Son las 12:47 de la noche. El teléfono brilla en la oscuridad como si fuera una linterna en medio de un bosque. Tienes los ojos cansados, pero no puedes parar. Sigues deslizando el dedo hacia arriba. Un vídeo más. Una palabra más en Scrabble. Un episodio más —aunque ni siquiera es buena la serie.
Sabes que mañana vas a odiarte un poco por esto. Te prometiste que hoy sí te irías a dormir temprano. Que no ibas a mirar el móvil en la cama. Que no ibas a encender la tele sin saber qué ver. Lo tienes escrito en tu lista de “no hacer”. Literalmente: una to-don’t list.
Pero aquí estás. Otra vez. ¿Por qué?
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Son las 12:47 de la noche. La habitación está a oscuras y solo se ve el brillo del teléfono.
Deslizas el dedo. Otro vídeo. Otra palabra en Scrabble. Otro episodio.
Sabes que deberías dormir, pero no puedes parar.
No estás triste. No estás cansado. No estás solo. Solo… estás.
Y eso es lo que más te inquieta.
Ese vacío sin nombre… tiene nombre: languidecer.
No era tristeza. Tenía energía. Tenía compañía. No estaba quemado… solo me sentía sin dirección. Como si estuviera viviendo en piloto automático. No era depresión, pero tampoco bienestar.
Y entonces lo recordé: languidecer, eso es lo que nos cuenta Adam Grant en su charla TED: How to stop languishing and start finding flow. Sé que es una palabra poco común en nuestro día a día, pero es una palabra que aplica muy bien en estos días. La acuñó el sociólogo Corey Keyes. Es ese estado gris entre la salud mental plena y la enfermedad. No estás mal, pero tampoco estás bien. No estás sufriendo, pero tampoco disfrutando.
Estás atascado. Es como mirar la vida a través de un parabrisas empañado, como —por desgracia— nos ocurre en demasiados días. Quizá ahora más que nunca, exacerbado por la lluvia… o por llevar semanas sin ver un rayo de sol.
Y fue ahí, justo en ese punto en que nada tenía mucho sentido, donde pasó algo inesperado: Adam Grant nos cuenta dónde encontró su salvación, seguramente nadie lo hubiese acertado,… en Mario Kart.
Durante la pandemia, Adam y su familia comenzaron a jugarlo por videollamada. Todos los días. Competencias. Risas. Gritos. Venganza con caparazones azules.
Y sin darse cuenta, Adam dejó de sentirse tan “meh”.
Había vuelto a experimentar algo que llevaba tiempo olvidado: fluidez. Ese estado en el que el tiempo se disuelve y en el cual te sumerges por completo en lo que estás haciendo. El psicólogo Mihály Csíkszentmihályi lo llamó flow.
Pero aquí viene lo importante: ese estado de estar fluyendo no surge del ocio pasivo, como ver series sin parar. Surge de la participación activa. De estar presente. De hacer algo que realmente te importa.
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Aquello que empezó como un simple juego en familia terminó aflorando algo mucho más profundo: una forma de entender el flow que Adam Grant bautizó como la teoría del Mario Kart. Está basada en tres elementos esenciales.
Primero, maestría: sentir que progresas, aunque sea en algo pequeño. Como colocar una trampa perfecta en la pista para que tu hermana derrape con su coche.
Segundo, mindfulness: estar completamente enfocado. Porque si te distraes, te pasa tu cuñado… y no hay perdón.
Y tercero, sentido: que lo que haces importe. Que conecte con otros. Porque esos juegos para la familia Grant no eran solo entretenimiento. Eran momentos reales con mi familia. Risas auténticas. Y lo más importante una herramienta para crear vínculos profundos.
Quizás tú también estás languideciendo. Tal vez no tienes ganas de nada, pero tampoco entiendes por qué. No estás mal, pero tampoco estás bien.
Y eso está bien.
Está bien decir: “Estoy… meh”.
No tienes que estar feliz todo el tiempo.
La positividad forzada no ayuda. A veces, solo necesitas un pequeño momento de conexión, de presencia, de juego.
Hoy, en mi lista de tareas diarias, yo también he incluido algo nuevo al igual que Adam: buscar momentos de flow.
No tienen que ser productivos. Solo tienen que ser auténticos.
Puede ser cocinar, leer, caminar, o jugar Mario Kart con tus hijos.
Lo que sea que te dé maestría, atención plena y sentido.
Porque cuando no sepas cómo salir del vacío, la salida no siempre es hacia adelante.
A veces, es hacia adentro.
Hacia el presente.
Hacia lo que realmente importa.
Y esta edición no podía acabar de otra manera, con una pregunta que te dejo para ti: ¿Cuál es tu Mario Kart?
Gracias por acompañarme en un nuevo Diario de Innovación, ¡y te espero mañana en Innovation by Default 💡!