Hoy vamos a hablar de una de las revoluciones tecnológicas que transformó el mundo. Más concretamente, hablaremos de uno de sus protagonistas: detestado y admirado a partes iguales, sin duda alguna, un pionero del sector y fundador de uno de los gigantes industriales más importantes del siglo XX.
Y para comenzar tendremos que imaginar un mundo sin electricidad, sin reproductores de música, sin cine. Y es que, así era el mundo en 1847 cuando Thomas Alva Edison nació en un pequeño pueblo de Ohio.
Su nombre es sinónimo de innovación, pero su legado está lleno de mitos y verdades a medias. Qué intentaremos desentrañar en este Diario de Innovación.
¿Fue Edison un genio solitario o el líder de un equipo revolucionario? ¿Existió realmente una rivalidad feroz con Nikola Tesla, o es una historia exagerada por el tiempo? ¿Y qué hay de las acusaciones de antisemitismo y su supuesto rol en la ejecución de la elefanta Topsy?
En este episodio, exploramos al verdadero Edison, desmitificando su vida y analizando su impacto duradero en el mundo moderno.
Estas líneas están inspiradas en Edison, la última biografía escrita por el aclamado autor Edmund Morris, ganador del Premio Pulitzer. En esta obra, Morris nos ofrece una visión íntima y equilibrada del hombre detrás del mito, desmintiendo ideas erróneas que han persistido durante décadas y explorando los triunfos, fracasos y contradicciones de Thomas Edison.
Con un enfoque riguroso y narrativo, Morris no solo ilumina la vida del inventor, sino también el contexto histórico que dio forma a su legado, permitiéndonos comprender a Edison no como un genio aislado, sino como un hombre profundamente humano que transformó el mundo con su creatividad y perseverancia.
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Thomas Edison nació en Milán, Ohio, en 1847, fue el menor de siete hijos. Desde pequeño, su curiosidad por los objetos y sus mecanismos lo hacía destacar… y meterse en problemas. Sus maestros no tardaron en etiquetarlo como un caso perdido, incapaz de prestar atención en clase. Pero su madre, Nancy Edison, no se rindió.
Nancy decidió educarlo en casa, haciendo una inmersión educativa al mundo de los libros. Uno de estos textos, Filosofía Natural, marcó profundamente al joven Edison. Este libro no solo despertó su interés por la ciencia, sino que también lo inspiró a realizar sus primeros experimentos. A los 11 años, había convertido el sótano de su casa en un laboratorio improvisado lleno de químicos etiquetados como “veneno” para mantener a sus hermanos alejados.
Pero no todo fue un éxito. En una ocasión, Thomas quemó un granero mientras experimentaba con el fuego. Aunque su curiosidad a veces causaba caos, esta mentalidad inquieta fue el principio rector de algo mucho más grande que llegaría más adelante en su vida.
A los 13 años, Edison consiguió un trabajo como vendedor de periódicos en el tren entre Port Huron y Detroit. No solo vendía diarios, sino que también comercializaba frutas, dulces y cualquier cosa que pudiera generar ingresos. Vamos, al más puro estilo de las actuales estaciones de servicio.
Durante este tiempo, fundó su propio periódico: el Grand Trunk Herald, que imprimía directamente en el tren. Este pequeño emprendimiento no solo mostró su mentalidad innovadora, sino que también le permitió financiar su creciente pasión por la ciencia.
Sin embargo, su curiosidad lo metió en problemas nuevamente. Un día, mientras realizaba un experimento químico en el tren, una explosión de fósforo dañó el vagón, lo que le costó su trabajo. Este contratiempo no detuvo a Edison, sino que reforzó su determinación de encontrar nuevas formas de innovar.
Uno de los capítulos más destacados de su vida fue la relación profesional que mantuvo con Nikola Tesla, un episodio fascinante y a menudo malinterpretado. Según Edmund Morris, Tesla comenzó trabajando para Edison en 1884 como ingeniero en Edison Machine Works, donde realizó importantes mejoras en los generadores de corriente continua. Sin embargo, su relación profesional se deterioró rápidamente.
El conflicto comenzó cuando Edison supuestamente prometió a Tesla 50,000 dólares por mejorar los generadores, pero luego afirmó que era solo “una broma estadounidense”. Esto decepcionó profundamente a Tesla, quien dejó la compañía poco después.
La situación escaló durante la Guerra de las Corrientes en la década de 1880. Edison defendía la corriente continua (DC), mientras que Tesla, respaldado por George Westinghouse, promovía la corriente alterna (AC) como una alternativa más eficiente para transmitir electricidad a largas distancias. Edison llegó a realizar demostraciones públicas para desacreditar la corriente alterna, mostrando su peligrosidad mediante la electrocución de animales.
Sin embargo, Morris desmiente uno de los mayores mitos alrededor de la figura de Edison, según el autor Edison no tuvo nada que ver en la ejecución de la elefanta Topsy. Este evento ocurrió años después de la Guerra de las Corrientes y no tuvo conexión directa con él.
