Un día cualquiera, en una ciudad cualquiera, estás en la ducha, y de repente:
¡Eureka!
Se te ocurre una idea increíble, una que podría cambiar tu empresa, tu industria o incluso el mundo. Sales de la ducha emocionado, de camino al trabajo no paras de pensar en ellos una y otra vez, al llegar a la oficina lo primero que haces es ir a compartirlo con tu equipo y todos están de acuerdo… ¡es brillante!
Pero…
…pasan las semanas…
y nada.
La idea se va diluyendo entre reuniones, correos electrónicos, nuevas prioridades, y etc, etc, etc.
Y un día, simplemente desaparece.
¿Por qué pasa esto? ¿Por qué tantas ideas geniales nunca llegan a convertirse en realidad?
Hoy exploramos el libro Making Ideas Happen de Scott Belsky, un manual sobre cómo superar los obstáculos entre la visión y la ejecución. Porque la diferencia entre una idea que cambia el mundo y una que se queda en el olvido, no es la genialidad de la idea, sino la manera en que se ejecuta.
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Todos hemos estado ahí. Sentados frente a la computadora, viendo una página en blanco, sin saber por dónde empezar.
Pero según Scott Belsky hay un método sencillo para transformar cualquier idea en acciones concretas. Pero solo hay una norma para que este método funcione, y es que las verdaderas ideas solo suceden cuando hay acción.
Scott Belsky propone dividir cada proyecto en tres categorías clave:
Pasos de acción: Tareas concretas que debes hacer.
Referencias: Información útil para tu proyecto.
Elementos en pausa: Ideas que podrían ser útiles más adelante.
Por ejemplo, si estás preparando una presentación crucial, tus pasos de acción serían cosas como “hacer un esquema” o “preguntar a mi jefe qué puntos destacar”.
Las referencias incluirían datos de mercado o feedback previo. Y en la lista de elementos en pausa, podrías poner el diseño de diapositivas, porque aunque es importante, no es lo primero que debes hacer.
La clave aquí es simple: divide, prioriza y actúa.
El siguiente punto seguro que te suena muy familiar, es el que Scott Belsky denomina como la trampa de la reactividad.
¿Cuántas veces en tu día simplemente reaccionas? Respondes correos, atiendes llamadas, asistes a reuniones sin fin… Y cuando el día termina, sientes que no hiciste nada importante.
Belsky lo llama “flujo de trabajo reactivo”, y es el asesino silencioso de la productividad.
En lugar de pasar el día apagando fuegos, necesitas un tiempo para pensar y actuar con intención.
Dedica una hora al día a procesar: organizar tu bandeja de entrada, planificar prioridades y asegurarte de que no solo estás respondiendo, sino también creando.
¿Cuántas veces habremos escuchado esta frase? ‘Tuve la idea del anuario digital cuando estaba en la universidad, igual que Zuckerberg con Facebook; a mí también se me ocurrió.’ Y es que todos generamos cientos de ideas brillantes a lo largo de nuestra trayectoria profesional o incluso en nuestra etapa estudiantil. La cruda realidad es que las ideas no falla, falla su ejecución.
Muchos creen que la innovación se trata de tener una idea genial. Pero la verdad es que la mayoría de los proyectos fallan no porque la idea sea mala, sino porque su ejecución lo es.
“Cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando” - Pablo Picasso.
¿Recuerdas el “Proyecto Plató”? Es ese punto en el que el entusiasmo inicial desaparece y el trabajo duro comienza. Es cuando mucha gente abandona sus ideas porque ya no se sienten emocionados.
La clave es usar bien la energía inicial. Empresas como IDEO, que diseñó el primer mouse de Apple, saben que la acción inmediata es crucial. En lugar de pasarse semanas discutiendo ideas, su equipo prototipa rápido, prueba y ajusta. No dejan que la perfección mate la acción.
Aquí te dejo otro truco que nos propone Scott Belsky: las rutinas. John Grisham, el famoso escritor, escribía una página cada mañana sin excepción. No importa qué tan inspirado estuviera. La constancia vence a la motivación.
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Las mejores ideas rara vez se construyen en solitario. Quizá hace más de un siglo esta era la norma, pero hoy la innovación no funciona así. Fíjate en la cantidad de descubrimientos y tecnologías disruptivas desarrolladas por gigantes empresariales.
El último que ha revolucionado el mundo es el famoso Attention Is All You Need, donde los investigadores de Google presentaron su modelo Transformer, precursor de ChatGPT y de todos los LLM. Este paper en particular los firmaron ocho personas: Ashish Vaswani, Noam Shazeer, Niki Parmar, Jakob Uszkoreit, Llion Jones, Aidan N. Gomez, Lukasz Kaiser, Illia Polosukhin
Según Scott Belsky en cada equipo exitoso hay tres tipos de personas:
Los Soñadores: Tienen ideas grandes e innovadoras, pero les cuesta terminarlas.
Los Doers (Hacedores): Son los que convierten la visión en realidad.
Los Incrementalistas: Tienen una mezcla de ambas cualidades, pero corren el riesgo de dispersarse.
La experiencia nos dice que el éxito viene cuando estos tres tipos trabajan juntos.
Apple es otro gran ejemplo de ello: Jonathan Ive era el soñador, Steve Jobs el incrementalista y Tim Cook el hacedor. ¿El resultado? Ya lo conoces, entre los tres fraguaron uno de los imperios tecnológicos más grandes del mundo.
Uno de los síntomas más evidentes de haber tenido una gran idea, pero también de que esta muera en soledad, es el miedo a compartirla.
Aquí hay una verdad incómoda: mantener tu idea en secreto es la mejor forma de asegurarte de que nunca suceda.
Mucha gente tiene miedo de compartir sus ideas por temor a que se las roben. Pero en realidad, hacer pública tu idea genera compromiso y atrae aliados.
Chris Anderson, el editor de Wired, tuvo la idea de un blog para padres geeks. En lugar de trabajar en secreto, lo publicó en su blog. Su razonamiento era simple: si no encontraba colaboradores en seis semanas, abandonaría el proyecto. ¿El resultado? Un equipo entusiasta y un blog exitoso.
Comparte tus ideas, porque la retroalimentación y el apoyo externo son clave para hacerlas realidad.
Scott Belsky nos deja una lección fundamental: el éxito no está en tener la mejor idea, sino en ejecutarla bien.
Desglosa tu proyecto en pasos de acción.
Sal del modo reactivo y prioriza el trabajo estratégico.
Combate el “Proyecto Plató” con acción rápida y rutinas.
Rodéate de personas que complementen tus fortalezas.
Comparte tu idea y deja que el mundo te ayude a hacerla realidad.
La próxima vez que tengas una idea genial, recuerda: el mundo no premia las ideas, premia a quienes las hacen realidad.
Ahora dime, ¿cuál es la idea que has estado postergando? Déjamelo en los comentarios o en redes sociales y sigamos la conversación.
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