La historia de la humanidad es como una red. Un entramado de ideas, poder e información que comenzó con simples cuentos alrededor de una fogata… y que ahora, en la era de la inteligencia artificial, amenaza con sobrepasar a sus propios creadores.
Hoy terminaremos esta miniserie dedicada a explorar la obra de Yuval Noah Harari uno de los pensadores más influyentes de nuestro tiempo. Su obra no solo narra la historia de la humanidad, sino que invita a reflexionar profundamente sobre quiénes somos, cómo llegamos hasta aquí y hacia dónde nos dirigimos. A través de libros como Sapiens: De animales a dioses, Homo Deus: Breve historia del mañana y 21 lecciones para el siglo XXI, Harari aborda grandes preguntas sobre nuestra existencia desde una perspectiva multidisciplinaria y accesible.
Esta miniserie la terminamos con su última obra, hasta el momento, Nexus (2024) explora cómo las redes de información, desde los cuentos y los libros hasta Internet y la inteligencia artificial, han dado forma a la historia de la humanidad. Poniendo al descubierto los riesgos que la tecnología plantea actualmente a estas redes y define las decisiones críticas que la humanidad debe tomar para salvaguardar la información, el poder, el orden y la verdad.
Harari tiene el don de sintetizar siglos de información compleja en relatos claros y cautivadores. Nos ayuda a conectar puntos entre eventos aparentemente inconexos, revelando patrones y tendencias que moldean nuestra historia y nuestro presente.
Uno de los mayores aciertos de Harari es su habilidad para integrar disciplinas como la biología, la economía, la filosofía, la tecnología y la historia. Aunque aborda temas complejos, Harari escribe con un estilo directo, sencillo y, a menudo, provocador. Además Harari no da nada por sentado. Nos invita a replantear nuestras creencias sobre el progreso, la justicia, la felicidad y el papel de la humanidad en el universo. Leer sus libros no es solo informarse, es un ejercicio de pensamiento crítico.
Lo que hace especial a Harari no es solo su capacidad para explicar el pasado, sino su habilidad para vincularlo con el presente y proyectarlo hacia el futuro. Nos reta a cuestionar lo que creemos saber y nos anima a participar en conversaciones urgentes sobre el destino de nuestra especie. En un mundo saturado de información, sus libros son un faro para el pensamiento crítico.
Si algo podemos aprender de su obra, es que nunca debemos dejar de hacernos preguntas, especialmente las incómodas. Porque, como él mismo señala, “las historias que nos contamos definen quiénes somos”. ¿Qué historia estás contando tú? Acompáñame, y cerremos el ciclo de historias de Harari.
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Todo historia tiene un comienzo y un final, la de hoy se inicia en 1979 y la protagoniza al que podríamos denominar como el aprendiz de la historia.
Un joven poeta alemán, Johann Wolfgang von Goethe, escribe El aprendiz de brujo. La historia de un joven que, ambicioso y torpe, desata un hechizo que no puede controlar. Los objetos cobran vida, el caos crece, y, finalmente, solo el maestro puede restaurar el orden.
Ahora… paremos y pensemos por un momento. ¿Cuántas veces la humanidad ha jugado al aprendiz de brujo? ¿Cuántas fuerzas hemos desatado sin entenderlas del todo?
La era industrial. La energía nuclear. La inteligencia artificial. Cada uno de estos avances ha sido como las escobas encantadas del aprendiz. Pero aquí está el problema de la vida real: esta vez no hay un maestro que venga a rescatarnos.
No hay un salvador. No hay un genio o líder que pueda arreglar el desorden que hemos creado. Solo nosotros. Y si queremos sobrevivir, necesitamos entender cómo funciona la red que sostiene todo: la red de la información.
En las anteriores ediciones, hemos hablado sobre las historias que nos hicieron humanos. ¿Qué nos separa de los chimpancés o las hormigas? No somos los más fuertes, ni los más rápidos. Pero tenemos algo que ninguna otra especie tiene: la capacidad de contar historias.
Historias que van más allá de lo que vemos. Historias que construyen religiones, que justifican imperios, que dan valor al dinero. Solo hay que mirar a la combinación de dinero y tecnología que es el Bitcoin, por ejemplo. Hoy vale miles de millones… pero, ¿qué es Bitcoin? Un código. Una idea. Una historia. Un problema matemático complejo, resuelto por los mineros.
Este poder de contar y creer las historias es lo que ha permitido que las redes humanas crezcan. Pero aquí está la parte compleja y complicada de todo esto, estas redes siempre están atrapadas entre dos fuerzas opuestas.
