Hoy vamos a hablar de una idea tan simple como poderosa, una que, cuando la entiendas y la apliques, puede cambiar tu vida. ¿Sabías que el 80% de los resultados que obtenemos provienen sólo del 20% de nuestro esfuerzo?
Este principio, conocido como el 80/20 o el Principio de Pareto, está en todas partes: en los negocios, en la productividad, en nuestras relaciones y hasta en nuestra felicidad. Y hoy vamos a descubrir cómo puedes usarlo a tu favor.
Para ello recorreremos las páginas del libro de Richard Koch, El principio 80/20: El secreto de lograr más con menos. Donde Koch explica cómo el principio del 80/20 permite lograr mucho más invirtiendo mucho menos esfuerzo, tiempo y recursos; tan sólo hay que concentrarse en ese 20 por ciento fundamental y, por lo tanto, controlar lo que sucede, en lugar de dejar que lo que sucede nos controle a nosotros, y multiplicar los resultados varias veces.
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Seguramente a ti también te habrá pasado algo parecido, trabajaste durante meses en un proyecto, y sin embargo, la mayoría del avance lo lograste en los últimos días, justo antes de la fecha límite. ¿Te suena familiar? Pues, eso, no es que seas un tío raro. Es un patrón que se repite una y otra vez en la vida real.
Un estudio reveló que, en una empresa de electrónica, solo el 20% de sus productos generaban más del 50% de las ganancias. En el cine, de 300 películas analizadas, sólo cuatro generaron el 80% de las ventas de entradas. Y si miramos el tráfico en carretera, el 20% de los conductores causan el 80% de los accidentes.
¿Casualidad? Para nada. Es el Principio 80/20 en acción. Y hoy vamos a ver cómo puedes aplicarlo en tu trabajo, en tus decisiones y en tu vida para lograr más haciendo menos.
Seguramente, estos primeros datos también te hayan hecho plantearte: ¿por qué el mundo no está equilibrado?
Nos gusta pensar que el mundo es equilibrado, que esfuerzo y recompensa están en proporciones iguales. Pero la realidad es que el mundo no funciona así.
Mira el lenguaje: Sir Isaac Pitman descubrió que solo 700 palabras comunes conforman dos tercios de todas nuestras conversaciones. O piensa en las redes sociales: un pequeño número de personas acapara la mayor parte de la atención. Bueno sin contar a Elon, que hace que le veamos en nuestro timeline una y otra vez.
Esto ocurre por los llamados “bucles de retroalimentación”. Koch lo explica muy bien con el siguiente ejemplo: cuando un pez en un estanque es un poco más grande que los otros, consigue más comida, crece más rápido y su ventaja aumenta cada vez más. Lo mismo pasa con las oportunidades, el dinero y el éxito. O como diríamos en español: Dinero llama dinero.
Una vez que somos conscientes de esto, que en el mundo la distribución sigue este patrón, intentemos sacarle provecho, ¿no?
Si el 80% de tus resultados provienen solo del 20% de tu esfuerzo, eso significa que gran parte de lo que haces es una pérdida de tiempo.
Piensa en tu trabajo. ¿Cuáles son esas tareas que realmente generan resultados? ¿Podrías eliminar el resto o reducir su tiempo?
Por ejemplo, los mejores consultores no intentan resolver cada problema de sus clientes. En lugar de eso, identifican el 20% de los problemas que tienen el mayor impacto y se enfocan solo en ellos. Conclusión: menos esfuerzo, más resultados.
Haz un experimento: revisa tu agenda de la semana pasada y marca los momentos en los que realmente lograste avances importantes. Seguramente encontrarás un patrón. Eso es tu 20% ganador.
Ahora, la pregunta importante es: ¿cómo puedes hacer más de lo que realmente importa y menos de lo innecesario?
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Las empresas y personas que entienden el 80/20 tienen una gran ventaja.
Un emprendedor puede analizar sus productos y descubrir que solo unos pocos generan la mayor parte de sus ingresos. ¿Solución? En lugar de intentar vender de todo, enfocar su esfuerzo en esos productos estrella.
En el libro Koch pone el ejemplo del agente inmobiliario, Nicholas Barsan, quién descubrió que más del 80% de sus ganancias venían de clientes recurrentes. ¿Qué hizo? Se centró en atender mejor a ese 20% de clientes leales y maximizar su rentabilidad.
Moraleja: Muchas veces no necesitas hacer más cosas, necesitas hacer las cosas correctas.
Para terminar esta edición, veamos como aplicar el 80/20 en nuestra vida personal. Porque como decíamos al principio, esta distribución no solo aplica al trabajo y los negocios, sino a la vida misma.
Piensa en tus relaciones. Probablemente, solo el 20% de las personas que conoces generan el 80% de la felicidad en tu vida. ¿Les estás dedicando suficiente tiempo?
Piensa en tu día a día. ¿Qué actividades realmente te hacen feliz? ¿Cuáles podrías reducir o eliminar?
A veces, hacer menos es la clave para una vida más plena.
Ahora que conoces el poder del 80/20, te propongo un reto. Durante los próximos 7 días, analiza qué 20% de tus esfuerzos generan el 80% de tus resultados. Identifica qué puedes eliminar o reducir. Y así podrás enfocarte en lo que realmente importa.
No se trata de hacer más. Se trata de hacer mejor.
Si aplicas el 80/20 en tu vida, verás cambios radicales en tu productividad, tu negocio y tu felicidad. Así que ponlo a prueba y cuéntame cómo te va.
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