El mundo que nos espera después de la explosión de la inteligencia artificial (II)
Cómo los titanes tecnológicos y sus mentes pensantes podrían cambiar la humanidad
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Espero que hayáis disfrutado de la semana y haya sido súper productiva; la mía ha sido un poco de locura, de aquí para allá toda la semana. Mucho movimiento que no siempre indica productividad. Donde sí que ha habido actividad ha sido en el campo de la IA; este sector no sabe de descansos.
Ya hemos hablado varias semanas sobre la constante marea de novedades, adquisiciones y acuerdos comerciales en el ámbito de la IA. Esta semana, vamos a hurgar un poco más profundo en los pilares de ese enfoque macroeconómico y geopolítico alrededor de la tecnología. Para dar continuidad a la edición de la semana pasada que se quedó a medias.
Esta semana, profundizo en el yin y el yang del desarrollo de la IA; en los dos modelos predominantes en el desarrollo actual de la Inteligencia Artificial: el enfoque estadounidense y el chino. Mientras que Estados Unidos se centra en el consumismo, el afán de lucro y la visión a corto plazo, China adopta un enfoque más controlado por el gobierno, priorizando la IA con el objetivo de control y dominio mundial. Abordamos cómo estos enfoques divergentes pueden tener serias implicaciones, llevando incluso a la humanidad hacia un posible desastre si no se manejan de forma adecuada.
Para evitar un futuro sombrío, según Amy Webb, autora de "The Big Nine" (2019), existe una necesidad inherente de desarrollar políticas bien pensadas y cooperación internacional, especialmente por parte de Estados Unidos y sus aliados. Es urgente abordar estos temas ahora para guiar el desarrollo de la IA en una dirección que beneficie a la humanidad en su conjunto.
Pero antes de comenzar, permíteme compartir contigo algunos de los contenidos que he publicado en LinkedIn esta semana: diferentes posts en los que he hablado sobre innovación y tecnología, y sí también IA, mucha IA, que podrían interesarte también:
ℕ𝕖𝕦𝕣𝕠𝕔𝕚𝕖𝕟𝕔𝕚𝕒 🧠 : ℂ𝕠𝕞𝕠 𝕟𝕦𝕖𝕤𝕥𝕣𝕠 𝕔𝕖𝕣𝕖𝕓𝕣𝕠 𝕤𝕖 𝕕𝕖𝕓𝕒𝕥𝕖 𝕖𝕟𝕥𝕣𝕖 𝕖𝕝 𝕠𝕣𝕕𝕖𝕟 𝕪 𝕖𝕝 𝕔𝕒𝕠𝕤
𝔻𝕖𝕦𝕕𝕒 𝕥é𝕔𝕟𝕚𝕔𝕒: ℕ𝕠 𝕞á𝕤 𝕖𝕩𝕔𝕦𝕤𝕒𝕤, 𝕕𝕖𝕤𝕔𝕦𝕓𝕣𝕖 𝕝𝕒𝕤 𝕔𝕝𝕒𝕧𝕖𝕤 𝕡𝕒𝕣𝕒 𝕦𝕟𝕒 𝕚𝕟𝕗𝕣𝕒𝕖𝕤𝕥𝕣𝕦𝕔𝕥𝕦𝕣𝕒 𝕕𝕖𝕝 𝕤𝕚𝕘𝕝𝕠 𝕏𝕏𝕀 🚀
¿ℙ𝕠𝕣 𝕢𝕦é 𝕗𝕣𝕒𝕔𝕒𝕤𝕒𝕟 𝕝𝕠𝕤 𝕡𝕣𝕠𝕘𝕣𝕒𝕞𝕒𝕤 𝕕𝕖 𝕒𝕔𝕖𝕝𝕖𝕣𝕒𝕔𝕚ó𝕟 𝕔𝕠𝕣𝕡𝕠𝕣𝕒𝕥𝕚𝕧𝕒? 🚀
𝕃𝕒 𝔾𝕣𝕒𝕟 𝕒𝕔𝕖𝕝𝕖𝕣𝕒𝕔𝕚ó𝕟: 🚀 ℙ𝕖𝕣𝕤𝕡𝕖𝕔𝕥𝕚𝕧𝕒𝕤 𝕕𝕖 𝕝𝕠𝕤 ℂ𝕀𝕆 𝕤𝕠𝕓𝕣𝕖 𝕖𝕝 𝕦𝕤𝕠 𝕕𝕖 𝕝𝕒 𝕀𝔸 𝕘𝕖𝕟𝕖𝕣𝕒𝕥𝕚𝕧𝕒 🤖
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Así que poneos cómodos, porque vamos a explorar el poder, la influencia y, sí, también las responsabilidades de estos titanes de la tecnología. ¿Estáis listos para otro viaje apasionante en este mundo en constante cambio? Yo sí, y no puedo esperar para compartirlo con vosotros.👇
Consumismo y cortoplacismo, el enfoque americana por la IA
En un mundo ideal, La IA se utilizaría para alcanzar objetivos elevados y humanistas, que tuvieran en cuenta los intereses de la humanidad, como curar el cáncer o aliviar la pobreza. Por desgracia, esos no son los objetivos principales de la investigación y el desarrollo actuales de la IA, ni en Estados Unidos ni en China.
