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Al habla Álex Fuenmayor (@adefuros), en una nueva edición. Hoy vamos a zambullirnos de lleno en las corrientes cambiantes de la innovación, con una mirada especial a la revolución que está gestando la Generación de Inteligencia Artificial, la GenAI.
En el episodio de hoy, no solo descifraremos los intrincados mecanismos que hacen que la innovación sea un fenómeno tan fascinante y a veces esquivo, sino que también nos armaremos con las revelaciones y las enseñanzas del influyente libro "How Innovation Works", de Matt Ridley. A través de su conocimiento, destilaremos lecciones clave que nos ayudarán a entender no solo cómo funciona la innovación, sino cómo podemos aplicar estos principios a la emergente y potente GenAI.
Nos encontramos ante el desafío de forjar un futuro donde las máquinas no solo son herramientas, sino también creadoras, socias en el proceso de la generación de ideas. Este nuevo horizonte trae consigo preguntas de gran calado: ¿Cómo moldeamos una GenAI que no solo sea potente y eficiente, sino que también sea consciente y alineada con nuestros valores humanos?
Acompáñame a sumergirme en las aguas de la ética, la creatividad colaborativa y la importancia de guiar la innovación con un enfoque humano. Este episodio promete ser una travesía por la historia, la ciencia y la filosofía de la innovación, todo a través de la lente de las posibilidades infinitas que nos ofrece la Inteligencia Artificial.
Pero antes de comenzar, permíteme compartir contigo algunos de los contenidos que he publicado en LinkedIn esta semana: diferentes posts en los que he hablado sobre innovación, tecnología y como preararte para hacer mejores presentaciones en público:
𝕃𝕚𝕕𝕖𝕣𝕒𝕫𝕘𝕠 𝕖 𝕀𝕟𝕥𝕖𝕝𝕚𝕘𝕖𝕟𝕔𝕚𝕒 𝔸𝕣𝕥𝕚𝕗𝕚𝕔𝕚𝕒𝕝 𝕖𝕟 𝕝𝕒 𝕋𝕠𝕞𝕒 𝕕𝕖 𝔻𝕖𝕔𝕚𝕤𝕚𝕠𝕟𝕖𝕤
𝕃𝕒𝕤 𝟝 ℂ𝕠𝕤𝕒𝕤 𝕢𝕦𝕖 𝕝𝕒 "𝕄𝕒𝕕𝕣𝕚𝕟𝕒 𝕕𝕖 𝕝𝕒 𝕀𝔸" ℙ𝕚𝕕𝕖 𝕒𝕝 𝔾𝕠𝕓𝕚𝕖𝕣𝕟𝕠 𝕕𝕖 𝔼𝔼.𝕌𝕌.
ℂó𝕞𝕠 𝕞𝕖 𝕖𝕤𝕥𝕠𝕪 𝕡𝕣𝕖𝕡𝕒𝕣𝕒𝕟𝕕𝕠 𝕡𝕒𝕣𝕒 𝕕𝕖𝕛𝕒𝕣 𝕕𝕖 𝕥𝕒𝕣𝕥𝕒𝕞𝕦𝕕𝕖𝕒𝕣 𝕖𝕟 𝕡𝕣𝕖𝕤𝕖𝕟𝕥𝕒𝕔𝕚𝕠𝕟𝕖𝕤 𝕞𝕦𝕝𝕥𝕚𝕥𝕦𝕕𝕚𝕟𝕒𝕣𝕚𝕒𝕤
¿ℚ𝕦𝕚é𝕟𝕖𝕤 𝕤𝕠𝕟 𝕝𝕒𝕤 𝕕𝕠𝕤 𝕗𝕚𝕘𝕦𝕣𝕒𝕤 𝕞á𝕤 𝕚𝕞𝕡𝕒𝕔𝕥𝕒𝕟𝕥𝕖𝕤 𝕕𝕖 𝕊𝕚𝕝𝕚𝕔𝕠𝕟 𝕍𝕒𝕝𝕝𝕖𝕪 𝕒𝕔𝕥𝕦𝕒𝕝𝕞𝕖𝕟𝕥𝕖?
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Así que, ajusta tu volumen, ponte cómodo y déjate llevar por esta corriente de conocimiento y reflexión. Es hora de comenzar nuestra inmersión en el mundo de la innovación y empezar a desgranar como funciona.
La innovación es un proceso complejo, desordenado y colectivo.
La innovación es un proceso complejo, desordenado y colectivo.Creo que ya he repetido hasta la sociedad en esta newsletter que la innovación no surge del vacío; es un mosaico complejo, formado por un caleidoscopio de contribuciones. Es un proceso desordenado, colectivo y, a menudo, incremental, que se extiende a través de las generaciones y los continentes. La historia de la innovación es la historia de la humanidad misma, marcada por pequeños pasos y gigantescos saltos hacia adelante.
