Hoy vamos a hablar de un concepto fascinante: cómo las ideas, los productos y los comportamientos pueden propagarse como epidemias y qué podemos hacer para aprovechar este fenómeno.
Piensa en una moda que de repente explotó, yo todavía recuerdo a los rapperos durante los años 90 con sus camisetas de futbol americano y pantalones anchos caídos hasta las rodillas, ¿alguién realmente pensó en su momento que eso era moderno?
O tal vez un producto que nadie usaba y que, de un día para otro, parecía estar en todas partes. O una serie de televisión que pasó sin pena ni gloria en la televisión tradicional, La Casa de Papel, y paso a convertirse en un fenómeno global gracias a Netflix. ¿Qué fue lo que hizo que diera ese salto?
El periodista Malcolm Gladwell, en su libro El Punto Clave, nos cuenta que ideas y tendencias funcionan igual que las epidemias. Se propagan de manera predecible y explosiva cuando se dan las condiciones adecuadas.
Hoy vamos a explorar los tres factores clave que hacen que algo cruce su punto de inflexión y cómo puedes aplicar esto en tu vida.
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Hace unos años, Hush Puppies, una marca de zapatos que casi nadie compraba, de repente se convirtió en un fenómeno. Pasó de vender 30.000 pares a 2 millones en solo un año. Pero lo curioso es que la empresa no hizo nada especial. Simplemente, unos cuantos hipsters de Manhattan empezaron a usarlos, y el resto es historia.
Lo mismo ha pasado con productos, movimientos sociales e incluso ideas que transforman la sociedad. Hay un momento en que todo parece explotar y extenderse sin control. Ese momento es lo que Malcolm Gladwell llama “el punto de inflexión”, y hoy vamos a profundizar en él.
Y es que las buenas ideas se propagan como virus.
Piensa en una gripe. Al principio, unos pocos se contagian. Luego, sin que nadie lo note, la enfermedad alcanza un punto crítico y se convierte en epidemia. Con las ideas, los comportamientos y los productos pasa exactamente lo mismo.
Gladwell dice que el crecimiento de estas tendencias sigue una curva predecible: al principio es lento, apenas perceptible, pero cuando llega al punto de inflexión, la propagación es imparable. Un ejemplo clásico es el fax. En 1984, Sharp lanzó el primer fax para el consumo masivo y vendió unas 80.000 unidades. Las ventas aumentaron poco a poco, hasta que en 1987 llegó el punto de inflexión: de repente, todos necesitaban un fax porque todos los demás ya tenían uno. Puede venir provocado por el famoso efecto de red.
Pero, ¿qué hace que algo cruce ese umbral y se convierta en una epidemia?
Según Gladwell, hay tres factores que podríamos dar en llamar las 3 claves de las epidemias sociales, y que pueden hacer que una idea o tendencia explote:
Las personas clave
La pegajosidad del mensaje
El contexto y las circunstancias externas
Vamos a ver cada uno de ellos.
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Según Gladwell en un sistema de comunicación, la importancia radica en el mensajero, es decir, quién transmite el mensaje.
No todas las personas tienen el mismo impacto en la difusión de una idea. Hay tres tipos de personas que juegan un rol fundamental:
Los Conectores (hoy los llamaríamos influencers) son personas con una enorme red de contactos. No solo conocen a mucha gente, sino que su red es diversa. Son el puente entre distintos círculos sociales. Si quieres que una idea se difunda rápido, necesitas que un Conector la comparta.
Los Expertos o “Mavens” son los que acumulan información y la comparten con los demás. Son esas personas que saben cuál es el mejor restaurante, qué móvil vale la pena comprar o qué inversión es la más rentable. La gente confía en ellos porque tienen datos de primera mano.
Los Vendedores son los persuasivos. No solo tienen información, sino que tienen el carisma para convencer a los demás. Su entusiasmo es contagioso. ¿Alguna vez has hablado con alguien tan apasionado por un tema que terminas queriendo probar lo que recomienda? Eso es un Vendedor nato.
Si un producto o idea logra conquistar a estas tres personas clave, está en camino a convertirse en una epidemia. Es lo que Gladwell da en denominar como La Ley de los Pocos, también conocida como “The Law of the Few”. Esta ley sugiere que un pequeño número de personas influyentes pueden tener un impacto desproporcionado en la difusión de ideas, tendencias o comportamientos sociales.
Pero, realmente no basta con que la información se propague; tiene que quedarse en la mente de las personas.
El mensaje en sí debe ser claro, simple y fácil de recordar. Gladwell sugiere que un mensaje efectivo debe ser “pegajoso” o tener un “factor de fijación” que lo haga memorable y fácil de transmitir a otros.
Un buen ejemplo es Barrio Sésamo. Al principio, los creadores separaban las escenas con humanos de las escenas con los Teleñecos. Pero los niños se aburrían. El pequeño cambio de mezclar humanos con Teleñecos hizo que el programa fuera mucho más efectivo.
Otro ejemplo: en los años 50, la marca de cigarrillos Winston lanzó su eslogan: “Winston sabe bien, como debe saber un cigarrillo.” La clave está en que la frase tenía un error gramatical intencional. Eso la hizo pegajosa y memorable.
Si quieres que una idea cruce el punto de inflexión, necesita algo que la haga imposible de olvidar.
Pero no hemos de olvidar, que todo mensaje, está rodeado de más elementos que lo condicionan, hablamos del contexto y las circunstancias externas.
A veces, los cambios más pequeños pueden provocar grandes efectos.
En Nueva York, en los años 90, la criminalidad estaba fuera de control. La solución no fue aumentar las penas ni llenar las calles de policías. Lo que hicieron fue limpiar los vagones de metro llenos de grafitis y perseguir a los que se colaban sin pagar.
Esa acción aparentemente menor cambió la percepción de la ciudad. La gente empezó a sentir que el orden estaba regresando. En pocos años, los índices de criminalidad cayeron drásticamente.
Esto demuestra que el entorno en el que se difunde una idea puede acelerar o frenar su propagación.
¿Cómo aplicar esto en tu vida?, Gladwell nos da la receta.
Si quieres que una idea, un producto o un movimiento se extienda, recuerda estos tres factores:
Encuentra a los Conectores, Expertos y Vendedores que pueden impulsarlo.
Asegúrate de que tu mensaje sea pegajoso.
Presta atención al contexto y las circunstancias.
Nada se vuelve viral por accidente. Detrás de cada epidemia social hay un punto de inflexión que podemos identificar y, en algunos casos, provocar.
Así que la próxima vez que veas una tendencia explotando, pregúntate: ¿cuál fue el momento en que todo cambió?
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