A menudo creemos que para lanzar un proyecto necesitamos tenerlo todo bajo control: un logo brillante, una web perfecta, un sistema de pagos impecable.
Pero si miramos de cerca historias reales, veremos que no funciona así.
Metricool nació como una herramienta sencilla para analizar blogs. Magnific arrancó como un pequeño proyecto para mejorar las imágenes que proporcionaba Midjourney, casi como un experimento.
Ninguno esperó al “momento perfecto”. Lanzaron, aprendieron sobre la marcha… y hoy son ya proyectos consolidados.
Y no son casos aislados, no, no son fruto del azar o la suerte. El mundo está lleno de side-projects exitosos donde la acción superó a la parálisis por análisis.
La filosofía estoica ya nos lo recordaba hace siglos: lo importante no es pensar eternamente qué hacer, sino actuar con lo que tienes ahora.
Hoy, en este episodio, vamos a robar algunas de las mejores ideas de Reinicia (Rework), el fantástico libro de Jason Fried y David Heinemeier Hansson, para recordar algo esencial:
No necesitas un plan perfecto. Necesitas empezar.
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Nos han hecho creer que para montar una empresa se necesita una oficina, capital riesgo, un business plan de 40 páginas y un equipo de 10 personas.
Jason Fried y David Heinemeier Hansson dicen: mentira.
Solo necesitas un portátil, una buena idea… y dejar de procrastinar.
La clave está en lanzar cuando el núcleo de tu idea esté listo. Lo demás —la marca, los sistemas, las automatizaciones— puede esperar.
Para ilustrarlo, basta recordar cómo se lanzó Basecamp: cuando salió al mercado, ¡ni siquiera podían cobrar a sus clientes! Sabían que tenían 30 días para solucionarlo antes de la primera factura. Y lo hicieron. Sin plan perfecto, pero con acción inmediata.
Ahora bien, no se trata solo de lanzar. Se trata de lanzar algo con alma, algo en lo que realmente creas.
Como hizo Vinny’s Sub Shop en Chicago, que dejó de vender bocadillos por la tarde porque el pan ya no estaba tan fresco. Prefirieron perder ingresos antes que sacrificar su orgullo por la calidad.
Otra de las recomendaciones sería: haz algo que te importe. Y, mejor aún, defiéndelo públicamente. Esa será tu historia, tu identidad, tu posicionamiento.
Incluso puedes usar a tus competidores como contraste: si montas un café alternativo, ¿por qué no presentarte como el anti-Starbucks?
Y recuerda: tu producto no tiene que ser perfecto. Tiene que ser auténtico. Como hizo Tony Hsieh en Zappos, construyendo toda su marca alrededor de una obsesión real por el servicio al cliente. Hablaremos en breve de su historia en una edición del Diario de Innovación.
Bueno sigamos con nuestra edición de hoy, la receta es clara: céntrate en lo esencial, elimina lo innecesario, y recuerda que menos es más.
Es como lo que hace Gordon Ramsay en Kitchen Nightmares: entra en un restaurante, mira la carta… y elimina el 70% de los platos. Lo que sobra, estorba.
El gran error es añadir funciones o características por miedo a perder clientes. Pero la verdad es que la simplicidad fideliza. Lo complejo solo confunde y aleja.
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Todos quieren crecer. Pero ser pequeño tiene superpoderes.
Cuando eres pequeño, puedes experimentar, reaccionar rápido y hablar directamente con tus clientes, sin perderte entre capas de jerarquías y procesos interminables.
Es como los musicales que se prueban en ciudades pequeñas antes de llegar a Broadway. Allí afinan el espectáculo, corrigen errores, ajustan lo necesario… y cuando llegan al gran escenario, lo hacen mucho más preparados.
Tú también puedes aprovechar tu tamaño para testear sin miedo al juicio global, para fallar rápido y corregir aún más rápido.
Eso sí, ser pequeño no significa olvidarte de que diriges una empresa. La rentabilidad no es opcional. Desde el primer momento, debes construir un negocio real, no un pasatiempo glorificado.
Los autores de ReWork son muy claros al respecto: evita las reuniones innecesarias, huye del perfeccionismo y haz que cada día cuente.
Recuerda que en solo una reunión de de 10 personas durante una hora equivale a 10 horas de trabajo perdidas. Antes de convocar, pregúntate: ¿realmente hace falta esta reunión?
En vez de perseguir soluciones perfectas —que rara vez existen—, busca eficacia con el menor esfuerzo posible. Hazlo bien, lo justo, y sigue avanzando.
Al final, la transformación es inevitable.
Antes, pensaba que necesitaba más experiencia, más recursos, más planificación.
Después entendí que solo necesitaba hacer: lanzar, aprender, corregir, repetir.
Si te sirve de referencia, hace años yo decidí ejecutar en vez de pensar.
Hoy, mi side-project no es perfecto. Pero es real. Y sobre todo, es mío.
Si tienes una idea, empieza.
Si no sabes todo, empieza.
Si sientes miedo, empieza.
Porque al final, no se trata de trabajar más. Se trata de trabajar mejor.
Y eso empieza con una decisión.
La de actuar hoy.
Gracias por acompañarme en un nuevo Diario de Innovación, ¡y te espero mañana en Innovation by Default 💡!