciones de innovadores.
Ese es el verdadero secreto de Silicon Valley: no las empresas en sí, sino la cultura de reinvención. Cada caída era semilla de otra compañía. Cada salida de un fundador, el germen de una nueva ola.
Este póster de 1986 no es solo una postal vintage. Es un recordatorio de que los imperios tecnológicos son efímeros, pero el ecosistema, cuando se alimenta de talento y riesgo, se regenera una y otra vez.
Quizá dentro de 40 años alguien mire un mapa con los logos de OpenAI, Nvidia, Anthropic o Tesla… y se pregunte lo mismo que hoy sentimos con este: ¿quién quedará en pie? ¿y quién solo será un recuerdo borroso en un póster amarillento?
Ahora antes de acabar sigamos jugando, me interesa tu perspectiva: ¿Cuáles son tus tres empresas fundacionales de Silicon Valley y cuáles dirías que son los tres tractores actuales de la innovación?
Respóndeme a este mail, me encantará leer tu visión.
Que nunca te falten ideas, ni ganas de probarlas.
A.
PD1: Si te interesa profundizar en la historia del Valle, te recomiendo Valley of Genius de Adam Fisher, un libro coral con testimonios de quienes lo vivieron en primera persona.
PD2: Para entender la mentalidad de los fundadores, De Cero a Uno de Peter Thiel es casi una biblia de su obsesión por crear monopolios y no competir.
PD3: Y si quieres ampliar el foco, Los Innovadores de Walter Isaacson es un repaso brillante de cómo la colaboración entre mentes diversas (ingenieros, matemáticos, artistas) encendió la chispa de la revolución digital.
PD4: Si quieres profundizar más sobre la innovación antes del Valle del Silicio, te dejo mi publicación en una edición de
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