Diario de Innovación #84
La inteligencia artificial y el futuro de Europa: un momento decisivo.
La llegada de Trump al poder está siendo un catalizador adicional, en la formulación del ecosistema de la inteligencia artificial. Esta tecnología dejó de ser una promesa del futuro: está aquí, moldeando nuestro presente.
Tanto es así que muchos países, están pensando si tienen los mimbres necesarios para abordar esta nueva revolución. Y como no, en Europa, viendo la evolución de está nueva oleada tecnológica no podemos evitar hacer autocrítica.
¿Estamos en Europa preparados para este cambio? ¿O estamos, una vez más, quedándonos atrás en la carrera tecnológica?
Hoy, quiero que exploramos el momento decisivo en el que se encuentra Europa frente a la IA. ¿Cómo podemos evitar perder este tren? Y más importante aún: ¿qué estamos haciendo —o dejando de hacer— para asegurar nuestro lugar en el futuro?
Para ello tomaré como referencia el artículo publicado (en su versión en castellano) en El País, donde Yann LeCun, Nuria y Oliver Bernhard Schölkopf hacen balance sobre: La inteligencia artificial y el futuro de Europa: un momento decisivo.
Acompáñame en este recorrido por los desafíos, las oportunidades y las decisiones que determinarán el futuro de la inteligencia artificial en Europa.
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Nadie duda en estos días que estamos atravesando un cambio de era. La llegada de la inteligencia artificial generativa ha supuesto una transformación radical en la manera de trabajar, consumir y crear contenidos en todo el mundo.
Los responsables políticos en Europa llevan años lamentando que el continente haya “perdido el tren” del desarrollo tecnológico, y como no de la inteligencia artificial. Mientras Estados Unidos y China avanzan a pasos agigantados, Europa se ha quedado en los vagones de atrás, mirando cómo otros lideran la revolución tecnológica.
Pero, ¿es realmente demasiado tarde? ¿O aún podemos dar un salto estratégico que nos ponga a la vanguardia?
La inteligencia artificial no es como las revoluciones tecnológicas anteriores. No estamos hablando sólo de máquinas que reemplazan el esfuerzo físico (man power), como ocurrió en la Revolución Industrial. No. La IA va a automatizar la inteligencia misma, una de las capacidades que nos define como humanos.
Y aquí radica el verdadero desafío.
Si no actuamos con rapidez y visión, no solo perderemos competitividad económica. También dejaremos que otros definan las reglas del juego, desde la privacidad de nuestros datos hasta el impacto en la democracia, la educación y la ciencia.
Entonces llegado a este punto, ¿de qué estamos hablando?, ¿de crear industria, regulación? ¿hablamos del futuro?, pero, ¿cómo se construye el futuro?
Pero, en medio de este panorama, hay una lección clave que no podemos ignorar: la innovación no la generan los centros de datos, ni las fábricas, sino las personas.
Miremos el caso de DeepSeek, en China. Un grupo pequeño de investigadores, con apoyo financiero privado, ha desarrollado uno de los modelos de IA más potentes del mundo.
¿Qué lección podemos aprender? Que la clave no está solo en la infraestructura, sino en atraer y apoyar al mejor talento.
En Europa, hemos tenido ejemplos de éxito como la Sociedad Max Planck, el CERN o el Consejo Europeo de Investigación (ERC). Estas instituciones han demostrado que, cuando identificamos y financiamos a los investigadores correctos, la innovación florece.
Los autores identifican un serio problema: en la Unión Europea, las políticas de financiación siguen favoreciendo proyectos a corto plazo en lugar de apostar por una ciencia basada en las personas. Y esto, aunque no lo parezca, es un error estratégico de enormes proporciones. Aunque yo pienso que esto no es del todo así, grandes avances en ciencia básica, relativa a las partículas elementales, se han desarrollado en las últimas décadas en el CERN. De hecho, varios premios nobeles han sido reconocidos por su trabajo llevado a cabo en esta institución.
Donde no puedo discrepar es que invertir en talento no es un gasto, es la mejor inversión a largo plazo. A diferencia de una máquina o un edificio, el capital humano no se deprecia: se multiplica.
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Recientemente, la Comisión Europea ha anunciado la creación de un Consejo Europeo de Investigación en IA. Un paso, sin duda, fundamental para poder avanzar en esta industria.
Si se implementa correctamente, este esfuerzo podría cambiar el rumbo de Europa en la inteligencia artificial. La clave estará en cómo lo ejecutemos:
¿Sabremos conectar los mejores centros de IA del continente?
¿Priorizaremos la excelencia sobre la burocracia?
¿Daremos autonomía y financiamiento estable a los investigadores más brillantes?
¿Seremos capaces repatriar al talento que ha sido capaz de construir esta industria más allá de nuestras fronteras? (ahí tenemos el ejemplo de Yann LeCun)
Las respuestas a estas preguntas definirán no solo el futuro de la tecnología en Europa, sino también su papel en el mundo.
La inteligencia artificial ya ha demostrado que no es solo un reto tecnológico. Es un desafío económico, ético y geopolítico.
Europa tiene el conocimiento, el talento y la capacidad para liderar en este campo. Pero debemos tomar decisiones audaces ahora. El talento existe, ejemplo de ello en esta industria son empresas como Zeiss, ASML, Mistral o Hugging Face. Nadie duda de su contribución en la cadena de valor de la IA.
Estamos en un momento decisivo.
Si queremos que Europa no solo use la IA, sino que la lidere, necesitamos cambiar la forma en la que invertimos en innovación. Necesitamos apoyar a las mentes más brillantes y darles los recursos que necesitan.
Porque al final, el futuro de la inteligencia artificial no lo decidirán los algoritmos.
Lo decidirán las personas que los crean.
Estos años locos que hemos vivido, gracias a la explosión del fenómeno de la IA Generativa, nos muestran que sólo estamos al inicio de esta carrera.
Hay tiempo de sobra para buscar nuestro hueco como región en el panorama de la IA, aunque está claro que no nos podemos dormir en los laureles.
Que dediquemos tantas líneas y conversaciones sobre este tema, solo es un síntoma de que lo que hay no nos gusta, así que está en manos de cada uno de nosotros empujar en esa línea, y de empezar a cambiar esa narrativa derrotista alrededor del concepto de Europa.
Gracias por acompañarme en un nuevo Diario de Innovación, ¡y te espero mañana en Innovation by Default 💡!