¿Cómo crees que habría sido tu vida si hubieras nacido siendo el décimoquinto de diecisiete hermanos? ¿Sería distinta? ¿Quizás mejor o peor?
Además, imagina que esa familia fuera muy humilde, sin privilegios ni grandes ventajas. Si solo contaras con una educación formal mínima, casi insignificante, ¿crees que tu situación sería mejor o peor comparada con la que tienes a día de hoy?
Para nuestro personaje de hoy todo parecía estar en su contra. Y aun así, contra todo pronóstico... ese niño fue capaz de encontrar su camino. Un camino que le llevo a ser uno de los hombres más influyentes de la historia.
El nombre de ese niño es... Benjamin Franklin.
Pero espera. Esto no es un repaso por la biografía de este gran presidente. No te voy a hablar de experimentos con cometas... ni del hombre en los billetes de 100 dólares.
Hoy vamos a algo más profundo:
Hoy exploramos por qué Franklin sigue siendo relevante, siglos después.
Hablamos de su curiosidad insaciable.
De sus principios sólidos.
De cómo convirtió cada adversidad en una oportunidad.
Porque, podríamos decir que la vida de Benjamin Franklin no es solo historia. Es un manual. Un manual para vivir.
Su legado es una invitación... a reflexionar.
A preguntarte: ¿qué puedes lograr... si decides ser un estudiante constante de la vida?
¿Qué podrías alcanzar... si cada día persiguieras el crecimiento personal con determinación?
Franklin no solo vivió una gran vida. Él escribió el guion de cómo enfrentarla de la mejor manera posible.
La pregunta que quiero que nos hagamos hoy es: ¿qué guión vas a escribir tú para la tuya?
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Para empezar la edición de hoy tenemos que viajar hasta Boston, 1706. Un hogar modesto, ruidoso, lleno de niños. Allí, entre el bullicio de dieciséis hermanos, Benjamin crece trabajando en la tienda de velas y jabones de su padre.
A los diez años ya está moldeando velas, con las manos cubiertas de cera caliente. Pero… su mente, su mente está en otra parte. En los libros. En las historias que devora cada vez que tiene un momento libre.
¿Sabes lo que sucede cuando un niño con hambre de conocimiento encuentra un camino, aunque sea pequeño? Se abre una puerta. Y para Franklin, esa puerta fue la imprenta de su hermano. Allí comenzó su verdadera educación. No en una escuela lujosa, sino entre tintas y papeles.
Trabajaba duro, sí, pero cada página que imprimía, cada palabra que leía, era como si ampliará su mundo un poco más. Franklin no se conformó con lo que le tocó vivir. Decidió escribir su propia historia, literalmente.
Benjamin Franklin es uno de esos personajes que parecen venir de otra época, un hombre universal que dominó múltiples campos: inventor, estadista, escritor, diplomático y, sobre todo, un eterno aprendiz. Pero detrás de sus logros extraordinarios había algo más: un sistema metódico y práctico que diseñó para mejorar como ser humano.
Pero aprender no era suficiente para él. Benjamin Franklin entendió algo que muchos de nosotros olvidamos: para que el conocimiento tenga poder, debe estar guiado por principios claros. Este método para el día a día , se convirtió en una herramienta sencilla pero poderosa para cultivar el carácter y llevar una vida más equilibrada.
Así que creó su propio sistema de trece virtudes. Trece valores que lo guiarán en cada aspecto de su vida.
Franklin no creía en los atajos. Para él, estas virtudes no eran simples palabras o aspiraciones abstractas. Eran prácticas diarias, ejercicios constantes de automejora. Cada semana se enfocaba en una virtud en concreto, marcando sus avances y sus fallos en una tabla. Sabía que alcanzar la perfección era imposible, pero también entendía que la meta no era ser perfecto, sino progresar un poco cada día.
Y ese es quizás el mensaje más poderoso de su sistema: que el cambio real viene de la constancia en los pequeños pasos. A mí particularmente me encanta ver cómo estos principios vitales se repiten en muchas personas de éxito a lo largo de nuestra historia.
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Cada una de las virtudes de Franklin es como una brújula para orientarnos en nuestro crecimiento personal. Veamos qué nos enseñan y cómo podemos aplicarlas hoy.
Templanza: Comer y beber con moderación. Franklin veía el exceso como una amenaza que debilitaba el cuerpo y nublaba la mente.
Práctica diaria: Antes de consumir algo, pregúntate: ¿Esto me nutre o simplemente satisface un impulso momentáneo?
