Vivimos en un mundo donde cada vez más decisiones son influenciadas por la inteligencia artificial.
Desde lo que compramos hasta cómo se diagnostican enfermedades, la IA está remodelando la forma en que tomamos decisiones
Pero, ¿cómo podemos diseñar un futuro en el que la IA sea confiable, ética y verdaderamente útil?
Hoy exploraremos el camino hacia un mundo basado en IA, los desafíos que enfrentamos y las oportunidades que podemos aprovechar.
Con la edición de hoy acabamos la serie dedicada a los superpoderes predictivos que nos proporciona la IA; gracias a los aprendizajes de Ajay Agrawal, Joshua Gans y Avi Goldfarb, a través de su libro Power and Prediction: The Disruptive Economics of Artificial Intelligence.
Suscríbete para leer esta y otras muchas historias sobre innovación, tecnología y negocios.
El primer punto para diseñar un sistema es que sea confiable para los usuarios, hasta hace unos años esa funcionalidad residía en cuan bueno era el código que se generaba, pero hoy en día, ¿cómo podemos diseñar sistemas confiables en la era de la IA?
Un sistema confiable no solo es preciso, sino que también es coherente y predecible.
Veámoslo mejor con un ejemplo. En Nueva York, si quedas en encontrarte con alguien sin un punto de referencia, ¿dónde vas? La mayoría de la gente se reuniría en Grand Central Station, debajo del gran reloj. Ese es un punto de coordinación: algo que todos entienden sin necesidad de hablarlo.
Los sistemas actuales funcionan con reglas similares. Pero cuando introducimos IA, esas reglas empiezan a cambiar.
Sigamos con otro ejemplo: Un restaurante que usa IA para predecir qué platos serán más populares.
✅ Si la IA funciona bien, el restaurante compra más ingredientes de los platos más vendidos reduciendo así el desperdicio de comida.
❌ Pero si la IA hace predicciones erróneas, el restaurante podría quedarse sin los platos más pedidos o desperdiciar recursos en los que nadie pidió.
Aquí aparece el dilema: ¿Cómo creamos sistemas confiables cuando dejamos de usar reglas fijas y empezamos a tomar decisiones en tiempo real?
Para ello los sistemas que diseñamos, requieren un equilibrio de flexibilidad y cierta estabilidad. Que permitan realizar ajustes, pero sin perder la confiabilidad. Y que usen IA no para reemplazar la estructura, sino para mejorarla.
Entonces el reto en sí no es solo tecnológico, es de diseño de sistemas.
Puede que esta nueva era de la IA; nos de la posibilidad de reinventar industrias. Al igual que ya lo hizo internet, el móvil o la nube. Casi que podríamos ver a la IA como un “lienzo en blanco” para rediseñar industrias
Imagina que pudieras reinventar cualquier industria desde cero usando IA.
No solo mejorando procesos, sino reimaginándolos por completo.
Uno de los mejores ejemplos que podemos imaginar estaría relacionado con el sector de los seguros.
Hoy en día, las aseguradoras evalúan riesgos y cobran primas basadas en datos históricos. Pero, ¿qué pasaría si, en lugar de reaccionar a los riesgos, la IA nos ayudara a prevenirlos?
Las aseguradoras podrían usar IA para analizar patrones y advertir a los clientes sobre riesgos antes de que ocurran. Como las precogs de Minority Report, pero sin castigo para nadie.
Por ejemplos, si vives en una zona propensa a huracanes la IA podría ayudarte recibiendo recomendaciones personalizadas para proteger tu hogar.
O si eres conductor, la IA te podría enviar alertas para que realices cambios en tu forma de conducir antes de tener que ajustar la prima de tu seguro de cara al próximo año.
El resultado no es solo un negocio más eficiente, sino una industria que protege de manera proactiva en lugar de solo compensar pérdidas.
Este es el verdadero poder de la IA: nos permite replantear cómo funcionan los sistemas, en lugar de solo hacerlos más rápidos o más baratos.
Pero para sacar provecho de esta aproximación, necesitamos un nuevo modelo mental entorno a la IA.
Si te gusta lo que estas leyendo, no olvides que también tienes disponible el podcast de Innovation by Default 💡. Suscríbete aquí 👇
Podríamos decir que actualmente la mayor amenaza para la IA es la confianza.
Porque, seamos honestos: la mayoría de la gente no confía en un sistema que no entiende.
¿Cómo construimos entonces esa confianza en la IA?
Y aquí está la ironía: para que confiemos en la IA, necesitamos que la IA nos haga sentir que somos nosotros los que tenemos el control.
Veamos esta ironía de forma explícita con algún que otro ejemplo:
En medicina, la IA puede diagnosticar enfermedades con gran precisión, pero los pacientes confían más en un médico que les explique el diagnóstico.
En el sector financiero, un algoritmo puede aprobar o rechazar un crédito, pero si el cliente no entiende por qué, la confianza en el banco disminuye.
En los coches autónomos, la IA puede tomar decisiones en la carretera, pero si los pasajeros no entienden cómo actúa, la sensación de seguridad desaparece.
El futuro de la IA no depende tanto de hacer predicciones más certeras, sino de diseñar sistemas donde las personas comprendan y confíen en esas predicciones.
¿Cómo se logra eso? Pues parece que esta comprensión y confianza depende de tres factores principalmente:
Transparencia: Explicar cómo y por qué se toman ciertas decisiones.
Control: Dar a los usuarios la capacidad de entender y ajustar los sistemas según sus necesidades.
Retroalimentación: Permitir que los humanos corrijan la IA cuando cometa errores.
La confianza en la IA no se construye con tecnología. Se construye con experiencia de usuario.
Y quienes entiendan esto, serán los que lideren las industrias y negocios de la próxima era.
En este punto, podemos plantearnos cuál será el futuro de la toma de decisiones y el juicio sobre ellas.
Como hemos repetido incansablemente durante esta miniserie estamos entrando en una nueva era en la toma de decisiones. Antes, dependíamos de una serie de reglas fijas. Ahora, la IA nos permite basarnos en probabilidades y adaptar nuestras acciones en tiempo real.
Pero la gran pregunta clave sigue siendo la misma: ¿cómo equilibramos la predicción con el juicio humano?
Porque aunque la IA puede anticipar el futuro con gran precisión, hay algo que sigue siendo exclusivamente humano: el significado detrás de esas predicciones.
Un algoritmo puede decirnos qué pacientes tienen más riesgo de un infarto. Pero un médico debe decidir qué tratamiento es el mejor para cada persona. Una IA puede recomendar qué producto comprar. Pero el consumidor sigue teniendo el control de la decisión final.Un sistema financiero puede predecir quién pagará un préstamo. Pero la ética detrás de su concesión sigue siendo una cuestión humana.
La inteligencia artificial no nos quita el poder de decidir.
Nos da mejores herramientas para tomar decisiones más informadas.
El futuro no es un mundo gobernado por máquinas. Es un mundo donde humanos y máquinas trabajan juntos para tomar mejores decisiones.
La IA no es solo una herramienta para hacer las cosas más rápido.
Es una oportunidad para replantear cómo tomamos decisiones y cómo diseñamos el mundo que queremos.
Si queremos un futuro basado en IA, debemos asegurarnos de que sea un futuro confiable, transparente y ético.
Si este episodio te hizo reflexionar, compártelo con alguien que quiera entender cómo la IA está cambiando el mundo.
Gracias por acompañarme en un nuevo Diario de Innovación, ¡y te espero mañana en Innovation by Default 💡!