Por un lado, la verdad. Por otro, el orden.
Cuando priorizamos la verdad sobre el orden, las redes pueden colapsar. Piensa en la teoría de Darwin en la era victoriana, desafiando todo lo que la sociedad creía. Pero cuando el orden se impone a la verdad… bueno, mira los regímenes totalitarios, donde las mentiras se convierten en ley.
Hoy vivimos en un mundo donde estas fuerzas están más tensas que nunca. Redes sociales, algoritmos, fake news. La pregunta es: ¿estamos manejando estas historias o ellas nos están manejando a nosotros?
Y así llegamos a la trampa de la información libre, y te lanzo una idea. Más información es mejor. O al menos, eso nos han dicho, ¿verdad? Pero Harari nos recuerda que no es tan simple.
La imprenta de Gutenberg revolucionó la humanidad, sí. Gracias a ella, Galileo pudo publicar su teoría heliocéntrica, y nació la revolución científica. Pero… ¿sabías que la misma imprenta también difundió el Malleus Maleficarum, el manual que desató las cacerías de brujas en Europa?
La información libre no garantiza la verdad. Ni el bien. Y si no establecemos reglas claras, el caos puede apoderarse de estas redes.
¿Te suena familiar? Hoy, en un mundo inundado de datos, los algoritmos de plataformas como Facebook deciden qué información vemos, amplificando el odio y la desinformación. ¿Un ejemplo? La crisis de los Rohingya en Myanmar. Las redes sociales, pensadas para conectar a las personas, se convirtieron en un arma letal.
¿Y sabes qué es lo más inquietante? Esto es solo el principio.
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Y así llegamos a la era de las máquinas pensantes, hacia el año 1950. Por aquella época, Alan Turing predijo que las computadoras algún día pensarían. En aquel entonces, parecía ciencia ficción. Hoy, no solo es real, sino que esas máquinas ya están tomando decisiones por nosotros.
Desde algoritmos que determinan sentencias judiciales hasta IA que decide quién recibe un préstamo. ¿El problema? Ni tú, ni yo, ni siquiera los programadores entienden del todo cómo estas máquinas toman sus decisiones. Muchas veces son capaces de replicar lo bueno y lo malo de sus creadores, sus miedos, sus sesgos.
Es el caso por ejemplo de Eric Loomis, sentenciado a seis años de carcel, basado en un algoritmo llamado COMPAS. Su “delito”: ser clasificado como de “alto riesgo” por un sistema que nadie podía cuestionar.
Si las máquinas deciden, pero no podemos cuestionarlas, ¿qué nos queda? Ya lo sé, esto suena a Minority Report, pero muchas veces la realidad supera a la ficción.
Ahora mismo estamos viviendo los albores de una nueva época, la que podríamos denominar como la revolución de la IA.
Hace ya casi un década, en 2016, esta era empezó con un tablero de Go. Un movimiento imposible. El “Movimiento 37”. AlphaGo, la IA de Google, hace una jugada que ningún humano habría imaginado. Ese momento marcó un antes y un después.
La inteligencia artificial no solo nos supera. Piensa diferente. Ve patrones que no entendemos. Y mientras algunos, como Ray Kurzweil, ven en ella una salvación –una herramienta para curar enfermedades o combatir el cambio climático–, otros advierten que es otro “aprendiz de brujo”.
¿Estamos listos para manejar el poder de la IA? ¿O estamos a punto de ser superados por nuestras propias creaciones?
Y así llegamos al acto final de la edición de hoy, un acto donde revisamos como la historia humana es la historia de nuestras redes de información. Cada avance, desde las tabletas de arcilla de Mesopotamia hasta los supercomputadores de hoy, ha sido un paso adelante… pero también un paso más cerca del caos.
Harari nos deja una idea. Podemos dejar que estas redes nos definan. O podemos tomar el control, aprendiendo de nuestros errores y creando un futuro donde la verdad y el orden estén en equilibrio.
La pregunta no es si podemos detener el avance. La pregunta es si podemos avanzar con sabiduría.
Gracias por acompañarnos en este viaje por las ideas de Yuval Noah Harari. Si te gustó este episodio, comparte la historia, porque, como aprendimos hoy, las historias son las redes que nos unen. Hasta la próxima semana.
Gracias por acompañarnos en este viaje por las ideas de Yuval Noah Harari. Si te gustó este episodio, comparte la historia, porque, como aprendimos hoy, las historias son las redes que nos unen.
Hasta la próxima semana en una nueva edición de Innovation by Default 💡!