Mira.
Todos nos hemos preguntado alguna vez por qué actuamos como actuamos. Por qué hay gente que no puede parar de optimizar procesos. Por qué otros viven para brillar en el escenario. Y por qué algunos prefieren trabajar en silencio por el bien del equipo, aunque nunca se lleven el reconocimiento.
No es aleatorio. Hay algo más profundo que nos mueve, aunque no siempre lo veamos.
El libro The Motivation Code de Todd Henry pone palabras (y estructura) a eso que nos impulsa desde dentro.
Y es que cada persona responde a una serie de motivaciones intrínsecas, constantes y profundamente personales. Saber cuáles son las tuyas es un paso descomunal en: cómo trabajas, dónde rindes más, con quién conectas, qué tipo de proyectos te agotan... o te hacen volar.
Estas motivaciones se agrupan en familias y algunas de las que se recogen en el libro son:
Visionarios: sueñan a lo grande. Donde otros ven problemas, ellos ven potencial. Ideales para crear, para inspirar. Pero ojo, sin un plan concreto o un equipo que aterrice sus ideas, pueden quedar atrapados en el mundo de lo posible, sin pasar al mundo real.
Triunfadores: se motivan enfrentando retos. Si les dices que no pueden, te lo demostrarán. Su enfoque y energía los convierte en impulsores natos. Pero su necesidad de presión y de competir puede generar tensión con otros ritmos de trabajo.
Colaboradores: la gloria no les interesa. Ellos quieren sumar, ser parte de algo más grande. Su compromiso con el equipo es admirable... pero a veces se olvidan de sí mismos, y evitan el conflicto hasta que explota.
Optimizadores: todo puede funcionar mejor, y ellos lo saben. No soportan el despilfarro ni el caos. Son clave en cualquier sistema... pero su obsesión por el control y el proceso puede ahogar la creatividad de otros.
Aprendices: lo suyo es absorber, conectar ideas, entender cómo funciona el mundo. Les apasiona aprender. Pero pueden perderse en la teoría y evitar pasar a la acción.
Colaboradores clave: necesitan ser vistos, escuchados, reconocidos. Brillan en roles públicos y elevan la energía del grupo. Pero pueden vivir tan pendientes de los demás, que se olvidan de quiénes son cuando nadie los está mirando.
No es cuestión de cuál arquetipo es mejor o peor. En cada circunstancia, en cada tarea, habrá alguno mejor que otro.
Ninguno somos al cien por cien, uno de estos arquetipos, solemos ser una mezcla.
Sin embargo, descubrir el tuyo. Y también el de quienes te rodean. Porque cuando entiendes qué mueve o motiva a alguien, puedes ayudarle mejor, colaborar mejor, vivir mejor.
Y eso, en un mundo que necesita equipos alineados, no es poca cosa.
Que nunca te falten ideas, ni ganas de probarlas.
A.
PD1: Puedes hacer el test del Motivation Code en su web oficial. Pero incluso sin test, leer los perfiles ya es revelador. Te dejo el libro aquí.
PD2: Si quieres un juego de mesa que refleje cómo las motivaciones cambian las decisiones, prueba "The Mind". No se habla. No se negocia. Pero si estás en sintonía con el otro, el resultado es mágico.
Gracias por acompañarme en un nuevo Diario de Innovación, ¡y te espero mañana en Innovation by Default 💡!