A pesar de sus diferencias profesionales, Morris revela que Edison nunca albergó un odio personal hacia Tesla. De hecho, llegó a expresar admiración por su talento, aunque sus enfoques y personalidades fueran diametralmente opuestos.
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En 1876, Edison fundó su laboratorio en Menlo Park, Nueva Jersey, el primer centro formal de investigación y desarrollo del mundo. Fue allí donde desarrolló el fonógrafo, un dispositivo revolucionario que permitía grabar y reproducir sonido por primera vez.
Sin embargo, su mayor logro llegó en 1879, con la invención de la bombilla incandescente. Después de miles de pruebas y fracasos, Edison descubrió que un filamento de carbono en una bombilla al vacío podía proporcionar luz estable y duradera. Esto marcó el inicio de la era de la electricidad.
Pero Edison no estuvo libre de controversias. Su amistad con Henry Ford, conocido por sus posturas antisemitas, generó rumores de que compartía estas ideas. Morris, sin embargo, desmiente esta acusación, señalando que Edison contrató a muchos judíos en sus laboratorios y apoyó iniciativas que promovían su integración.
La conexión entre Thomas Edison y General Electric (GE) es una historia de innovación, consolidación y cambio. En 1880, Edison unificó varios de sus intereses comerciales bajo la Edison General Electric Company, con sede en Schenectady, Nueva York, para comercializar sus sistemas eléctricos basados en la corriente continua. Mientras tanto, en Massachusetts, Thomson-Houston Electric Company, liderada por Elihu Thomson y C.J. Houston, crecía rápidamente al adquirir competidores y patentes, posicionándose como un líder en el sector eléctrico.
En 1892, estas dos gigantes del mercado, la Edison General Electric Company y Thomson-Houston Electric Company, se fusionaron para formar General Electric Company, gracias a la influencia del financiero J.P. Morgan. Este movimiento marcó un giro importante: Morgan compró las acciones de Edison, relegándolo de la dirección de la compañía y priorizando la adopción de la corriente alterna, desarrollada por Nikola Tesla, en lugar de la corriente continua defendida por Edison.
Aunque Edison quedó fuera de la gestión y su nombre desapareció del título oficial, General Electric continuó desarrollando y expandiendo su legado. La compañía no solo adoptó muchas de sus patentes, sino que también lideró la industrialización global de las tecnologías eléctricas, manteniendo a Schenectady, Nueva York, como su centro de operaciones por muchos años. Esta fusión no solo dio lugar a uno de los conglomerados más influyentes de la historia, sino que también subrayó cómo las ideas pioneras de Edison continuaron dando forma al mundo moderno incluso después de su salida.
A lo largo de su prolífica carrera, Thomas Edison registró un impresionante total de 1,093 patentes en Estados Unidos, además de muchas más en países como Reino Unido, Francia y Alemania. Estas abarcan innovaciones revolucionarias que moldearon la vida moderna. Entre sus inventos más destacados se encuentran el telégrafo cuádruplex (1874), que permitía enviar y recibir cuatro mensajes simultáneamente; el fonógrafo (1877), primer dispositivo capaz de grabar y reproducir sonido; y la bombilla incandescente (1879), cuyo diseño perfeccionado con filamentos de bambú carbonizado ofreció una duración de hasta 40 horas.
También desarrolló el micrófono de carbón (1877-1878), mejorando significativamente las comunicaciones telefónicas, y el kinetoscopio (1891), un dispositivo precursor del cine que permitía visualizar imágenes en movimiento. Más tarde, diseñó la batería de níquel-hierro (1901), pensada para vehículos eléctricos, y descubrió el efecto Edison (1883), un principio fundamental en la electrónica moderna.
Además, Edison supervisó la creación de la primera central eléctrica comercial (1882), capaz de distribuir electricidad a gran escala, y colaboró en el desarrollo del vitascope (1896), un proyector cinematográfico que compitió con el cinematógrafo de los hermanos Lumière.
Sin embargo, no todas sus iniciativas fueron exitosas. Su intento de revolucionar la minería, conocido como “Edison’s Folly”, resultó ser un fracaso muy costoso. A pesar de ello, Edison nunca dejó de innovar, demostrando que su genio residía tanto en su capacidad para crear como en su disposición para aprender de sus errores. Este legado de invenciones y aprendizaje continuo consolidó su lugar como uno de los mayores inventores de la historia.
Cuando Edison murió en 1931, el mundo entero lamentó su pérdida. Su impacto fue tan profundo que el presidente Herbert Hoover sugirió apagar todas las luces del país en su honor.
La historia de Thomas Edison no es solo la de un inventor brillante, sino también la de un hombre lleno de contradicciones. Un genio obsesivo que trabajaba hasta el agotamiento, pero que nunca dejó de soñar con un futuro mejor.
Edison nos enseñó que la curiosidad, la perseverancia y la capacidad de aprender de los fracasos son las claves para cambiar el mundo.
¿Y tú? ¿Qué luz quieres encender en el mundo a lo largo de este 2025?
Gracias por acompañarme en este nuevo experimento, ¡y te espero mañana en el Diario de Innovación de Innovation by Default 💡!