Imagina esto:
Trabajas con alguien durante meses, se entrega, cumple plazos, parece brillante. Un día descubres que también trabaja en otras cinco empresas al mismo tiempo. Y no como freelance… sino como si fuera empleado a tiempo completo en todas.
Eso es exactamente lo que pasó con Soham Parekh, un ingeniero indio que saltó a la fama viral tras revelarse que había mantenido hasta 19 trabajos simultáneos en startups de Silicon Valley.
Sí, diecinueve.
Dice que no usó IA. ¿Tú te lo crees?
Que simplemente dejó de dormir.
Lo echaron de varias de las empresas para las que trabajaba.
Lo rehuyeron otras.
Pero lo cierto es que muchos lo seguían contratando porque era bueno. Brillante en entrevistas. Resolutivo. Productivo. Lo que cualquier empresa querría… hasta que se enteraban de que no eran los únicos àra Soham, era un polígamo de las relaciones empresariales.
Y aquí empieza lo interesante:
¿Realmente hizo algo tan distinto de lo que muchos hacen hoy a día de hoy?
Llamemos lo overemployment, moonlighting, polywork… ¿o simplemente adaptación?
Parekh se convirtió en el símbolo de una tendencia que ya es mainstream, y que silenciosamente ha vuelto a la realidad de muchas sociedades.
El 40 % de los trabajadores en EE.UU. tiene al menos dos empleos.
Cientos de miles comparten en Reddit (r/overemployed) tácticas para gestionar múltiples trabajos sin ser descubiertos.
Sí, es una de las partes negativas del teletrabajo para las empresas que operan en el modelo del oficinista post-revoución industrial.
LinkedIn y plataformas como Polywork han convertido el “trabajo por proyecto” en la norma.
Todo esto se potencia con dos cosas:
La flexibilidad remota → Ya no hay que correr de un sitio a otro: puedes estar en cinco Zooms, con cinco fondos distintos, sin salir del escritorio.
La IA como multiplicador de productividad → Programa por ti. Resume por ti. Presenta por ti.
¿Qué harías si en vez de 8 horas productivas al día tuvieras 3 por trabajo?
La pregunta no es si esto es justo.
Es si estamos preparados.
Porque lo que está rompiéndose no es la ética laboral…
…es el modelo de relación entre empleado y empleador.
Las empresas piden “compromiso” mientras ofrecen contratos sin garantías, despidos por mail y salarios congelados.
Los profesionales diversifican su tiempo, su energía y su lealtad.
No por malicia, sino por mera supervivencia.
(¿No hacen lo mismo los fondos de inversión con sus carteras?)
Hay CFOs que trabajan en dos compañías a la vez.
CTOs que venden horas como quien ofrece el acceso a una API.
PMs con cuatro Slack activos en pestañas distintas.
Y nadie lo ve raro… si lo haces con estilo. Si, cumples con los objetivos marcados. ¿Qué hay de malo?
Pero paremos un momento, analicemos juntos.
¿Por qué es esto importante?
Este no es el futuro del trabajo.
Es su presente incómodo.
Uno donde las reglas no están claras.
Donde productividad, confianza y transparencia se redefinen cada día.
Y donde muchos ya viven entre dos aguas:
lo que su empresa cree y lo que realmente hacen.
En este Diario no tengo respuestas definitivas. Pero sí una intuición:
El contrato laboral del siglo XXI no será un papel.
Será un acuerdo de valor mutuo y libertad consciente.
¿Tú cómo lo ves?
Que nunca te falten ideas, ni ganas de probarlas.
A.
PD1: ¿Te parece escandaloso lo de Parekh… o simplemente lógico?
PD2: Atención, spoiler. Y es que este será uno de los temas centrales de un libro de múltiples autores, que si todo sale bien, verá la luz a final de este año.
Gracias por acompañarme en un nuevo Diario de Innovación, ¡y te espero mañana en Innovation by Default 💡!