Todo comenzó hace unas horas, frente a mi pantalla. Tenía un reto: escribir un guión que resumiera las enseñanzas de Storyworthy, el libro de Matthew Dicks. Parece sencillo, ¿no? Al fin y al cabo, solo tenía que leer, procesar y redactar. Lo mismo que hago todos los días, para haceros llegar un nuevo Diario de Innovación.
Pero entonces algo cambió.
Mientras avanzaba en la tarea, me di cuenta de algo. No podía escribir sobre storytelling si no contaba mi propia historia en el proceso. Y así, sin darme cuenta, estaba aplicando la primera regla de Matthew: una buena historia siempre implica un cambio en el protagonista.
Así que hoy, os cuento la historia de cómo escribir este guión me enseñó más de lo que esperaba.
Suscríbete para leer esta y otras muchas historias sobre innovación, tecnología y negocios.
Primer Acto: El reto
La mañana empezó como cualquier otra. Me senté con mi café, abrí el resumen del libro y comencé a leer.
“Una buena historia necesita transformación, un momento clave de 5 segundos, y una estructura que enganche.”
Genial, pensé. Pero mientras escribía las primeras líneas del guión, algo no terminaba de encajar del todo. Todo sonaba… frío. Como si estuviera explicando una receta de cocina de Karlos Arguiñano en lugar de transmitir lo que el libro realmente enseña.
Y entonces, recordé una de las enseñanzas del libro: cada historia necesita un elefante.
Matthew Dicks lo llama así porque el elefante es lo grande, lo evidente, el tema central. Mi elefante era claro: ¿cómo podía escribir sobre storytelling si no lo vivía mientras lo escribía?
Segundo Acto: El momento de los 5 segundos
Así que de repente, en ese mismo instante, todo parecía tener sentido. Seguí escribiendo para completar estas líneas que
Estaba releyendo el resumen cuando una frase me golpeó:
“Las historias más poderosas giran en torno a cinco segundos que lo cambian todo.”
Fue como si un interruptor se activara en mi cabeza. Me detuve, miré mis notas y me pregunté: ¿cuál es mi momento clave aquí?
Y ahí lo vi: este no es un guión sobre un libro. Es una historia sobre cómo aprender a contar historias me está transformando mientras lo hago. Ese era mi cambio. Ese era mi “antes y después”.
Tercer Acto: La estructura toma forma
A partir de ese momento, todo empezó a fluir. Recordé otra lección de Matthew: las historias deben dividirse en escenas claras y espacios físicos.
Así que reconstruí mi historia en imágenes.
Primero, la escena inicial: yo frente a la pantalla, luchando por encontrar una manera de conectar con ustedes, la audiencia. La lucha del creador frente al folio en blanco.
Luego, el momento de los 5 segundos: el clic mental que me hizo darme cuenta de que esta era mi historia. La historia de hoy iba realmente de eso, de cómo contar buenas historias.
Y finalmente, la escena en la que estoy ahora: escribiendo estas palabras con la certeza de que no solo estoy compartiendo un resumen, sino una vivencia real.
Todo esto, sin olvidar otro elemento clave que, según Matthew, es esencial para dar forma y sentido a nuestra historia: el “reloj de arena”. Este recurso consiste en frenar justo antes del momento crucial, con el objetivo de construir tensión (vamos como vas a comprobar ahora mismo). Tomé un respiro y me aseguré de que cada palabra condujera al clímax de la historia. El cambio debía sentirse, no solo leerse.
Si te gusta lo que estas leyendo, no olvides que también tienes disponible el podcast de Innovation by Default 💡. Suscríbete aquí 👇
Cuarto Acto: Lecciones inesperadas
Mientras avanzaba, me di cuenta de que estaba usando todas las herramientas y enseñanzas que Matthew recoge en su libro, casi sin darme cuenta, parecía que el guión de este Diario de Innovación cobraba vida y estructura por sí solo. Podía empezar a reconocer algunas de las herramientas en las líneas que estaba leyendo, era evidente que ahí estaban:
La mochila: Desde el inicio, expuse mi reto: escribir algo que no solo explicara el libro, sino que conectara emocionalmente. Aquí eres tú el que debería juzgar estas líneas.
Las migas de pan: Dejé pistas sobre mi frustración inicial, para que tú que lees estas líneas te preguntaras: ¿logrará aplicar esos aprendizajes en este Diario de Innovación?
El humor: Aunque no soy una persona graciosa y divertida, el objetivo era mantener el texto con una estructura sencilla y ligera, porque la vida misma nunca es del todo seria.
Al final, entendí que este ejercicio no era solo sobre storytelling. Era sobre autenticidad. Sobre aceptar que no necesitas grandes gestos ni palabras floridas para contar algo poderoso. Solo necesitas ser honesto en lo que cuentas y estar dispuesto a compartir tus aprendizajes y vivencias.
Acto final: El final (que también es un comienzo)
Ahora estoy aquí, terminando este guión. Mirando hacia atrás, puedo decir que escribirlo fue un pequeño viaje, lleno de frustraciones, descubrimientos y momentos de claridad.
Matthew Dicks tenía razón: las mejores historias no son las más extraordinarias. Son las que muestran un cambio real, un momento que transforma todo.
¿Y mi cambio? Pasé de pensar que estaba escribiendo un resumen a entender que estaba viviendo una historia.
Así que te dejo con esta invitación: al final del día, busca tu momento de 5 segundos. Escríbelo, cuéntalo, compártelo. Porque en cada uno de esos instantes, se esconden las historias que valen la pena contar.
Y recuerda: tu historia puede cambiarte a ti… y quién sabe si a alguien más.
Gracias por acompañarme en un nuevo Diario de Innovación, ¡y te espero mañana en Innovation by Default 💡!