Mira, hay días que son una mierda. Otros en los que nada sale como esperas. Te esfuerzas, haces todo "bien", y aun así algo se tuerce. Y entonces, sin quererlo, caes en ese espiral: ¿por qué a mí?, ¿por qué hoy?, ¿cuándo va a cambiar esto?
Pero por desgracia —o quizá por suerte— siempre hay alguien que lo estará pasando peor que tú en alguna parte del planeta Tierra. Y a veces, conocer esas historias no te hunde, sino que te recuerda lo fuerte que puedes llegar a ser. Lo mucho que puedes resistir. O incluso, lo que aún puedes construir desde el caos.
Hoy te traigo una de esas historias. Una historia que no pretende darte lecciones de vida, pero que sí puede hacerte compañía en un día complicado. Se llama Always Looking Up y no es un libro de autoayuda cualquiera.
Es un libro sobre la historia real de Michael J. Fox, un actor que, cuando lo tenía todo, recibió un golpe durísimo: Parkinson, a los 29 años.
Podría haberse rendido. Muchos lo hubieran hecho. Pero él decidió seguir adelante con humor, valentía y una gran fe en que lo mejor todavía podía estar por venir.
Este libro es muchas cosas: una historia personal, una lección de optimismo, y una mirada sincera a lo que pasa cuando la vida cambia sin avisar. Pero, sobre todo, es un mensaje de esperanza.
Michael J. Foz nos muestra cómo el miedo puede convertirse en acción, cómo el dolor puede transformarse en propósito y cómo una vida puede cambiar para mejor justo cuando menos te lo esperas.
Fox no se quedó quieto. Dejó la actuación en su mejor momento, fundó una organización que ha recaudado cientos de millones para investigar el Parkinson, y se convirtió en un referente mundial en la defensa de la investigación con células madre. Siempre defendió lo que creía correcto, incluso cuando eso significaba enfrentarse a políticos o creencias ancladas en el pasado.
Y no, no lo hizo desde la rabia. Lo hizo desde la fe. No una fe religiosa impuesta, sino una convicción profunda en que vale la pena luchar, aunque no sepas si verás los frutos. El libro también habla de su familia —con cariño y sin idealizaciones—, de sus viajes en coche con sus hijos —donde ocurren las verdaderas conversaciones—, y de esas pequeñas escenas cotidianas que nos sostienen incluso cuando todo parece derrumbarse.
Desde una charla inesperada con dos testigos de Jehová, hasta el bar mitzvah de su hijo, cada anécdota es una semilla. Y al leerlo, no parece que estés escuchando a una estrella de Hollywood, sino a alguien que decidió mirar los momentos más oscuros con una sonrisa y seguir adelante. Sin postureo. Sin fórmulas mágicas. Solo con una idea: elegir hacia dónde mirar.
Si alguna vez te has sentido perdido, si te has preguntado cómo seguir cuando el mapa desaparece… este libro puede ayudarte a trazar una nueva ruta. Una que no borre el dolor, pero sí lo acompañe con sentido.
Porque no se trata de fingir que todo va bien. Se trata de decidir, cada día, que mirar hacia arriba —aunque sea un poco— sigue siendo una opción.
Y a veces, eso basta para cambiarlo todo.
Que nunca te falten ideas, ni ganas de probarlas.
A.
PD1: Si te gustó El hombre en busca de sentido de Viktor Frankl, este libro puede ser su compañero emocional. A veces, la fuerza viene envuelta en humor y ternura.
PD2: ¿Tienes cerca a alguien que lo está pasando mal? Este libro puede ser el mejor regalo. No es solo una lectura, es compañía de la buena.
Gracias por acompañarme en un nuevo Diario de Innovación, ¡y te espero mañana en Innovation by Default 💡!