¡Bienvenido una semana más a Innovation by Default💡!
Álex Fuenmayor (@adefuros) a los mandos de la nave, esta semana vengo a hablar de deporte.
Te preguntarás: ¿qué tienen que ver el deporte y la innovación?
Pues mucho más de lo que uno podría creer. Déjame que te lo cuente.
Y es que este domingo corro mi quinta maratón. Esta no será la típica publicación con la que sacar pecho, te lo garantizo: ninguna de mis marcas son para tirar cohetes. Terminar sano y salvo es el único objetivo, tanto en la carrera como en su preparación.
Hace años, correr largas distancias y escribir en mi blog personal eran dos de las actividades que más disfrutaba en mi día a día. Incluso me aventuré con las carreras de montaña; llegué a correr entre 20 y 30 kilómetros por los senderos escarpados de la sierra madrileña, una experiencia mucho más agotadora que una maratón en asfalto. Mi reto era llegar a hacer algún ultramaratón (una carrera de más de 42 km), o al menos eso pensaba cuando era algo más joven, hasta que llegó el COVID. Después, una sucesión de lesiones me hizo pensar lo contrario.
Aun así, nunca he dejado de correr.
Mañana, tras un largo parón en las carreras, me pondré de nuevo las zapatillas para correr por Madrid los 42 kilómetros y 195 metros de la distancia mítica que recorrió Filípides. Aunque ya no escribo en aquel blog, hoy tengo otro proyecto paralelo. Y si estás leyendo estas líneas, ya lo sabes: es mi querido Innovation by Default.
Y lo más curioso de todo es que he descubierto que, muchos años después, en esencia, sigo haciendo lo mismo: buscarme a mí mismo mientras persigo algo que no siempre me resulta agradable, que no genera rédito alguno. Pero con cada entrenamiento, con cada edición del boletín, siento que me transforma por dentro.
Si buscas una banda sonora para acompañar esta newsletter, te dejo la playlist que me he preparado para sudar este domingo por las calles de Madrid. Espero que, igual que yo, puedas revivir momentos especiales que hayas compartido con tus amigos y tu familia al escuchar algunas de estas letras o acordes. 😉
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En 2018 publiqué un artículo titulado “Las cuatro cosas que tienen en común preparar una maratón y lanzar tu blog personal”.
En esa época entrenaba de noche, a veces solo, a veces en compañía. Y escribía de madrugada, robándole tiempo al sueño, como muchos hacemos con nuestros sueños. Aquel blog fue mi primer side project. Lo abandoné, como aparque durante algún tiempo la larga distancia. A veces porque el cuerpo no da, a veces porque la cabeza no acompaña. Pero incluso en la pausa, algo quedó.
Preparar una maratón y lanzar un proyecto personal no tienen nada que ver… excepto en todo lo importante. Ambos requieren foco, constancia, humildad y aceptar el sufrimiento. Y sobre todo, ambos te cambian. No por lo que consigues, sino por en quién te conviertes mientras lo haces. Un cambio prácticamente invisible hasta que un día sin darte cuenta, de repente consigues cosas, metas, que no te habías planteado hasta el momento.
Ambas experiencias —correr y crear— empiezan igual: con un compromiso invisible. Nadie te obliga a madrugar para correr ni a escribir ese post, grabar ese episodio, o lanzar una idea que tal vez nadie escuche. Lo haces porque tú lo has decidido. Lo haces para no romper esa promesa que hiciste contigo mismo, de alguna manera, tu conciencia pesa más que cualquier contrato.
Y luego llega la práctica silenciosa. Semanas sin progresos evidentes. En el maratón, repites entrenamientos, aprendes a correr cansado, a hacerlo sin esperar que el cuerpo responda con entusiasmo. En el proyecto, publicas sin aplausos, creas sin feedback. Pero en esa rutina diaria, se esconde la mejora. El progreso real es acumulativo, no exponencial.
Y cuando llega el muro, lo sabes. Porque, no nos engañemos, llega siempre. En el kilómetro 32 de una maratón. O en el mes 6 de un proyecto sin resultados. Ahí es donde el cuerpo te abandona, y la mente tiene que tomar el relevo. Ahí es donde decides si sigues o no. Es el momento donde los estoicos encuentran su lugar: lo importante no es lo que te pasa, sino cómo lo interpretas. No es el dolor, es la interpretación del dolor. No es la falta de resultados, es el sentido que le das a seguir.
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En ese punto, también comprendes que la rutina no mata la creatividad, la cultiva. Ya se sabe: el hábito hace al monje. Entrenas aunque no apetezca. Escribes aunque no estés inspirado. Creas porque te comprometiste. Porque la libertad, como decía Aristóteles, nace del hábito. Y porque lo verdaderamente creativo, nace de la disciplina.
Tanto al correr como al crear, llega un momento en que dejas de mirar hacia afuera. El clima, la altimetría, los seguidores, el algoritmo… todo eso no depende de ti. Pero salir a correr hoy, publicar ese post esta semana, sí depende de ti. Lo demás es accesorio. Y como enseñan los estoicos: céntrate en lo que puedes controlar. Haz lo mejor con lo que tienes, desde donde estás.
Y sin embargo, no siempre puedes hacerlo solo. Lo aprendí en las maratones que preparé con amigos: rendía más, me esforzaba más, disfrutaba más. Porque el entorno te arrastra hacia arriba. Con los side projects pasa igual. Rodearte de gente inquieta, compartir ideas y experiencias, crear comunidad, te eleva. La motivación, al final, no es individual, es contagiosa.
Correr y crear también te enseñan el sentido del sacrificio. Roban tiempo. Exigen energía. Pero te dan algo que no se puede comprar. Te construyen desde dentro. Porque lo que no te da dinero pero te da propósito, es lo que más valor aporta.
Así que, si estás en ese momento en que tu blog, tu newsletter o tu podcast no están teniendo el eco que esperabas… recuerda esto: no lo haces por lo que obtienes. Lo haces por lo que te convierte. Es tu maratón personal. Puede que no pague las facturas, pero la transformación que provoca en ti como persona no tiene precio.
El domingo, cuando cruce la meta en el paseo de Recoletos (🤞🏻), no pensaré en el cronómetro. Pensaré en que he vuelto. A correr. A crear. Y entenderé, una vez más, que los side projects no son un mero entretenimiento: son el gimnasio del alma, la mente, las ideas, las ganas.
Porque en cada paso, en cada kilómetro, en cada párrafo, en cada idea, no estás simplemente avanzando… te estás buscando a ti mismo.
Y si hoy estás leyendo esto, y sientes que tu blog, tu newsletter, tu podcast —ese proyecto al que tanto cariño le pones— no sirve para nada, si dudas de su impacto o de su sentido… recuerda esto: no lo haces por lo que obtienes. Lo haces por el proceso y la persona que será después de haber vivido la experiencia.
Porque en un mundo que nos empuja a dar la mejor versión de nosotros siempre, comprometerte con algo que nace de ti… es el mayor acto de coherencia que puedes tener.
Gracias por acompañarme una semana más, ¡y te espero en la próxima edición Innovation by Default 💡!