Hoy te traigo uno de los secretos a voces de la industria tech.
Y como ya predijo Mustafa Suleyman en La ola que viene, cada vez estamos más cerca de ese momento en que los bits y las células trabajen en perfecta sintonía.
En 2020, el equipo de DeepMind logró algo que llevaba 50 años resistiéndose a la biología: predecir con precisión cómo se pliegan las proteínas.
Un problema conocido como el Santo Grial de la biología estructural, resuelto por un sistema de inteligencia artificial llamado AlphaFold2. El avance fue tan monumental que, en 2024, le valió a Demis Hassabis —cofundador de DeepMind— el Premio Nobel de Química.
Pero eso era solo el principio.
Junto con Colin Murdoch, Hassabis decidió ir más allá y fundó Isomorphic Labs, una startup cuyo propósito suena a ciencia ficción: resolver todas las enfermedades combinando IA y descubrimiento de fármacos.
Y no, no es solo una frase para inversores. Isomorphic ya cuenta con más de 200 investigadores, acuerdos con gigantes de la industria farmacéutica como Novartis y Eli Lilly, y 600 millones de dólares recién levantados para hacer real su ambición.
El objetivo no es solo acelerar la ciencia, sino reescribir cómo la hacemos.
Porque si hasta ahora el descubrimiento de un nuevo medicamento costaba miles de millones y más de una década de prueba y error, Isomorphic apuesta por otro enfoque: simular la lógica de la vida en un trozo de silicio. Aprender de la naturaleza —de cómo funcionan las células, las proteínas, los nucleótidos— y condensar todo ese conocimiento en modelos capaces de diseñar moléculas terapéuticas de forma precisa, rápida y mucho más barata.
Y esto no es el futuro: AlphaFold3, la nueva versión, ya predice no solo proteínas, sino también sus interacciones con ADN, ARN y otras moléculas clave. Y está disponible —gratuitamente— para la comunidad científica.
No hablamos de reemplazar a los investigadores, sino de potenciar sus capacidades como nunca antes. De darles una máquina que no se cansa, que no olvida, que combina conocimiento estructural, estadístico y químico. Un copiloto molecular con la ambición de cambiar la medicina para siempre.
Este es un ejemplo perfecto de lo que ocurre cuando un modelo de IA deja de predecir texto o imágenes… y empieza a predecir vida.
La biología no es magia. Es información. Y por primera vez, estamos empezando a leerla con la misma precisión con la que programamos una app.
Eso abre una puerta inmensa: fármacos más rápidos, vacunas personalizadas, terapias adaptadas al cuerpo de cada paciente. Y, sobre todo, la posibilidad de entender la enfermedad no como una amenaza invisible, sino como un patrón descifrable.
Como diría Hassabis: tenemos la herramienta, nos falta el coraje para usarla bien.
El futuro está a punto de llegar a tu célula más cercana.
Que nunca te falten ideas, ni ganas de probarlas.
A.
PD 1 – Puedes leer más sobre Isomorphic Labs aquí: AlphaFold3 y el futuro de la medicina.
PD 2 – ¿Te imaginas un mundo en el que los algoritmos diseñan proteínas como hoy diseñamos interfaces? Bienvenido a la biología computacional. Es parte de la Ola que viene.
PD 3 – Si pudieras pedirle a la ciencia que resolviera un solo problema médico con IA… ¿cuál elegirías?
Gracias por acompañarme en un nuevo Diario de Innovación, ¡y te espero mañana en Innovation by Default 💡!