Todos nosotros nacemos con una curiosidad insaciable, una chispa en el corazón que arde cada vez que descubres algo nuevo. Desde pequeño, el mundo es un lugar lleno de misterios esperando ser resueltos: cada pregunta que haces es una puerta hacia un universo de posibilidades. Quieres entenderlo todo… y hacerlo todo.
Pero, a medida que creces, te das cuenta de algo: el mundo parece no estar diseñado para mentes como la tuya. Te topas con sistemas rígidos, estructuras que encajan solo a quienes están dispuestos a seguir un camino lineal. Un camino que, para ti, se siente pequeño, incluso claustrofóbico.
Y entonces surge una pregunta: ¿Qué haces cuando sientes que no encajas en el molde que te ofrece la vida?
Hoy, vamos a sumergirnos en la vida de un polímata, la imagen viva de un hombre del renacimiento. Para ello usaremos alguna de las biografías publicadas sobre Leonardo Da Vinci, como How to Think Like Leonardo da Vinci de Michael J. Gelb o The Da Vinci Curse escrita por Leonardo Lospennato.
Hoy, vamos a hablar de un dilema. Uno que podría ser tuyo o el de alguien que conoces. Es el dilema de quienes sienten que tienen demasiados intereses, demasiadas habilidades… y muy poco tiempo.
Lo llamaremos: La maldición Da Vinci. Y juntos, vamos a explorar cómo convertirla en una bendición.
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Vivimos en una época donde la especialización lo domina todo. Pensemos en un cirujano de columna, un psicólogo experto en esquizofrenia adolescente o un físico que estudia ondas gravitacionales. Cada uno dedica años a dominar un campo tan específico que, literalmente, se convierte en indispensable.
Esto tiene sentido. El conocimiento ha crecido de forma exponencial desde los tiempos de Da Vinci. Cada nueva rama del saber se ramifica aún más, exigiendo que nos enfoquemos si queremos destacar. Si aspiras a ser un experto en algo extremadamente complejo, necesitas una dedicación casi monástica.
Aquí está el primer obstáculo para los Da Vinci modernos: sienten un impulso constante por explorar múltiples intereses, pero la especialización parece empujarles a renunciar a su esencia.
Las personas polifacéticas, esas que algunos llaman Da Vinci modernos, tienden a perder interés una vez que dominan lo básico de un campo. Les fascina aprender cosas nuevas, pero en cuanto aparece la rutina o el esfuerzo sostenido necesario para alcanzar el siguiente nivel, muchas veces abandonan.
Imagina a alguien que comienza a tocar el violín. Se emociona, practica… pero al cabo de unos meses, lo deja. Entonces prueba fotografía, programación, cocina gourmet. Y aunque aprende rápido, nunca se queda lo suficiente como para profundizar.
Y ahí está el dilema. Porque aunque sabes que tienes talento, no puedes evitar preguntarte: ¿Por qué no logro especializarme en algo? ¿Qué hay de malo en mí?
Curiosamente, otro gran obstáculo para los Da Vinci modernos es su miedo a la competencia. Para muchos, enfrentarse a un rival en su campo puede ser una fuente de motivación. Pero para estas personas, la competencia a menudo provoca dudas y los lleva a abandonar.
¿Por qué ocurre esto? Porque, en el fondo, sienten que al cambiar de actividad antes de enfrentarse a un verdadero desafío, pueden proteger su autoestima. Es más fácil decir: "Podría haber sido excelente si me lo hubiera propuesto", que arriesgarse al fracaso. Pero esta actitud les priva de profundizar en cualquier disciplina, dejando una sensación de frustración y vacío.
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¿Qué pueden hacer estas personas para romper el ciclo? Aquí está la clave: encontrar una actividad que sea lo bastante amplia y compleja como para integrar muchos de sus talentos. En lugar de intentar elegir entre varios intereses, la solución es buscar una vocación que los reúna.
Por ejemplo, el autor de esta idea logró reconciliar su naturaleza polifacética construyendo guitarras eléctricas. Este oficio le permitió combinar sus conocimientos en física, ingeniería, diseño y música. Al encontrar una actividad que alimentaba múltiples intereses, logró superar su "maldición Da Vinci".
¿Y tú? ¿Qué actividad podrías encontrar que combine tus talentos, pasiones y curiosidad?
La solución no es mágica, pero hay pasos concretos que puedes tomar para encontrar esa actividad que te permita prosperar:
Haz un inventario creativo. Anota todas las cosas que te gustaría hacer si tuvieras tiempo y dinero ilimitados. No te censures. Pon lo que sea: aprender a bucear, escribir un libro, tocar el piano o incluso viajar al espacio.
Filtra. Pregúntate tres cosas sobre cada actividad:
¿Es divertido?
¿Tengo talento para ello?
¿Puedo ganar dinero con esto?
Las actividades que cumplan con estas tres condiciones son las candidatas más prometedoras.
Evalúa sistemáticamente. Usa herramientas como la matriz BCG: identifica tus "estrellas" (actividades que aportan tanto realización como ingresos) y tus "signos de interrogación" (cosas que amas hacer pero que aún no generan dinero). Esto te ayudará a priorizar y a estructurar tu búsqueda.
Enfréntate al miedo. Elegir un nuevo camino siempre implica un grado de incertidumbre. Pero recuerda: si no sientes algo de miedo, probablemente no estés apuntando lo suficientemente alto. Encuentra el punto justo entre lo ambicioso y lo alcanzable.
Acepta el error y la imperfección. Como decía Leonardo: "El pintor que no tiene dudas logra poco." Los errores son el precio de la innovación. Acepta el aprendizaje continuo como parte del proceso.
La clave del genio de Leonardo da Vinci no fue su conocimiento en sí, sino su capacidad para conectar disciplinas aparentemente inconexas. Desde la anatomía hasta la pintura, su curiosidad insaciable y su voluntad de explorar lo desconocido fueron los motores de su grandeza.
En nuestra vida moderna, el mayor regalo que podemos darnos es aceptar que no tenemos que encajar en moldes rígidos. Al igual que Da Vinci, podemos ser generalistas en un mundo de especialistas, siempre que aprendamos a canalizar nuestra curiosidad de forma estratégica.
¿Te sientes de alguna manera identificado con la "maldición Da Vinci"? ¿Qué podrías hacer hoy para convertirla en una bendición?
Recuerda, el primer paso siempre y seguramente lo más complicado es hacernos las preguntas correctas. ¿Qué preguntas te estás haciendo ahora?
Gracias por acompañarme en este nuevo experimento, ¡y te espero mañana en el Diario de Innovación de Innovation by Default 💡!