Escribir un libro es un desafío, aquí solo opino, nunca me he topado con la mastodóntica misión de tener que escribir uno. No solo porque requiere imaginación, sino porque exige paciencia, oficio y una conexión profunda con las palabras. Pero, ¿y si te dijera que uno de los escritores más famosos del mundo escribe sus libros al revés?
Haruki Murakami, el célebre autor japonés, tiene un método de escritura que desafía la lógica de la eficiencia. Él no escribe directamente en su idioma nativo. No. Primero, redacta sus libros en inglés… y luego los traduce al japonés.
¿Absurdo? Tal vez. ¿Eficiente? Para nada. Pero hay algo en este proceso que nos deja una enseñanza importante sobre el arte de crear.
Hoy, vamos a explorar por qué Murakami hace esto, qué podemos aprender de su método, y cómo podemos aplicar estas ideas a nuestra propia creatividad.
Suscríbete para leer esta y otras muchas historias sobre innovación, tecnología y negocios.
¿Cuál es la lógica detrás de este método de trabajo? Murakami lo explica así:
“Cada idioma tiene su propio ritmo, su esencia única. Al traducir mi propio trabajo, experimento la historia desde dos perspectivas diferentes.”
Es decir, Murakami no sólo escribe, sino que también se convierte en el primer traductor de su obra. Y en ese proceso, redescubre lo que ha escrito, encuentra matices que antes no había visto, y pule cada frase con un nuevo ojo crítico.
Escribir en inglés le obliga a simplificar, a elegir con cuidado las palabras, y luego, al traducir al japonés, añade las capas de profundidad que hacen de sus libros algo único.
¿El resultado? Una obra más rica, más pulida y con un estilo inconfundible.
Y aquí es donde llegamos a nuestra primera lección. Según Murakami, “la eficiencia mata la imaginación.”
Vivimos obsesionados con hacer más en menos tiempo. Queremos escribir más rápido, producir más contenido, ser más eficientes.
Pero Murakami nos recuerda algo clave:
“Lo opuesto a la imaginación es la eficiencia.”
Traducir un libro entero como segunda versión puede ser el proceso menos eficiente del mundo. Pero si has leído a Murakami, sabes que cada palabra está colocada con un cuidado casi obsesivo.
Entonces, ¿cuánto sacrificamos en nombre de la velocidad?
Quizás, en vez de buscar la ruta más rápida, deberíamos buscar la más significativa.
Si te gusta lo que estas leyendo, no olvides que también tienes disponible el podcast de Innovation by Default 💡. Suscríbete aquí 👇
La segunda lección que podríamos destilar de Murakami sería: Cambia de formato, cambia de mente.
Murakami lleva esta idea al extremo usando dos idiomas. Pero nosotros no necesitamos hacer algo tan radical para aprender de su método.
Escribir en un medio y editar en otro nos permite ver lo que antes no veíamos.
Un truco sencillo: escribe en la computadora, edita en el teléfono. Notarás errores que antes pasaste por alto. O imprime tu texto en papel y léelo con lápiz en mano. Un cambio de formato es un cambio de perspectiva.
Porque cuando editamos en el mismo lugar donde escribimos, estamos atrapados en la misma mentalidad, en el mismo contexto en el que creamos.
Pequeños cambios generan grandes diferencias.
La tercera y última lección que podríamos extraer de este gran creador es que, cada creador tiene su propia rareza.
Si algo nos enseña Murakami es que no hay un método único para crear.
Brandon Sanderson escribe mejor a la 1 de la mañana.
Stephen King no usa esquemas para planificar sus historias.
Murakami traduce su propio libro como si fuera otra persona.
Cada escritor, cada artista, cada creador tiene su propia rareza. Y eso está bien. Parece que funciona.
La única manera de saber qué funciona para ti es experimentar. Probar, equivocarte, insistir.
Así que la próxima vez que sientas que necesitas hacer las cosas de cierta manera solo porque es lo “correcto”… recuerda a Murakami y su método. A veces, la mejor forma de avanzar es hacer las cosas al revés.
Murakami nos enseña que crear algo significativo no es cuestión de velocidad, sino de profundidad.
Nos recuerda que el cambio de perspectiva es un superpoder.
Que cada creador tiene su propia rareza, y lo importante es encontrar la nuestra.
Así que, ¿qué pequeño cambio puedes hacer hoy en tu proceso creativo?
Tal vez escribir en un cuaderno en vez de en una pantalla.
Tal vez cambiar la hora en la que creas.
Tal vez, simplemente, tomarte más tiempo.
Porque, al final, lo que importa no es la cantidad de cosas que creamos, sino la calidad de aquello que dejamos.
Gracias por acompañarme en un nuevo Diario de Innovación, ¡y te espero mañana en Innovation by Default 💡!