Como pasa el tiempo, hace ya más de dos años cuando en este mismo programa hablaba con Javier Fuentes, sobre las siete olas de la innovación, si quieres volverlo a escuchar aquí te dejo el enlace al episodio 18.
El resumen del mismo se plasma muy bien en esta Infografía, y la realidad es que como apostillaba unas líneas más arriba, la historia de la innovación no deja de ser la historia de la humanidad y su devenir tecnológico.
La Revolución Industrial, fue el primer salto gigante en la productividad que dio inicio a la era moderna, comenzó cuando los humanos aprovecharon por primera vez el poder del vapor para automatizar el trabajo. Para ello, utilizaron una nueva máquina llamada máquina de vapor atmosférica. ¿A quién le damos las gracias por este asombroso logro? A un hombre llamado Denis Papin.
O, espere, tal vez deberíamos agradecer a Thomas Savery. O, espera, ¿tal vez un compañero llamado Thomas Newcomen merece nuestro elogio? La verdad es que los tres hombres merecen algún crédito, pero ninguno de ellos puede reclamarlo todo.
Esto se debe a que, alrededor de 1700, Papin, Savery y Newcomen produjeron sus propios modelos de trabajo del motor atmosférico. Hasta el día de hoy, no está claro quién fue realmente el primero o cuánto influyó cada inventor en los demás.
A menudo asociamos una nueva invención con un único creador. Sin embargo, eso es una simplificación excesiva de cómo funciona la innovación. Incluso las personas más creativas no trabajan en el vacío. Siempre están influenciados por las herramientas, tecnologías, ideas y estructuras sociales que las rodean. Esto a menudo significa que múltiples fuerzas contribuyen a una innovación, incluso cuando una persona toma el crédito.
Consideremos el caso de la máquina de vapor atmosférica. Este dispositivo relativamente simple calienta y enfría el agua en un cilindro de metal. La presión cambiante causada por el vapor crea un movimiento que se puede utilizar para el trabajo, como bombear agua de las minas. ¿Podrían Papin, Savery o Newcomen haber inventado esto completamente por su cuenta?
En realidad no. Las ideas básicas detrás del dispositivo ya eran temas candentes de discusión en los círculos científicos en ese momento, todas apoyadas en los principios de la física que hacían posible dicha reacción, estaban a la vista de todos los que eran parte de ese momento de la historia, solo había que tener los conocimientos técnicos para hacerlo posible. Papin y Savery, ambos hombres con acceso a la mejor educación de la época, refinaron su pensamiento intercambiando cartas y papeles con otros inventores. Además, Newcomen, quien construyó la versión más exitosa del motor, confió en los avances anteriores en tecnología de herrería para completar su máquina. Por lo tanto, la invención de cada hombre también fue un producto de sus antecedentes e influencias.
Este principio se aplica a toda innovación. Mientras que Thomas Edison recibe crédito por inventar la bombilla en 1879, la verdad es que más de 20 otros creadores patentaron artilugios similares en décadas anteriores. Todos estos pensadores estaban respondiendo a las ideas y tecnologías que circulaban en ese momento. Por supuesto, algunos de estos intentos fueron mejores que otros, pero ninguna de estas innovaciones ocurrió en completo aislamiento.
Además, ninguno habría tenido éxito si no hubiera identificado el "dolor" de los usuarios, en este caso, la humanidad entera que tenía que pasar las noches en vela, literalmente, dada la complejidad y los riesgos asociados con las lámparas incandescentes alimentadas por gas de aquella época.
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Mejoras incrementales: otra forma de innovación.
Salamanca, Puffing Billy, Sans Pareil. Estos nombres suenan tontos ahora, pero a principios de la década de 1800, cada uno representaba un pequeño paso hacia la mejora de la forma en que nos movemos.
En los albores del siglo XIX, el caballo era el rey del transporte. Sin embargo, los inventores creían que una máquina, la locomotora impulsada por vapor, podría tomar su lugar. La parte difícil era averiguar cómo construir uno. Por lo tanto, los ingenieros probaron una gran cantidad de diseños diferentes, dando a cada nuevo prototipo un nuevo nombre audaz.
No todas las implementaciones tuvieron éxito, pero algunas contribuyeron a mejoras posteriores en velocidad, seguridad y fiabilidad. En 1829, el Rocket, una locomotora construida por Robert Stephenson, era capaz de transportar 13 toneladas de carga a 30 millas por hora; el mundo entero estaba maravillado con el cohete, era el inicio del camino de la gloriosa industria ferroviaria.
A lo largo de la historia, los humanos siempre hemos buscado formas más rápidas y confiables de viajar. Sin embargo, ningún nuevo modo de transporte surgió en una forma completamente perfecta. Por ejemplo, esas máquinas elegantes y eficientes que nos transportan hoy en día son el resultado de innumerables personas que realizaron innumerables pequeñas mejoras de diseño a lo largo del tiempo, sino compara el primer Ford T y un Tesla Model Y.
