Humanoides, la culpa y el aprendizaje
La sorprendente verdad sobre el éxito (y por qué algunas personas nunca aprenden de sus errores)
Hola de nuevo, aquí Aléx Fuenmayor (@adefuros) al mando de Innovation by Default 💡. Esta semana nos embarcamos en un viaje hacia el aprendizaje, y en este viaje descubriremos que tenemos un aliado inesperado que puede ayudarnos más de lo que podríamos imaginar.
En este proceso de entender como aprendemos exploraremos la "Pirámide de Aprendizaje", un modelo que nos ayuda a comprender cuán fácil es para nosotros aprender según el método de enseñanza que elijamos o paticipemos en él. En mi caso, escribir esta newsletter e investigar sobre temas que me interesan es otra forma de seguir aprendiendo.
Además, gracias al auge de herramientas como ChatGPT, descubriremos cómo el aprendizaje y nuestra relación con este proceso, así como nuestra interacción con nuestros nuevos compañeros de trabajo, pueden cambiar para siempre la forma en que aprendemos y desarrollamos nuestras competencias.
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Cómo aprendemos
A lo largo de tu vida, es posible que te hayas encontrado con personas que han logrado el éxito en su carrera profesional o en sus vidas, a pesar de no contar con títulos académicos o formación reglada. El concepto de éxito, es distinto dependiendo de cada persona y momento vital, y puede ser definido de manera general como tener un buen puesto, una familia, una vida económicamente cómoda y/o el reconocimiento social correspondiente.
Si nos alejamos del concepto de éxito en sí, ya que como he dicho puede haber diferentes definiciones de éxito para cada persona, podemos abstraernos del concepto y miarar a algunos de los referentes más populares en el ámbito empresarial. Resulta sorprendente ver cómo personas que han experimentado lo que podríamos llamar fracaso escolar, han abandonado la universidad o ni siquiera han asistido a ella, han logrado un reconocimiento social y una vida económica próspera que supera a la media.
La lista es extensa, por lo que aquí te presento un pequeño top 10:
Bill Gates: Fundador de Microsoft, abandonó la Universidad de Harvard.
Mark Zuckerberg: Cofundador y CEO de Facebook, abandonó la Universidad de Harvard.
Steve Jobs: Cofundador de Apple, abandonó Reed College.
Richard Branson: Fundador de Virgin Group, abandonó la escuela secundaria.
Michael Dell: Fundador de Dell Technologies, abandonó la Universidad de Texas.
Evan Williams: Cofundador de Twitter y fundador de Medium, abandonó la Universidad de Nebraska.
Jan Koum: Cofundador de WhatsApp, abandonó la Universidad Estatal de San José.
Larry Ellison: Cofundador de Oracle Corporation, abandonó la Universidad de Illinois y la Universidad de Chicago.
Ralph Lauren: Diseñador de moda y fundador de Ralph Lauren Corporation, abandonó el City College de Nueva York.
Ingvar Kamprad: Fundador de IKEA, abandonó la escuela secundaria.
A este listado internacional podríamos añadir algunos ilustres españoles como Amancio Ortega (fundador de Inditex), Isak Andic (fundador de Mango) y el diseñador Jesús del Pozo.
Hay varios modelos que intentan explicar cómo aprendemos, y los más conocidos utilizan la pirámide como representación de cuánto y cómo debemos ser capaces de retener lo aprendido.
Según esta representación en forma de pirámide, somos capaces de retener de manera más efectiva aquello que queremos aprender, dependiendo de cómo se nos presente la información y de cuán activos seamos en el propio proceso. Es probable que ambas representaciones en forma de pirámide se deban a las limitaciones propias de nuestro cerebro, y ambos autores trataron de plasmar este concepto de la forma más visual posible para el público en general.
La teoría de la "pirámide de experiencia" de Edgar Dale fue desarrollada y presentada por primera vez en la década de 1940. Edgar Dale, un educador estadounidense, propuso esta idea en su libro "Audio-Visual Methods in Teaching" (Métodos Audiovisuales en la Enseñanza). La pirámide de experiencia de Dale fue diseñada para resaltar la importancia de la participación activa y las experiencias prácticas en el aprendizaje.
Por otro lado, la "pirámide de aprendizaje" de William Glasser se desarrolló más tarde en la década de 1960. William Glasser, un psiquiatra y educador estadounidense, presentó su concepto de la pirámide de aprendizaje en su libro "Schools Without Failure" (Escuelas sin Fracaso). Glasser argumentaba que la forma en que se presenta la información tiene un impacto significativo en la retención y comprensión del estudiante.
Enseñanza tradicional: Conferencia o presentación oral: 5% de retención.
Lectura: 10% de retención.
Audiovisual: 20% de retención.
Demostración: 30% de retención.
Discusión en grupo: 50% de retención.
