Empieza por el porqué
Diario de Innovación #266
Hay charlas que ves, te gustan y sigues con tu vida.
Y luego están las que te acompañan toda la vida.
Esta que te traigo hoy es una de esas.
No porque te enseñe algo especialmente complejo.
Al contrario.
Porque te pone delante una idea tan simple que duele no haberla visto antes.
La primera vez que escuché esta charla fue hace más de una década.
Todavía recuerdo estar con D. en Distrito C viéndola entre reunión y reunión, que tiempos aquellos.
Y desde entonces, muchas decisiones profesionales, y unas cuantas personales, han pasado por ese filtro sin que yo fuera del todo consciente.
¿Por qué hago esto?
¿Para qué existe realmente lo que estoy construyendo?
¿Y por qué debería importarle a alguien más?
Durante años nos han dicho que el éxito tiene una receta clara: dinero, talento y buenas condiciones de mercado.
Si eso fuera cierto, el mundo estaría lleno de personas de “éxito” como, Samuel Pierpont Langle y no sabríamos quiénes fueron los hermanos Wright.
Cuando la lógica no explica el resultado
Apple tenía los mismos proveedores que los demás.
Los mismos ingenieros disponibles.
Las mismas agencias.
Los mismos canales de distribución.
Martin Luther King no era el único que sufría la segregación.
Ni siquiera el único gran orador.
Los Wright no tenían dinero.
Ni títulos universitarios.
Ni titulares en el New York Times.
Y aun así, fueron ellos. Y no el bueno de Samuel, quienes pasaron a los anales de la historia.
Cuando miras estos casos desde fuera, algo chirría.
No encajan con el Excel del éxito.
Y ahí es donde entra el Círculo de Oro.
Qué, cómo… y el gran olvidado
Todos sabemos qué hacemos.
Muchos sabemos cómo lo hacemos.
Muy pocos saben por qué.
Y no, “ganar dinero” no cuenta.
Eso es un resultado.
Nunca un propósito.
El “por qué” es otra cosa: la creencia, la causa, la razón por la que te levantas cuando nadie te obliga.
La mayoría comunica de fuera hacia dentro: esto es lo que hago, así es como lo hago, ¿me compras?
Los que inspiran hacen justo lo contrario: empiezan por lo que creen.
Apple no te vende un ordenador.
Te vende una forma de ver el mundo.
El ordenador solo es la prueba tangible.
Y cuando conectas con eso… compras sin que nadie te empuje.
El cerebro ya lo sabía antes que nosotros
Aquí viene la parte incómoda.
Esto no va de marketing.
Ni siquiera de comunicación.
Va de biología.
Las decisiones no nacen en la parte racional del cerebro.
Nacen en el sistema límbico.
Donde viven la confianza, la lealtad, el instinto.
Por eso decimos “no sé, pero algo no me cuadra”.
Porque la parte que decide no sabe hablar.
Primero sentimos.
Luego racionalizamos.
Y cuando alguien empieza por el porqué, no te convence: te reconoces en sus argumentos.
Sangre, sudor… o solo nómina
Langley quería ser rico y famoso.
Los Wright querían cambiar el mundo.
Esa diferencia lo explica todo.
Cuando contratas a alguien solo porque sabe hacer un trabajo, trabaja por dinero.
Cuando contratas a alguien que cree en lo mismo que tú, trabaja con todo lo demás.
No es romanticismo.
Es pura tracción.
Por eso unos abandonan cuando no salen en la foto, y otros siguen estrellándose cinco veces antes de ir a cenar.
Innovadores, pioneros… y el famoso abismo
Hay un pequeño porcentaje de personas que “lo entienden” a la primera.
No porque el producto sea perfecto.
Sino porque encaja con lo que creen.
Son los que hacen cola seis horas por comprar el último iPhone.
Los que pagan más por ser los primeros.
Los que no necesitan que nadie valide la decisión antes.
Si no conectas con ellos desde el porqué, no cruzas el abismo.
Te quedas explicando funcionalidades a quien aún no está preparado para escucharlas.
“Tengo un sueño”, no “tengo un plan”
Martin Luther King no convocó a 250.000 personas con un roadmap, ni promesas de cambio.
Las reunió con una creencia.
Nadie fue por él.
Fueron por ellos mismos.
Seguimos a quienes nos ayudan a expresar lo que ya llevamos dentro,
no a quienes nos presentan diapositivas mejor diseñadas.
Hay líderes con cargo.
Y hay personas que lideran.
A los segundos no los sigues porque debas.
Los sigues porque quieres.
Lo que me llevo, tantos años después
Esta charla no va de Apple.
Ni de liderazgo.
Ni siquiera de empresas.
Va de coherencia.
De alinear lo que haces con lo que crees.
De construir desde dentro hacia fuera.
De recordar que el impacto duradero no nace del “qué”, sino del “por qué”.
Y quizá por eso, más de diez años después, sigue apareciendo en mis decisiones.
Como una brújula silenciosa.
No siempre visible.
Pero casi siempre acertada.
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Déjame recordarte que si te gusta la tecnología, el podcast de Código Abierto también puede ser una buena opción.
Si algo de lo que has leído te ha removido, dímelo.
Ya sabes que estoy al otro lado si quieres comentar, discrepar o simplemente saludar.
Que nunca te falten ideas, ni ganas de probarlas.
A.
PD1: Aquí tienes la charla de Simon Sinek donde habla del Círculo Dorado.
PD1: Y aquí su libro, Empieza con el Porqué, dónde desarrolla en profundidad su teoría.