Empecemos por Estados Unidos. Aquí, el gobierno suscribe una ideología de capitalismo de libre mercado. Esto implica un enfoque relativamente indiferente, de no hacer nada para guiar la economía de la nación. Es cierto que hay cierta regulación y supervisión, pero no hay planificación económica, formulación de políticas ni fomento de industrias a gran escala y dirigidos por el gobierno. Esencialmente, el mercado está abandonado a su suerte.
Como resultado, las empresas tecnológicas estadounidenses y sus inversores persiguen sus propios proyectos con su propio dinero, para sus propios objetivos. Y dentro de un sistema capitalista de libre mercado, su principal objetivo es simplemente aumentar sus beneficios.
Para ganar dinero y mantener contentos a sus inversores en la industria tecnológica, ferozmente competitiva y en rápida evolución, las empresas necesitan desarrollar nuevos productos comercializables lo antes posible. De lo contrario, sus competidores les superarán y sus clientes e inversores enviarán su dinero a otra parte.
Como consecuencia, las empresas tecnológicas estadounidenses se ven obligadas a adoptar un enfoque imprudente y corto de miras en materia de innovación. Atrapadas en una carrera frenética para superar a sus competidores, carecen del tiempo y los incentivos necesarios para examinar a fondo sus productos y servicios antes de lanzarlos al mundo. Se dejan sin respuesta preguntas cruciales como: ¿podría este producto o servicio tener un impacto negativo en la sociedad? ¿Podría violar las normas éticas?
La actitud de la industria tecnológica ante estas preguntas tiende a ser "constrúyelo primero y pide perdón después". En otras palabras, lanzar el producto o servicio al mercado y esperar a que el público descubra las consecuencias. Si resultan negativas, se pide perdón y se pasa página. El resultado ha sido una serie de noticias que han acaparado titulares en los últimos años, como el escándalo Facebook-Cambridge Analytica de 2018, en el que se vieron comprometidos los datos personales de millones de usuarios de Facebook.
Con la IA, lo que está en juego es aún mayor, como veremos un poco más adelante. Pero antes, tenemos que echar un vistazo a la industria tecnológica china para completar nuestra imagen del panorama político y económico en el que se está desarrollando la IA.
China prioriza la IA para controlar el mundo
La ideología que guía a China y el panorama tecnológico resultante contrastan claramente con los de Estados Unidos. En lugar del capitalismo de libre mercado, el gobierno chino defiende una forma híbrida de socialismo y capitalismo. Se caracteriza por un mercado relativamente protegido presidido por un Estado fuerte, centralizado y autoritario.
Como resultado, la industria tecnológica china está en gran medida protegida de la competencia extranjera. Esto es especialmente cierto en el caso de las "tres grandes" empresas del sector, cada una de las cuales puede compararse a un homólogo estadounidense: a grandes rasgos, Baidu es como Google, Alibaba es como Amazon y Tencent es como Facebook. Tanto Google como Facebook tienen prohibido operar en China, y Amazon se ha visto seriamente impedida de afianzarse allí.
Mientras tanto, la industria tecnológica china goza de un fuerte apoyo y orientación por parte del gobierno chino. Por ejemplo, el gobierno proporciona a las universidades chinas enormes cantidades de fondos para la investigación tecnológica. También practica el tipo de planificación económica, elaboración de políticas y fomento de la industria tecnológica a gran escala que el gobierno estadounidense evita.
La IA es un buen ejemplo. El gobierno chino ha formulado explícitamente el objetivo de convertirse en "el principal centro mundial de innovación en IA" para 2030. Y ya está respaldando esas palabras con hechos. Por ejemplo, actualmente está construyendo un parque de investigación de IA de dos mil millones de dólares a las afueras de Pekín, y ha puesto a prueba cursos obligatorios de IA en 40 escuelas secundarias a partir de 2018.