Práctica activa: 75% de retención.
Enseñar a otros: 90% de retención.
Es importante tener en cuenta que ambos conceptos, tanto la pirámide de aprendizaje de Glasser, como la de la experiencia de Edgar, son respectivamente una representación general y no se basan en estudios científicos rigurosos.
Sin embargo, es fundamental comprender que cada persona tiene preferencias y estilos de aprendizaje diferentes. Algunas personas pueden retener mejor la información a través de la lectura, mientras que otras pueden aprender más efectivamente a través de la discusión en grupo o la práctica activa. Es importante adaptar los métodos de enseñanza y aprendizaje para satisfacer las necesidades individuales de cada persona.
Si te gusta lo que estas leyendo, no olvides que también tienes la versión audio en mi podcast.
A veces se gana y otras se aprende
En el proceso de aprendizaje, una de las cosas que generalmente nos cuesta más a cada uno de nosotros es el proceso catártico del fracaso y el aprendizaje subyacente. Muchas veces nos autoengañamos o generamos una relaidad excesivamente ilusoria sobre el propio proceso a la hora de consegir un objetivo, ya sea a la hora de aprender algo, ejecutar un proyecto o intentar hacer un cambio profesional.
Por ello creo que hemos de intentar aprender también a partir de los errores y cómo podemos aplicar este enfoque en diferentes áreas de nuestra vida. Esta premisa es de la que parte Matthew Syedes en su libro, "Black Box Thinking".
El tiulo del libro ya nos da una idea del enfoque del mismo, utilizando el enfoque de la industria de la aviación, donde las cajas negras (black boxes) registran datos cruciales de los vuelos y se analizan detalladamente en caso de accidentes o incidentes para aprender de ellos y mejorar la seguridad en el futuro.
Este enfoque de aprendizaje a partir de los errores y la retroalimentación es esencial para el progreso y la innovación en cualquier industria.
Muchas organizaciones y sistemas están atrapados en una mentalidad de "tolerancia cero al error" en lugar de adoptar un enfoque de aprendizaje a partir de los mismos. El miedo al fracaso y la falta de transparencia en la comunicación de estos impiden el progreso y la mejora. Hemos de generar en nuestras orgacnizaciones y sistemas la cultura en la que los errores se vean como oportunidades de aprendizaje y se fomente la retroalimentación abierta y honesta.
En 1984, la llegada de las pruebas de ADN permitió a los fiscales demostrar la culpabilidad de manera concluyente, pero esta tecnología no siempre funciona de la misma manera para demostrar la inocencia de personas condenadas injustamente. Un ejemplo es el caso de Juan Rivera, quien fue condenado por un crimen que no cometió y por el que pasó trece años en prisión antes de que una prueba de ADN finalmente demostrara su inocencia. Sin embargo, los fiscales se mostraron reticentes a admitir el error, lo que plantea la pregunta de por qué es tan difícil reconocer los errores.
La verdad es que a veces nos cuesta aceptar nuestros errores porque afecta a nuestra autoestima. En el caso de Rivera, es probable que los fiscales realmente creyeran en su culpabilidad y buscaran explicaciones para la prueba de ADN negativa. No debe ser fácil dormir sabiendo que has privado de libertad a una persona durante trece años.
Otro de los puntos principales sobre el que trata el libro es la mentalidad de crecimiento (growth mindset) y cómo el pensamiento flexible y la disposición para enfrentar desafíos y aprender de los errores pueden conducir a la mejora continua.
El fracaso es algo más que una vergüenza personal; es más bien una indicación de que algo va mal.
Adoptar esta mentalidad de crecimiento, trata de aprender de tus errores y ajustar tu forma de actuar según la información que obtienes de ellos. Así puedes mejorar y, en última instancia si todo va bien, alcanzar el éxito.
La realidad que nos rodea funciona igual, fijate en la naturaleza sigue el mismo modus operandi. Las especies han evolucionan a lo largo de cientos de miles de años y cada generación transmite las mutaciones que facilitan la supervivencia. Es como si cada especie llevara un registro de las cosas que estuvieron a punto de matarla, y el código genético se asegurarse de incluir y transmitir dicha información para que las generaciones futuras estén mejor preparadas para el peligro, evitarlo y en última instancia seguir perpetuando la especie.
A nadie le gusta el fracaso, es un aviso de que algo no está funcionando como estaba previsto. No deja de ser señal que nos muestra que hay algo del problema que no entendemos, la buena noticias es que nos proporciona las pistas necesarias para actualizar nuestros modelos y evitar el fallo en las siguientes iteraciones.
Pero hay sectores donde esta iteración es mucho más díficil, por ejemplo, la medicina.
Imagina un mundo en el que nadie admitiera ni aprendiera de sus fracasos. En un mundo así, los errores se repetirían una y otra vez, con consecuencias drásticas.
