¿Podríamos vivir en un mundo sin ideas originales?
Un mundo donde todos sigamos las reglas sin cuestionarlas, donde la creatividad esté en pausa y la innovación sea un concepto olvidado. Pero por suerte, no vivimos en ese mundo
Hoy vamos a hablar de los originales. Las personas que desafían el status quo, que ven más allá de lo evidente y que, con sus ideas, mueven el mundo. Y lo haremos de la mano de Adam Grant y su libro Originales: Cómo los inconformistas mueven el mundo.
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Piensa en tu día a día. Ahora dime: ¿usas el navegador predeterminado de tu ordenador o en algún momento decidiste instalar Chrome o Firefox? Puede parecer irrelevante, pero según un estudio, las personas que instalan su propio navegador suelen ser más creativas y proactivas en el trabajo. Esta es una pista de lo que podríamos denominar el origen de los originales.
¿Por qué? Porque no aceptan lo que les dan por defecto. Buscan algo mejor. Y ese pequeño acto de rebeldía los convierte en personas con más iniciativa.
Ser original no significa ser un genio o crear una empresa millonaria. Significa cuestionar lo establecido, ver oportunidades donde otros no las ven y atreverse a hacer algo al respecto.
Normalmente, más ideas, implica mejores ideas.
Cuando pensamos en grandes mentes creativas, solemos imaginar momentos de genialidad espontánea. Newton y su manzana. Einstein y su teoría de la relatividad. Pero en realidad, las mejores ideas no nacen de la nada. Se construyen con el tiempo, a base de cantidad y esfuerzo.
El psicólogo Dean Simonton descubrió que los creativos más exitosos no necesariamente los que producen mejores ideas… simplemente producen más.
Picasso creó más de 12,000 obras, pero solo unas pocas lo hicieron inmortal.
Beethoven se equivocó en un tercio de las veces al evaluar sus propias composiciones.
El aprendizaje que podemos extraer es evidente: si quieres calidad, primero necesitas cantidad. Así que deja de esperar a que llegue la idea perfecta y empieza a generar tantas como puedas.
Estos inconformistas suelen ir siempre a contracorriente, inclusive para muchos de ellos procrastinar puede ser una buena estrategia.
Nos han enseñado que procrastinar es malo. Pero ¿y si te dijera que los mejores artistas, los más originales, lo hacen a proposito?
Piensa en Martin Luther King Jr. Su discurso más icónico, I Have a Dream, no estaba en su guión original. Fue improvisado. Su mente había estado procesando ideas en segundo plano, y cuando la oportunidad llegó, explotó en creatividad.
Lo mismo ocurrió con Leonardo da Vinci y la Mona Lisa. Se tomó 16 años para terminarla. Y en ese tiempo, experimentó con nuevas técnicas que hicieron que la pintura fuera lo que es hoy.
La clave es procrastinar con propósito. No se trata de dejar todo para el último minuto, sino de darle espacio a las ideas para evolucionar.
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Si alguna vez has presentado una idea innovadora y has sido rechazado, no estás solo. De hecho, las mejores ideas suelen parecer locas al principio. Entonces, ¿cómo vender una idea radical?
Por eso, según Adam Grant, hay dos estrategias que pueden ayudarte:
Admite las debilidades de tu idea. Paradójicamente, esto genera más confianza en la gente. Es lo que hizo Babbel, la plataforma de educación, cuando presentó su proyecto a inversores. En lugar de ocultar sus fallos, fueron honestos… y consiguieron millones en financiación.
Haz que tu idea parezca familiar. Cuando Disney dudó sobre producir El Rey León, la idea solo despegó cuando alguien la comparó con Hamlet. De repente, lo que parecía raro se convirtió en algo comprensible.
Según Adam Grant, otra de las características de los inconformistas, es la capacidad de rodearse de personas que le cuestionan.
Imagina que tienes un equipo de trabajo donde todos están de acuerdo contigo. Suena bien, ¿no? Error.
El problema es que el consenso mata la creatividad.
Un estudio demostró que cuando un grupo tenía opiniones divergentes, la probabilidad de tomar la mejor decisión se cuadruplicaba.
El ejemplo perfecto es Ben Coleman, un innovador en la Marina de EE.UU. ¿A quiénes eligió para su equipo? A los oficiales más problemáticos, los que habían sido castigados por desafiar la autoridad. Y gracias a ellos, lograron desarrollar una impresora 3D a bordo de un barco para fabricar repuestos en alta mar.
Así que si quieres innovar, deja de buscar personas que siempre te den la razón. Encuentra a quienes te desafíen.
Finalmente, hay algo que puede jugar en tu contra: ser demasiado radical puede alejar a tus aliados naturales. Esto es lo que Adam Grant denomina como la trampa del radicalismo.
Esto se llama hostilidad horizontal. Ocurre cuando grupos que comparten los mismos valores terminan peleando entre sí.
Por ejemplo, los movimientos políticos más extremos suelen atacarse entre ellos más que a sus verdaderos opositores. ¿La solución? Suavizar el mensaje.
Un gran ejemplo es Meredith Perry, la fundadora de uBeam. Su idea de cargar dispositivos sin cables parecía imposible. Así que, en vez de presentarla como “transmisión de energía inalámbrica”, la disfrazó como una simple “mejora en los transductores”. De repente, consiguió el apoyo que necesitaba para sacar adelante su idea.
A veces, para que tu idea avance, tienes que camuflarla.
El mensaje de Originals es claro: todos podemos ser originales. No se trata de un talento innato, sino de una serie de hábitos y estrategias. Algunos de los aprendizajes que podemos sacar del libro son:
Crea muchas ideas.
Dale tiempo a tu cerebro para procesarlas.
Aprende a venderlas bien.
Rodéate de personas que te reten.
Y si es necesario, disfraza tu idea para que la acepten.
Si aplicas estos principios, estarás en el camino de convertirte en un inconformista que cambia el mundo.
Hasta aquí el episodio de hoy. Si te ha gustado, comparte esta edición con alguien que tenga una gran idea y necesita ese empujón para hacerla realidad.
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