Mientras tanto, el gobierno chino está trabajando estrechamente con la industria tecnológica de China para lograr sus propios objetivos, que tienen dos vertientes.
El primero es controlar a su población. Un escalofriante ejemplo de esto es su desarrollo de una puntuación de crédito social. Funciona de forma muy parecida a la puntuación de crédito financiero, sólo que está diseñada para clasificar la fiabilidad general de los ciudadanos, no sólo su solvencia.
El segundo objetivo del gobierno chino es utilizar su peso económico para derrocar a Estados Unidos como superpotencia dominante en el mundo. Dado que la IA será una de las tecnologías predominantes del futuro, China recibirá un importante impulso económico de su sector de IA en rápido desarrollo.
Se está preparando el escenario para una competencia mundial cada vez más feroz entre Estados Unidos, China y sus respectivos aliados, una competencia en la que la IA determinará quién sale victorioso.
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Un peligro inminente en la evolución de IA
¿Qué podría ocurrir si se dejara que la investigación y el desarrollo de la IA siguieran más o menos su curso actual?
Las siguientes respuestas son especulativas, pero una de sus principales premisas es una apuesta bastante segura: en un futuro no muy lejano, sofisticadas aplicaciones, sistemas y dispositivos impulsados por IA se entrelazarán con casi todas las facetas de la vida humana, desde abastecer nuestros frigoríficos hasta encontrar nuestra próxima cita.
Mientras tanto, esferas enteras de la sociedad podrían depender cada vez más de la IA: transporte, banca, sanidad... y la lista es interminable. En el ámbito de la salud, por ejemplo, los dispositivos portátiles de IA podrían decirnos cuándo tenemos una deficiencia de un nutriente concreto y recomendarnos menús para solucionarlo. En un futuro más lejano, esto podría ir un paso más allá: unos robots microscópicos de IA llamados nanobots podrían inyectarse directamente en nuestro cuerpo, donde no sólo detectarían nuestras enfermedades, sino que también las curarían sin necesidad de intervención humana.
Por desgracia, cuanto más nos entrelazamos con la inteligencia artificial, o incluso dependemos de ella, más problemas nos acechan. Supongamos que en Estados Unidos continúa la actual carrera por producir productos y servicios tecnológicos innovadores lo antes posible. Pues bien, esa prisa podría dar lugar a dispositivos propensos a los fallos, y esos fallos podrían perturbar nuestras vidas. Podrían fallar sistemas enteros de transporte y sanidad, ¡e incluso podríamos quedarnos fuera de nuestro propio frigorífico!
Pero hay una amenaza aún más amenazadora que los fallos: el pirateo militarizado. Imagina, como hace el autor, que el ejército chino encontrara la forma de piratear todas las aplicaciones, sistemas y dispositivos de inteligencia artificial de Estados Unidos. De este modo, podrían tomar como rehén a toda la nación. Puede parecer una tarea difícil, pero sería posible si todos esos portadores de IA estuvieran conectados entre sí por un par de sistemas operativos.
Y si China realmente quisiera destruir a Estados Unidos y sus aliados, podría incluso piratear los nanobots que todo el mundo tiene inyectados en sus cuerpos y volverlos contra sus anfitriones, aniquilando así a poblaciones enteras. Podría parecer un acto inimaginablemente monstruoso, pero, si nuestra actual crisis medioambiental empeora y empezamos a quedarnos sin recursos en la Tierra, podría convertirse simplemente en una cuestión de supervivencia.
Políticas y cooperación internacional, las clave para una IA segura
La IA podría aportarnos enormes beneficios, pero también podría conducirnos a muchos peligros. ¿Cómo podemos asegurarnos de cosechar los primeros y evitar los segundos?
En Estados Unidos, la respuesta está clara: las principales empresas tecnológicas del país deben reorientar su investigación y desarrollo de la IA en torno a valores humanistas, priorizando la búsqueda de los mejores intereses de la humanidad sobre el beneficio empresarial. Por ejemplo, antes de lanzar un nuevo sistema de IA al mercado, las empresas deberían probarlo de forma segura y exhaustiva, no sólo para ver si funciona, sino también para comprobar si tendría consecuencias negativas no deseadas para la sociedad.
