Mira.
La historia del mundo no siempre se escribe con ejércitos. A veces se traza con oleoductos.
En 2014, cuando los tanques rusos entraron en Crimea, Europa no solo sintió miedo. También sintió frío. Y no por el invierno: por su dependencia energética. El 40% del gas europeo fluía desde Rusia. No era solo un conflicto geopolítico, era una advertencia física. Una que Daniel Yergin, en The New Map, convierte en mapa, historia… y alarma.
Yergin no escribe un tratado técnico. Escribe una cartografía del poder. Y su tesis es tan sencilla como brutal: quien controla la energía, controla el mundo.
Estados Unidos lo aprendió con el fracking. En una década, pasó de importador crónico a exportador dominante. No solo bajaron los precios de la energía. Bajó la influencia de Rusia. Cambió la estrategia de Arabia Saudí. Y surgió una paradoja moderna: una revolución energética liderada por agua, arena y roca quebrada.
Rusia, en cambio, nunca dejó de entender el poder del gas. Lo usó como arma, soborno y chantaje. Construyó Nord Stream para abrazar a Alemania y saltarse a Ucrania. Y cuando Europa empezó a dudar, giró la cabeza hacia China. Porque el Kremlin no solo juega al ajedrez. Juega con válvulas.
China, por su parte, juega al Go. Mueve piezas pequeñas con visión de tablero completo. No tiene esquisto. Pero tiene estrategia. Con la Belt and Road está construyendo puertos, oleoductos, refinerías y centrales eléctricas en tres continentes. Quiere que su energía no pase por el estrecho de Malaca. Ni por Washington. Ni por la OMC.
Y mientras todo esto ocurre, Oriente Medio corre. Porque sabe que el petróleo no se acaba… pero su reinado sí. Con Visión 2030, Arabia Saudí intenta rediseñar su economía antes de que el mundo rediseñe la suya. Invierte en turismo, cultura y energía solar. Lo hace a contrarreloj. Porque cada Tesla o BYD vendido es una gota menos de poder.
Pero lo más inquietante no está en las guerras ni en los acuerdos. Está en los mercados. Porque The New Map también es el mapa de una disrupción. La del transporte eléctrico, la del litio como nuevo oro, la de las turbinas que vuelven estratégico el viento. Las fábricas que importaban crudo ahora buscan grafito. Las gasolineras se convierten en puntos de recarga.
Y todo esto complica y mucha la geopolítica global. Porque los nuevos centros de poder ya no se dibujan con fronteras. Se calculan en kilovatios. En rutas logísticas. En capacidad de almacenar energía sin depender del sol o del viento.
Ese es el nuevo mapa que propone Yergin. No es solo un mapa energético. Es un mapa de transición, de vulnerabilidad y de urgencia. El territorio donde se juega el siglo XXI.
Y la pregunta ya no es quién controla el petróleo. Es quién controlará la siguiente fuente de energía que moverá el mundo o la galaxia.
Que nunca te falten ideas, ni ganas de probarlas.
A.
PD 1 – Puedes leer The New Map de Daniel Yergin si quieres entender cómo los oleoductos explican más que muchos discursos. Es geopolítica en estado puro.
PD 2 – Hay un concepto que atraviesa todo el libro: la energía crea poder, pero también dependencia. Para que el próximo apagón no te pille fuera de juego, aquí te dejo el kit de emergencia para el hogar más completo de Amazon.
PD 3 – Si además quieres poder hacer fuego allá donde estés, este pedernal de supervivencia te permitirá hacer fuego incluso en las peores condiciones.
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Gracias por acompañarme en un nuevo Diario de Innovación, ¡y te espero mañana en Innovation by Default 💡!