Silencio: Hablar solo cuando sea útil o beneficioso, evitando conversaciones triviales o dañinas.
Reflexión: Al final del día, pregúntate: ¿cuántas de mis palabras sumaron valor a mis relaciones o mi entorno?
Orden: Tener un lugar para cada cosa y planificar el tiempo. Franklin creía que el orden era esencial para aprovechar al máximo nuestra energía.
Acción concreta: Dedica cinco minutos a organizar tu espacio físico o digital antes de empezar tu día.
Resolución: Decidir lo que se debe hacer y cumplirlo sin dilación.
Ejercicio: Escoge una tarea que has estado postergando y da hoy el primer paso para completarla.Frugalidad: No gastar en cosas innecesarias. Para Franklin, la frugalidad no era privación, sino libertad.
Consejo práctico: Antes de hacer una compra, pregúntate: ¿Esto realmente mejora mi vida o solo llena un vacío pasajero?Industria: Mantenerse ocupado con actividades productivas y evitar la pereza.
Pregunta clave: ¿Estoy dedicando tiempo a lo que realmente importa, o estoy ocupado sin propósito?Sinceridad: Hablar con honestidad, evitando el engaño y la falsedad.
Ejercicio diario: Reflexiona sobre una conversación reciente y pregúntate: ¿Fui auténtico y honesto, conmigo mismo y con los demás?Justicia: No hacer daño a otros y cumplir con nuestras responsabilidades hacia ellos.
Pregunta: ¿A quién puedo ayudar hoy con un gesto sencillo, pero significativo?Moderación: Evitar extremos y no dejarse llevar por emociones desmedidas.
Práctica: La próxima vez que enfrentes un conflicto, respira profundo antes de reaccionar. Busca equilibrio en tu respuesta.Aseo: Mantener la limpieza del cuerpo, la ropa y el entorno.
Mini reto: Dedica 10 minutos a ordenar o limpiar el lugar donde pasas más tiempo.Tranquilidad
Mantener la calma ante las pequeñas molestias de la vida.
Mantra diario: “Esto también pasará.” Úsalo como un recordatorio para mantener la serenidad.Castidad
Practicar la moderación en los placeres, enfocándolos en la salud y la armonía.
Reflexión: Piensa cómo la moderación puede mejorar no solo tu vida, sino también tus relaciones.Humildad
Inspirarse en figuras como Jesús y Sócrates para cultivar la humildad.
Recordatorio: Todos somos aprendices en esta vida. Reconocer nuestras limitaciones es el primer paso para crecer.
Y es que Bejnamin Franklin no fue solo un hombre de principios. Fue un gran inventor. Un creador. Y, sobre todo, un solucionador de problemas.
¿Has oído hablar de la estufa Franklin? Fue su respuesta a los fríos inviernos y al ineficiente consumo de leña. ¿Y las gafas bifocales? Las creó porque estaba harto de cambiar entre dos pares de lentes.
Pero hay algo más que debes saber: Franklin nunca patentó ninguno de sus inventos. ¿Por qué? Porque creía que las mejores ideas deben compartirse. Para él, la innovación no tenía sentido si no ayudaba a otros.
Esa misma curiosidad lo llevó a volar una cometa en medio de una tormenta para demostrar que el rayo era una forma de electricidad. Y ese experimento cambió la historia, llevándonos al desarrollo del pararrayos.
Y si crees que Franklin se detuvo ahí… te equivocas. Como uno de los padres fundadores de Estados Unidos, usó su inteligencia, su ingenio y su habilidad para unir a personas con ideas opuestas.
Él fue clave en la redacción de la Declaración de Independencia y negoció la alianza con Francia que aseguró la victoria en la Guerra de Independencia. Franklin entendió algo que hoy sigue siendo cierto: el cambio más grande comienza con la unión.
Benjamin Franklin nos dejó mucho más que inventos y documentos históricos. Nos dejó un mapa. Un recordatorio de que no importa dónde comencemos, sino qué hacemos con lo que tenemos.
Él nos enseñó que la curiosidad puede cambiar al mundo. Que los principios pueden guiar nuestras decisiones. Y que el conocimiento, cuando se comparte, se multiplica.
Entonces, dime… ¿qué harás hoy para avanzar un paso más hacia tu mejor versión?
Gracias por acompañarme en este nuevo experimento, ¡y te espero mañana en el Diario de Innovación de Innovation by Default 💡!