Pero en las circunstancias actuales, todo eso son ilusiones. Incluso si las empresas quisieran sinceramente hacerlo, se verían presionadas por las implacables fuerzas del mercado para desarrollar y lanzar lo antes posible productos de IA no verificados. A menos que se puedan mitigar esas fuerzas, no sería realista esperar que las empresas actúen con moderación.
Ahí es donde debe intervenir el Gobierno, creando y aplicando una política nacional sólida y global en materia de IA. Esto no sólo significa desarrollar nuevas leyes, reglamentos y agencias para garantizar que las empresas tecnológicas cumplen las normas legales y éticas. También significa inyectar enormes cantidades de fondos en la industria de la IA.
Pero para lograr remodelar el futuro de la IA, Estados Unidos no puede hacerlo solo. También necesita la ayuda de sus aliados. Para ello, Estados Unidos, la UE y otros países aliados como Japón y Canadá deberían formar una Alianza Global para el Aumento de la Inteligencia o GAIA (Global Alliance of Intelligence Augmentation).
Trabajando juntos con la ayuda de GAIA, los gobiernos y empresas aliados de Estados Unidos podrían compartir conocimientos y aprovechar los avances de los demás. El progreso y la prosperidad resultantes harían que potencias rivales como China quisieran unirse a GAIA para no quedarse atrás. Pero para poder unirse a GAIA, estas potencias tendrían que aceptar adherirse a los valores rectores de GAIA.
De este modo, el escenario estaría preparado para que la humanidad disfrutara de los enormes beneficios de la IA sin caer presa de sus riesgos.
Food for thought
La inteligencia artificial ha avanzado notablemente en los últimos años y está llamada a progresar aún más en un futuro próximo.
En la edición de esta semana hemos visto el conflicto existente entre el potencial humanista de la Inteligencia Artificial (IA) y los objetivos actuales centrados en el beneficio y el cortoplacismo por parte de gobiernos y corporaciones empresariales. En el modelo estadounidense de capitalismo de libre mercado, las empresas tecnológicas priorizan la rentabilidad sobre el impacto ético o social, llevando a una innovación imprudente y a situaciones como el escándalo de Facebook-Cambridge Analytica. La falta de regulación gubernamental y de cooperación internacional amplifica estos riesgos, haciendo que las cuestiones éticas y el verdadero potencial beneficioso de la IA queden en un segundo plano.
Es evidente la contraposición entre las estrategias tecnológicas y políticas de Estados Unidos y China, centrándose especialmente en la Inteligencia Artificial. Mientras que el modelo estadounidense se basa en el libre mercado, China emplea un Estado fuerte y centralizado que protege y fomenta su industria tecnológica. El gobierno chino tiene ambiciones claras: controlar a su población y superar a Estados Unidos como superpotencia global, utilizando la IA como un catalizador clave para estos objetivos. Esta dinámica está configurando una competencia global feroz en el ámbito de la IA, que podría decidir el liderazgo mundial en las próximas décadas.
En un futuro cercano, la IA estará profundamente integrada en nuestras vidas, abarcando desde el transporte y la banca hasta la salud. Aunque esto traerá avances como nanobots que pueden curar enfermedades, también vienen riesgos. A medida que aumenta nuestra dependencia de la IA, se incrementan las posibilidades de fallos tecnológicos y vulnerabilidades que podrían ser explotadas. El pirateo militarizado, por ejemplo, podría poner en riesgo a naciones enteras. En escenarios extremos, la IA podría incluso ser utilizada para aniquilar a poblaciones enteras, especialmente si la crisis medioambiental lleva a una lucha por los recursos, convirtiéndolo en una cuestión de supervivencia.
Actualmente no existe un criterio universal y la realidad nos muestra una dualidad de evolución de la IA como fuente de enormes beneficios y riesgos potenciales. Existe la necesidad de que las empresas tecnológicas en Estados Unidos adopten valores humanistas en el desarrollo de la IA para evitar daños sociales. No obstante, las fuerzas del mercado están presionando en las empresas para lanzar rápidamente productos de IA, a menudo sin pruebas adecuadas.
Por eso, la intervención gubernamental es crucial para establecer políticas y financiamiento sólidos en la industria de la IA. Sin embargo, parece que esto no es algo que vaya a suceder a priori, Amy Webb enfatiza que Estados Unidos no puede actuar solo y necesita la cooperación internacional. Por ello propone la formación de una Alianza Global para el Aumento de la Inteligencia (GAIA), que incluiría a múltiples aliados y expertos. La meta es crear un escenario donde la humanidad pueda beneficiarse de la IA sin caer en sus riesgos.