Diario de Innovación #93
La revolución silenciosa: cómo la automatización cambiará nuestras vidas
Imagina un mundo donde las oficinas están vacías, los almacenes funcionan sin supervisión humana y los taxis no tienen conductor. No es ciencia ficción. No es el futuro lejano. Es el presente que estamos construyendo ahora mismo.
Las máquinas están aprendiendo, evolucionando… y sí, reemplazándonos. Pero ¿significa esto que estamos condenados a la irrelevancia? ¿O es una oportunidad para redefinir nuestra relación con el trabajo?
Hoy aprenderemos algo más sobre el posible mundo que nos espera gracias al libro A World Without Work, escrito por Daniel Susskind.
Suscríbete para leer esta y otras muchas historias sobre innovación, tecnología y negocios.
La pregunta que muchos se hacen hoy en día es: ¿Nos van a reemplazar las máquinas?
La historia de la automatización no es nueva. En la Revolución Industrial, los luditas rompían máquinas temiendo que los dejaran sin empleo. Hoy, nos hacemos la misma pregunta, pero con una diferencia clave: las máquinas no solo ejecutan tareas repetitivas, sino que aprenden a hacer cosas que antes solo los humanos podían hacer.
En los últimos años, hemos visto cómo la inteligencia artificial supera a médicos en diagnósticos, a abogados en análisis de documentos y hasta a conductores en las carreteras. Y no se detendrá ahí. Desde que este libro se lanzó en 2020, el boom de la IA generativa ha dado un vuelco por completo a lo que creíamos que las máquinas podían hacer y lo que no. Hasta entonces, la creatividad y la imaginación parecían ser exclusivas de los humanos, pero en los últimos años, esa idea ha sido refutada.
Pero la automatización no solo reemplaza, también complementa. ¿Sabías que cuando aparecieron los cajeros automáticos, en vez de reducir el número de empleados en los bancos, estos aumentaron? Los trabajadores humanos fueron reasignados a tareas más complejas, como asesoría financiera.
Entonces, la pregunta es: ¿cómo será el equilibrio entre lo que la tecnología destruye y lo que crea?
Seguro que has escuchado el dicho: ‘Lo único seguro es el cambio’. Lo mismo ocurre con los empleos. Podríamos decir que, en parte gracias a la IA generativa, hoy en día lo único seguro es que no hay trabajos seguros.
Hasta hace poco, creíamos que ciertos trabajos estaban a salvo. “Las máquinas pueden hacer tareas repetitivas, pero nunca serán creativas”, decíamos. Sin embargo, los algoritmos ya están componiendo música, escribiendo artículos y hasta pintando cuadros.
De hecho, la IA dejó de intentar pensar como los humanos y empezó a encontrar sus propias soluciones. Así es como en 1997, Deep Blue venció al campeón mundial de ajedrez Garry Kasparov. No jugó como un humano. Jugó como una máquina.
Los trabajos más rutinarios han sido los primeros en caer. Pero los de la clase media están en la línea de fuego: secretarias, contadores, vendedores… incluso programadores. Hoy en día, nadie duda de esto último.
¿Quiénes tienen más posibilidades de sobrevivir?
Si observamos la Campana de Gauss, es probable que los trabajos en los extremos sean los menos propensos a ser reemplazados por una IA. Los trabajos de baja calificación, como la limpieza o la construcción, que requieren habilidades físicas difíciles de automatizar. Aunque ya hemos visto ejemplos de cómo muchas empresas están incursionando en estos campos con el uso de robots.
Por otro lado, los trabajos altamente especializados, que se benefician de la tecnología en lugar de ser reemplazados por ella. Aquí hablaremos de trabajos centrados en el desarrollo de tecnología de vanguardia, aquellos que crearán lo nuevo en los próximos años. Son empleos en la frontera del conocimiento, capaces de hacer realidad y materializar los avances en los campos de investigación más punteros, como la medicina, la genómica o la robótica.
Pero, a largo plazo, la tendencia es clara: cada vez habrá menos trabajos para los humanos.
Si te gusta lo que estas leyendo, no olvides que también tienes disponible el podcast de Innovation by Default 💡. Suscríbete aquí 👇
Pero, en realidad, la pregunta que nadie quiere expresar abiertamente es: ¿qué pasará cuando el mercado laboral colapse? ¿Quién nos salvará?
De la misma manera, si cada vez menos personas pueden trabajar, ¿cómo se distribuirá la riqueza?
Históricamente, nuestro sistema económico se ha basado en que la gente trabaje para ganar dinero. Pero si la automatización elimina empleos, esta ecuación deja de funcionar.
Aquí es donde entra lo que Susskind llama el “Big State”, un Estado que no solo regula el mercado, sino que redistribuye la riqueza generada por las máquinas.
Algunas ideas ya están sobre la mesa:
El ingreso básico universal (UBI), un ingreso garantizado para todos por el simple hecho de existir.
El ingreso básico condicional (CBI), donde el apoyo estatal se dirige a comunidades específicas en lugar de distribuirse de manera uniforme.
Pero la gran pregunta es: ¿Cómo aseguramos que la automatización beneficie a todos y no solo a los dueños del capital?
Este reto es aún mayor. En los últimos siglos, la identidad de gran parte de la humanidad se ha definido y desarrollado a través del trabajo. ¿Qué pasará cuando ya no sea necesario trabajar? El verdadero desafío será redefinir nuestra vida sin el trabajo.
¿Y si en lugar de ver el desempleo tecnológico como una amenaza, lo viéramos como una liberación?
Susskind nos invita a imaginar una sociedad donde el trabajo no sea la base de la identidad. Una donde las personas puedan dedicar su tiempo a la creatividad, el aprendizaje, la comunidad… sin preocuparse por sobrevivir.
Pero para llegar allí, debemos tomar decisiones ahora. ¿Cómo garantizamos que la riqueza generada por las máquinas sea distribuida de manera justa? ¿Cómo preparamos a las nuevas generaciones para un mundo donde el empleo no es la única vía de desarrollo?
Este es el debate del siglo XXI, y no podemos ignorarlo. El problema es que creo que los gobiernos no están prestando la atención que merece. Como de costumbre, estamos más centrados en enfrentarnos y destruirnos en lugar de aprovechar el tiempo que se nos ha dado para vivir plenamente.
Las máquinas están avanzando más rápido de lo que imaginamos. Pero aún tenemos el poder de decidir qué tipo de mundo queremos construir.
¿Permitiremos que solo unos pocos se beneficien de la automatización? ¿O encontraremos una manera de usar la tecnología para que todos vivamos mejor?
Un mundo sin trabajo no tiene por qué ser un mundo sin propósito.
Gracias por acompañarme en un nuevo Diario de Innovación, ¡y te espero mañana en Innovation by Default 💡!