¿Alguna vez te has preguntado qué es lo que hace a un verdadero maestro? O, ¿por qué tantas personas abandonan antes de alcanzar su meta?
Nuestra sociedad está inundada de mensajes donde nos prometen soluciones rápidas, atajos y métodos que garantizan el éxito en 30 días o menos. Pero la verdad es otra: la verdadera maestría, esa que cambia vidas y define legados, no es un destino. Es un camino.
Hoy quiero hablarte de Mastery, un libro escrito por George Leonard, un hombre que entendió como pocos el arte de aprender y crecer. Este libro es tan viejo como Curro o Coby, si has entendido esta broma ya sabrás que no tiene un par de años. Lo que aprenderemos de él, no es solo cómo dominar una habilidad; es cómo vivir una vida llena de propósito.
Lo importante es que, si nos fijamos, estos mensajes de urgencia, métodos milagrosos e instantáneos han estado presentes durante décadas. Quizás, debido a nuestra naturaleza efímera, buscamos constantemente atajos para aprovechar al máximo el recurso que nos define: el tiempo. Así que, si quieres dominar el arte de la maestría, acompáñame hoy en este viaje.
Suscríbete para leer esta y otras muchas historias sobre innovación, tecnología y negocios.
Primero, vamos a desmontar un mito. La maestría no es una línea recta que te lleva del punto A al punto B. No, amigo, los planes perfectos no existe. La maestría es más como una montaña rusa: avances, pausas, caídas… y de vez en cuando, esos momentos gloriosos de progreso.
Podríamos asemejar el proceso al de aprender a tocar un instrumento. Al principio, todo suena horrible, tus dedos duelen, y más de una vez piensas: “¿Para qué sigo haciendo esto?”. Pero sigues. Practicas. Y, un día, casi sin darte cuenta, tus dedos encuentran la presión y cadencia adecuada para que suene una melodía agradable y equilibrada.
Eso es la maestría. No se trata solo de llegar al concierto; se trata de amar cada nota del ensayo.
Por ejemplo, tomemos el caso de un maestro, un maestro del deporte. Michael Jordan veía el fracaso no como un obstáculo, sino como una oportunidad para mejorar. Su famosa cita ilustra esta mentalidad.
“He fallado más de 9.000 tiros en mi carrera. He perdido casi 300 partidos. En 26 ocasiones me confiaron el tiro ganador y fallé. He fallado una y otra vez en mi vida. Y es por eso que tengo éxito” - Michael jordan
Pero ahondemos en los cinco pilares de la maestría, George Leonard identificó cinco claves que todo maestro debe abrazar:
Instrucción: Nadie alcanza la cima solo. Encontrar un buen maestro es fundamental. Alguien que te rete, que te enseñe a confiar, incluso cuando no entiendes por qué te pide hacer cosas que parecen inútiles. Te acuerdas del dar cera, pulir cera, ¿no?
Práctica: Y no hablo solo de repetir algo hasta que salga bien. Hablo de convertir la práctica en tu camino. De disfrutar cada momento, incluso cuando parece que no avanzas. Por ejemplo, saliendo a correr a las 6 A.M. para preparar un maratón, si no disfrutas el proceso, ya te digo yo que estarás muerto en el kilómetro 25.
Entrega: Dejar el ego en la puerta y confiar en el proceso. A veces tendrás que parecer un novato, equivocarte una y otra vez. Pero ese es el precio de la grandeza. Para crecer y mejorar, todo héroe necesita de sus villanos.
Intencionalidad: Visualízalo. Cierra los ojos y ve cómo logras ese tiro perfecto, esa nota impecable, esa jugada que has soñado. Los grandes atletas, como Jack Nicklaus, dedican más tiempo a imaginar su éxito que a ejecutarlo.
Control del borde: Los bordes son esos momentos donde sientes que no puedes más, que has llegado al límite. Es ahí donde el maestro se diferencia del resto. Porque no retrocede; avanza. Ya hablamos hace unas semanas sobre el concepto de la liminalidad, ese lugar mágico donde muchas cosas suceden.
Pero, no todo es tan sencillo, hay muchos enemigos que aparecerán en este proceso. No todo el mundo está preparado para este camino. Según Leonard, hay tres tipos de personas que nunca alcanzan la maestría.
Los primeros son los principiantes, comienzan nuevos proyectos con entusiasmo, pero abandona al enfrentar las primeras dificultades.
Luego tendríamos los obsesivos, son quienes quieren resultados inmediatos. Practican como locos durante unas semanas y, cuando no ve progreso, se rinde.
Y los últimos, serían los conformistas, son la típica persona que se siente cómodo en la mediocridad. Sabe lo suficiente para “pasar el día”, pero nunca se esfuerza más allá de su zona de confort.
Reconocer estas tendencias en nosotros mismos es el primer paso para superarlas.
Si te gusta lo que estas leyendo, no olvides que también tienes disponible el podcast de Innovation by Default 💡. Suscríbete aquí 👇
Una de las lecciones más difíciles de aceptar es que la maestría vive en las mesetas. Esos momentos donde parece que no estás avanzando.
Pero aquí está el truco, las mesetas no son el fin, son parte del camino. Si aprendes a disfrutarlas, a encontrar la belleza en la repetición y la paciencia, estás mucho más cerca de alcanzar algo extraordinario.
Leonard lo vivió en su práctica de aikido. Mientras sus compañeros abandonaban, él se quedaba, repitiendo movimientos simples una y otra vez. Y con el tiempo, esos movimientos se volvieron arte.
Pero inclusive, siguiendo todos los consejos de George Leonard, habrá momentos que la cosa no funcione.
Incluso con la mejor actitud, tropezarás. Es inevitable. La pregunta no es si caerás, sino cómo te levantarás.
Cómo recuperarnos de esas caídas, Leonard nos sugiere tres pasos:
Rodéate de maestros. Busca personas que hayan recorrido este camino antes que tú. Escucha sus historias, aprende de sus errores.
Encuentra alegría en la práctica. No te obsesiones con los resultados; ama el proceso. Cada pequeño paso cuenta.
Crea rituales. Antes de cada sesión de práctica, dedica un momento para centrarte. Un ritual, como el lavado de manos de un cirujano antes de operar, puede ser tu ancla para enfocarte y dar lo mejor de ti.
Para recorrer este camino, necesitas energía. Pero no solo física; también mental y emocional. ¿Cómo encontrar esa energía y compromiso?
Es importante mantenerse activo. Mueve tu cuerpo, porque un cuerpo fuerte sostiene una mente fuerte. Luego prioriza. No puedes hacerlo todo. Elige en qué quieres invertir tu energía y comprométete. Selecciona las batallas que puedes ganar. Y por último, acepta tu compromiso. Deja de verlo como un sacrificio y comienza a verlo como un privilegio. Porque realmente lo es.
La maestría no va de reconocimiento, ni de aplausos, ni siquiera de resultados. Se trata de caminar un camino que te transforma.
Así que aquí está mi reto para ti: elige algo, lo que sea, y hazlo con atención plena. Lavar los platos, correr por la mañana, tocar un instrumento. Lo que importa no es la actividad, sino el cómo.
Y recuerda: no importa qué tan lejos llegues, siempre habrá más montaña por escalar. Pero esa… es la verdadera belleza del viaje.
¿Qué opinas? ¿Es este el impulso que necesitas para comenzar tu propio camino de maestría?
Gracias por acompañarme en un nuevo Diario de Innovación, ¡y te espero mañana en Innovation by Default 💡!