La industria del vehículo ha evolucionado gracias al motor de combustión interna como método de obtener la potencia motriz, hoy en día la narrativa que ha creado esta industria es tan fuerte, que muchos dudan de la competencia de los vehículos eléctricos. Si vamos unos siglos atrás, nos encontraremos con Isaac de Rivaz, un oficial de artillería franco-suizo, quien construyó el primer antepasado de estas máquinas en 1807. Corría con hidrógeno y oxígeno y era fuerte, torpe y propenso a explosiones de vapor. En 1860, un hombre de Pensilvania llamado Jean Joseph Lenoir actualizó el diseño para funcionar con petróleo. Esto fue un paso adelante, pero el dispositivo todavía era muy ineficiente.
En 1876, Nikolaus Otto, un vendedor de comestibles, refinó la máquina añadiendo un ciclo de cuatro tiempos de compresión e ignición, dando origen al motor de cuatro tiempos, cuyo desarrollo permitía un funcionamiento más fluido en la entrega de potencia. Este diseño fue adoptado por el inventor alemán Karl Benz. En 1894, amplió la potencia del motor y lo usó para conducir una máquina de tres ruedas llamada Motorwagen.
Mientras que el Motorwagen fue un éxito entre las clases acomodadas de la Alemania de finales del siglo XIX. Otro inventor del momento, a miles de kilómetros de distancia, tomó esta idea para llevar el automóvil a las masas. Un cambio en el modelo de negocio hizo que Henry Ford hiciese el vehículo de cuatro ruedas un éxito universal. La historia seguramente ya la conozcas, en 1909, su proceso de fabricación de la línea de ensamblaje hizo que el automóvil Modelo T fuera asequible para más personas.
Pronto, los coches eran una de las formas más populares de transporte alrededor. Tomó décadas de mejora lenta y constante, pero el motor finalmente había conquistado al caballo.
Y hoy en día, parece que estamos volviendo a vislumbrar un cambio en el modelo de negocio de la automoción. En este caso, es Elon Musk, quien está alterando y modificando elementos de la cadena de valor y la experiencia de conducción, tal y como la conocemos a día de hoy. Robotaxis, coches que se actualizan por software, eliminar el modelo indirecto de venta o sin necesidad de mantenimiento, son algunas de las palancas que está empezando a utilizar para cambiar para siempre el paradigma de movilidad que vivimos durante el pasado siglo XX.
Food for thought
En este episodio hemos visto cómo la innovación es un proceso complicado, algo caótico y, definitivamente, requiere de un esfuerzo colectivo. Hemos entendido que la innovación no brota de la nada, sino que es el resultado de un sinfín de contribuciones entrelazadas a lo largo del tiempo y espacio, algo así como un caleidoscopio que va tomando forma con cada giro.
Hemos visto como la Revolución Industrial introdujo una innovación que cambió el mundo, la máquina de vapor atmosférica y el debate sobre a quién agradecer por este salto monumental en la productividad: Denis Papin, Thomas Savery o Thomas Newcomen, seguirá en pie durante años. La realidad es que ninguno de ellos puede reclamar el mérito en solitario, ya que todos ellos y sus contemporáneos contribuyeron al progreso que disfrutamos hoy.
Hemos comprobado cómo la innovación suele ser más proceso de una sinergia que un acto solitario. Por ejemplo, aunque Thomas Edison es recordado por la bombilla, más de 20 inventores trabajaron en dispositivos similares antes que él. Todos ellos estaban influenciados por su entorno y las tecnologías existentes.
O como la técnica del injerto para la viruela en el siglo XVIII, que, aunque rudimentaria y algo peligrosa vista con los ojos de hoy en día, abrió el camino hacia las vacunas modernas. Un claro ejemplo de cómo el ingenio humano busca resolver problemas urgentes, a menudo con lo que tiene a mano.
En la medicina y otros campos, hemos visto cómo a veces la innovación viene de la prueba y error más que de un descubrimiento deliberado. La historia de cómo el Dr. John Leal experimentó con la adición de cloruro de cal al suministro de agua de Jersey City en 1908 ilustra perfectamente este punto.
Finalmente, hablé sobre las mejoras incrementales, esas pequeñas pero esenciales afinaciones que llevan a grandes avances, como fue el caso de las primeras locomotoras a vapor y el desarrollo de la automoción desde el prototipo de Isaac de Rivaz pasando por el Modelo T de Ford y hasta nuestros días con los coches eléctricos, y el éxito de Elon Musk y Tesla liderando este mercado.
Este episodio ha sido una primera mirada en retrospectiva al complejo mosaico que es la innovación. En las próximas semanas, seguiré desgranando algunas de las lecciones que podemos encontrar en "How Innovation Works", de Matt Ridley.
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