En medicina, como en cualquier otro sector no reconocer los errores lleva a su repetición, pero en esta disciplina las consecuencias pueden afectar a la salud de los pacientes. Se estima que al menos 40.000 personas mueren anualmente en Estados Unidos debido a errores médicos. En otros campos, el fracaso es imposible de reconocer o progresar debido a la falta de evidencia o pruebas.
Este fue el caso de las sangrias, una práctica médica habitual antes de que los ensayos clínicos se convirtieran en norma en el siglo XIX. Para ello, los médicos drenaban la sangre de los pacientes, en un intento de curar o prevenir enfermedades. Aunque esto sólo debilitaba a los pacientes cuando más necesitaban sus fuerzas, los médicos emplearon esta práctica durante más de 1700 años.
Para aprender y desarrollarte, tienes que someter tus teorías al fracaso
Aunque cueste admitirlo, el mundo no es sencillo. Las situaciones difíciles suelen deberse a numerosas causas. Simplificar las cosas nos hace más fácil comprender el mundo que nos rodea, pero por otro lado impide enteder a ciencia cierta la realidad que nos rodea, y por ende evitar u obviar muchas veces detalles relevantes para llevar adelante nuestros proporsitos. Poniendo a prueba las teorías en las que nos apoyamos.
“Cada historia de éxito es una historia de constante adaptación, revisión y cambio.” - Richard Branson.
Pero dar a las ideas la oportunidad de fracasar, da lugar a nuevas ideas y al progreso. Por muy razonable que parezca una idea, nunca se puede estar seguro de su validez si no se pone a prueba.
Una forma de probar una teoría es realizar una prueba de control aleatoria (PCA), en la que se prueba algo contra un grupo de control que ayuda a aclarar la causa del fracaso. Es algo de lo que ya hablamos en el podcast en la temporada pasada, aquí puedes encontrar los dos episodios (EP16 y EP23) donde gracias a con Néstor Guerra (@nestor_guerra) repasamos muchas de las opciones que existen para llevar acabo experimentos exitosos.
A menudo, las grandes ideas surgen cuando hay un problema concreto, es decir, cuando algo ha fracasado. El fracaso en sí es lo que te impulsa a encontrar una solución y, de este modo, el fracaso puede funcionar como motor de progreso.
Pensemos, por ejemplo, en el cajero automático, concebido un día en que John Shephard-Barron se olvidó de ir al banco a recoger algo de dinero. En otras palabras, fracasó en su intento de disponer de efectivo cuando lo necesitaba. Pero gracias a su fracaso, surgió una nueva solución: una máquina dispensadora de dinero que está abierta cuando los bancos están cerrados.
Además de catalizar soluciones novedosas, el fracaso es también una forma de afinar procesos complicados, ya que nos ayuda a discernir los componentes de un problema.
Si quieres sacar el máximo partido del fracaso, no basta con comprender intelectualmente que el fracaso es útil. También hay que establecer una relación positiva con él.
Si no puedes afrontar el fracaso, si huyes de él, acabarás fracasando más de lo necesario. De hecho, el miedo al fracaso puede hacer que la gente cree barreras innecesarias para el éxito.
Hay que estar dispuesto a fracasar y asumir la responsabilidad de ese fracaso para desarrollarse, porque el fracaso es un valioso maestro. Pero ningún profesor del mundo puede ayudarte si no estás dispuesto a escuchar.
Aprender del fracaso significa dedicar tiempo y esfuerzo a reflexionar sobre los errores. Por desgracia, la gente prefiere enterrar la cabeza en la arena antes que enfrentarse a sus fracasos. Esto es un gran problema, porque nuestra actitud hacia el fracaso a menudo determina nuestro éxito.
Food for thought
Así que para terminar esta edición te dejo un pequeño resumen a modo de tweet de las principales ideas que has de tener en tu mente, si quieres estableces una buena relación con el fracaso, y convertirlo en un gran maestro.
1. La práctica deliberada implica adaptarse, mejorar y reestructurar los juicios para lograr mejoras.
2. La disonancia cognitiva nos lleva a redefinir las pruebas en lugar de desafiar nuestras creencias arraigadas.
3. La falacia narrativa impide aprender de los errores al crear historias y explicaciones que no se ajustan a la realidad.
4. Las ganancias marginales se logran al descomponer un objetivo en partes pequeñas y mejorar en cada una de ellas.
5. El progreso a menudo se produce a través de saltos creativos y la capacidad de pensar en grande y en pequeño.
6. La cultura de buscar culpables en lugar de analizar los errores genera más disonancia y evita tomar riesgos necesarios para progresar.
7. La mentalidad de crecimiento permite aprender de los errores, ya que nos permite entender que las habilidades se pueden desarrollar con esfuerzo.