Has participado en una manifestación. Has comprado ropa sostenible o de comercio justo. O tal vez hasta has firmado una petición en línea para apoyar una causa en change.org. Y después… ¿qué pasó? Probablemente nada.
Hoy hablamos de por qué la izquierda política está fallando, cómo el neoliberalismo conquistó el mundo… y lo más importante: ¿cómo podemos imaginar un futuro sin trabajo y más allá del capitalismo?
El libro que nos acompaña hoy es Inventar el futuro, de Nick Srnicek y Alex Williams. Un manifiesto que no se conforma con protestas simbólicas ni boicots pasajeros. Aquí hay una propuesta radical: automatización total y renta básica universal.
Suena utópico. Pero ¿y si fuera el único camino posible?
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En las últimas semanas, con la llegada de Trump a la Casa Blanca, no paro de oír que la izquierda moderna ha fracasado frente a los liberales y demócratas. No sé si tú tendrás esa misma sensación.
Muchos de nosotros ya hemos vivido esto, un grupo de jóvenes ocupa una plaza, indignados por la desigualdad. Hay discursos apasionados, pancartas creativas, un hashtag viral. Pero una semanas después… la plaza se vacía. Todo sigue igual. No sé, llámame loco, pero a mí me recuerda al 15-M, por ejemplo.
Esto es lo que Srnicek y Williams llaman “folk politics” o política popular: la creencia de que el cambio real puede lograrse con acciones pequeñas, inmediatas y locales.
Ejemplos hay de sobra, ya he mencionado el caso del 15-M en España, pero hay más ejemplos: Occupy Wall Street, boicots a productos, marchas multitudinarias. Pero ¿realmente cambiaron algo?
El problema de la folk politics es que reacciona en lugar de construir. Protesta contra el poder, pero nunca se organiza para reemplazarlo. Es emocional, pero no estratégica. Si miramos a la política nacional, pocos de los nuevos partidos siguen en pie. UCD, Ciudadanos, Podemos,…
Recordemos ahora el evento benéfico Live Aid de 1985: millones de dólares recaudados para combatir el hambre en Etiopía. ¿El resultado? Gran parte del dinero terminó financiando milicias, prolongando la guerra y empeorando la crisis.
Buena intención. Estrategia regulera. Pésima ejecución.
Según los autores de Inventar el futuro, si la izquierda realmente quiere cambiar el mundo, necesita algo más grande. Algo como lo que hizo el neoliberalismo.
Hoy, el neoliberalismo es tan omnipresente que parece natural. Nos dicen que seremos más libres si dejamos que el mercado se autorregule. Que el éxito depende sólo del esfuerzo individual. Que el gobierno debe hacerse a un lado. Discursos que han calado, y tenido su efectividad como ya hemos visto con Milei o Trump.
Pero esto no ha pasado por casualidad. Según los Srnicek y Williams ha sido un plan cuidadosamente diseñado durante décadas.
Todo comenzó en los años 30, con un grupo de economistas liderados por Friedrich Hayek y Milton Friedman. Fundaron la Mont Pelerin Society, una red de intelectuales, políticos y empresarios comprometidos con expandir el capitalismo de libre mercado.
Escribieron libros, dieron conferencias, crearon think tanks, infiltraron sus ideas en las universidades. En los 80, sus ideas llegaron al poder con Reagan en EE.UU. y Thatcher en Reino Unido. Desde entonces, el neoliberalismo se convirtió en la única visión económica aceptable.
La lección que nos dejaron es clara: para cambiar el mundo, hay que construir una ideología a largo plazo y venderla hasta que parezca inevitable.
¿Y si la izquierda hiciera lo mismo?
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Todo el mundo habla que el capitalismo está agotado, pero he aquí la gran pregunta: ¿qué proponemos en su lugar?
Los autores lo tienen claro: automatización total y renta básica universal.
La automatización está eliminando empleos más rápido de lo que creemos, yo particularmente que esto no es así. Según datos que aportan los autores en 1970, sólo había mil robots industriales en el mundo. Hoy hay más de 1.6 millones. Y no es solo en fábricas: chefs, abogados, analistas financieros… todos pueden ser reemplazados. Como siempre en este análisis falta por complementar, los nuevos empleos que se crean alrededor de este proceso de automatización y transformación social.
Según comentan los autores, el problema real es que, en lugar de aprovechar la tecnología para trabajar menos, estamos atrapados en un sistema donde perder un empleo es una catástrofe. Y creo que razón no les falta, todos y cada uno de nosotros tenemos mucho más de lo que realmente necesitamos para vivir. La dinámica en la que nos ha envuelto el capitalismo hace que cada vez necesitemos más y consumamos más rápido.
La solución que proponen los autores es el ingreso básico universal (UBI). Según argumentan no es una idea loca, aunque en mi opinión sí de difícil ejecución. En 1969, cinco influyentes economistas enviaron una carta al Congreso, que fue suscrita por otros 1,200 economistas estadounidenses, apoyando la idea de una renta básica para erradicar la pobreza. De hecho, Nixon y Carter intentaron implementarla.
En 1972, Nixon propuso una renta básica universal como parte del Plan de Asistencia Familiar (PAF), que incluía una prestación de 1,600 dólares mensuales para trabajadores y parados con ingresos inferiores a 750 dólares mensuales. Aunque el plan fue aprobado en la Cámara de Representantes, finalmente fue rechazado por el Senado.
Si cada persona tuviera suficiente dinero para vivir sin trabajar, podríamos liberarnos de empleos sin sentido y dedicarnos a lo que realmente importa: arte, ciencia, familia, creatividad. ¿Mi pregunta es si alguna de estas cuestiones no dejan de ser un empleo en sí mismos? Acaso, ¿Rosalía no trabaja cuando compone una canción, o Pérez-Reverte cuando escribe una nueva novela?
Pero para lograrlo, los autores enfatizan que no no basta sólo con protestar. Hay que construir una alternativa clara, convincente y organizada.
Las preguntas que surgen de esto son complejas y afectan profundamente a nuestra sociedad y a nosotros como individuos. ¿Estamos listos para imaginar un mundo sin trabajo? ¿Podemos inventar un futuro más allá del capitalismo?
Aunque tal vez, sea esta la hora de intentarlo.
Cómo hemos visto hoy, según Nick Srnicek y Alex Williams, autores de Inventar el futuro, la política de izquierda actual está fallando porque es reactiva y fragmentada. Mientras tanto, el neoliberalismo nos ha impuesto su visión del mundo sin que nos demos cuenta.
Según los autores del libro la alternativa es clara: automatización, renta básica y un cambio de mentalidad.
Yo soy de los que piensan que este cambio no será fácil. Pero por otro lado las grandes transformaciones nunca lo son.
Y recuerda: el cambio no ocurre solo con buenas intenciones. Necesita de buenas estrategias, pero sobre todo requiere de una buena ejecución.
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