¿Alguna vez has sentido envidia al ver a un atleta olímpico o a un músico de clase mundial? ¿Has pensado que su talento es algo con lo que nacieron, un regalo divino que tú no recibiste?
Creo que una de las mejores sensaciones de la vida es alcanzar metas soñadas, como escalar el pico más alto que jamás pensaste subir. Sin embargo, soy consciente de lo solo y vacío que se puede sentir en esos momentos. Llegar alto está bien, pero subir y lograr lo que te propones no tiene sentido si no estás rodeado de buenas personas. Porque ahí arriba hace mucho frío. Por eso, es mejor disfrutar del camino y del proceso. De lo contrario, alcanzar esa meta no tendrá propósito alguno cuando llegue el momento de bajar.
Hoy nos adentraremos Número uno: Secretos para ser el mejor en lo que nos propongamos, de Anders Ericsson y Robert Pool, un libro que va en contra del mito del “talento innato” y nos demuestra que, con práctica deliberada, cualquiera puede alcanzar la maestría en cualquier campo. Así que, si estás listo para replantearte lo que sabes sobre cómo se alcanza la excelencia, acompáñame en esta edición del Diario de Innovación.
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Comencemos con un pequeño spolier: nadie nace con habilidades extraordinarias; las desarrollamos durante nuestra vida. El verdadero motor del éxito se encuentra en la práctica deliberada.
Un ejemplo perfecto es Wolfgang Amadeus Mozart, el genio musical que podía identificar cualquier nota con precisión. ¿Era un don divino? No. Mozart practicó desde temprana edad bajo la guía de su padre, desarrollando lo que conocemos como oído absoluto.
Estudios recientes, como el de la psicóloga japonesa Ayako Sakakibara, demostraron que este “don” puede enseñarse. Ella entrenó a 24 niños pequeños para identificar notas musicales, y todos lograron desarrollar oído absoluto tras meses de práctica guiada. La conclusión es clara: nuestras capacidades no son fijas; pueden expandirse con el entrenamiento adecuado.
El cerebro, al igual que cualquier otro músculo, crece con el uso. Sin embargo, con la proliferación constante de tecnología a nuestro alrededor, estamos atrofiándolo. ¿Quién sabe si dentro de unas décadas tendremos gimnasios para la mente? Quizás sirvan para evitar su atrofia, tonificarla o desarrollarla de manera excepcional, como hacen los culturistas.
Hablemos ahora de los taxistas de Londres.
Para conducir en esta caótica ciudad, deben memorizar miles de calles y rutas. Pero lo sorprendente es lo que ocurre en su cerebro. Un estudio liderado por la neurocientífica Eleanor Maguire encontró que los taxistas tenían un hipocampo posterior más grande, el área del cerebro asociada con la memoria espacial.
El detalle clave es que este crecimiento no era innato. Antes de iniciar su entrenamiento, los futuros taxistas tenían cerebros similares a cualquier otra persona. Sin embargo, tras años de práctica, su cerebro literalmente se transformó. Y es que este hallazgo es sorprendente: cuando entrenamos, no solo adquirimos habilidades, ¡nuestro cerebro cambia físicamente!
Si piensas en un neurocirujano, un abogado penalistas o un físico cuántico. ¿Qué hace que un experto actúe con tanta precisión? La respuesta está en sus representaciones mentales.
Tomemos el ejemplo de un jugador profesional de béisbol. Gracias a años de práctica, su cerebro ha almacenado patrones detallados sobre cómo se mueve una pelota. Esto le permite predecir, en milisegundos, la velocidad y trayectoria de un lanzamiento, y reaccionar con una precisión que para nosotros parece mágica.
Esto no es exclusivo del deporte. Estas representaciones mentales están detrás del desempeño sobresaliente en cualquier campo: música, ciencia, arte, incluso conducir un taxi en medio del caos de una ciudad como Londres.
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Como hemos comentado ya la clave para mejorar está en la práctica deliberada, pero la realidad es que no todas las prácticas son iguales. Si realmente quieres mejorar, necesitas algo más: práctica con propósito.
Esto implica:
Establecer objetivos claros.
Salir de tu zona de confort.
Recibir retroalimentación constante.
Un ejemplo notable es el experimento de Anders Ericsson con un estudiante llamado Steve. Al inicio, Steve solo podía memorizar 7 dígitos, como la mayoría de nosotros. Pero tras meses de práctica enfocada, logró recordar ¡82 números! Su secreto: fijar metas específicas, aceptar desafíos progresivos y aprender de sus errores.
Deliberación: Lo que separa a los buenos de los extraordinarios, como decíamos hace un momento la práctica deliberada lleva el concepto de práctica con propósito al siguiente nivel. Y aquí encontramos dos elementos cruciales para el éxito en esa práctica:
Un campo bien desarrollado. Es más fácil avanzar en áreas donde ya existen expertos que han marcado el camino.
Guía experta. Un buen mentor puede acelerar tu progreso al enseñarte técnicas probadas y evitarte errores innecesarios.
Pensemos en los músicos profesionales. Su éxito no se debe solo a horas de práctica, sino a maestros que les han transmitido las mejores estrategias para alcanzar la excelencia.
Y finalmente, llegamos al mito del talento innato. ¿Qué tan real es?
Mozart, a menudo citado como el ejemplo máximo de genio precoz, no fue tan “natural” como parece. Su padre, Leopold Mozart, no solo era un compositor experimentado, sino también su maestro desde una edad temprana. Lo que percibimos como talento en realidad fue el resultado de años de práctica guiada. Años de práctica desarrollados en un momento en el que nadie contaría con ello, cuando otros niños estaban jugando o aprendiendo a leer, Mozart estaba sentado delante de un piano durante horas.
Y esto aplica a cualquier campo: los grandes no nacen grandes; se hacen grandes.
Número uno: Secretos para ser el mejor en lo que nos propongamos nos deja una lección clara: no existen atajos hacia la excelencia. La clave está en practicar deliberadamente, desafiarnos constantemente y buscar la guía adecuada. Si quieres destacar en algo, no pienses en si tienes talento; enfócate en cuánto estás dispuesto a trabajar.
Y ahora, pregúntate: ¿en qué campo estás listo para comenzar tu viaje hacia la maestría?
Gracias por acompañarme en un nuevo Diario de Innovación, ¡y te espero mañana en Innovation by Default 💡!