La inteligencia artificial y la muerte del capitalismo.
¿Puede la IA causar una revolución económica? Mitos y realidades
Bienvenido una semana más a la newsletter de Innovation by Default 💡. Otra semana más, Álex Fuenmayor (@adefuros) al mando de la nave.
Esta semana me gustaría seguir teorizando sobre el posible impacto que la inteligencia artificial podría tener en nuestras vidas, pero desde un punto de vista más macroeconómico.
Como raza efímera, y desde hace un siglo, siempre nos hemos cuestionando qué nos depara el futuro: ¿qué tiempo hará mañana?, ¿tendré suficiente leña para pasar el invierno?, ¿cuándo tengo que sembrar la cosecha para que me dé tiempo a recogerla?
Nuestra sociedad de consumo ha heredado en parte estas dinámicas. Siempre estamos sacando la bola de cristal para hacer predicciones que nos permitan adaptarnos como seres efímeros al contexto que nos rodea. Aunque hoy en día las preocupaciones son muy diferentes: ¿tendré trabajo dentro de unos años?, ¿cómo están los tipos de interés?, ¿sube o baja el IPC?, ¿habrá inflación en la zona euro? Y así, montones de preguntas en torno a nuestro día a día.
Pero ahora se abre ante nosotros una posible crisis, entendida como cambio, no con el término peyorativo al que hemos relegado la palabra. Afrontamos una crisis del modelo de producción al que estamos acostumbrados y lo curioso es que hay pocos sectores de la economía que no se vayan a ver afectados.
Como hemos visto en ediciones anteriores, la IA ha dado un salto cuántico en cuanto a las funciones que puede y no puede hacer. La IA Generativa ha sido una explosión de casos de uso que hace años pensábamos que eran altamente improbables que un robot o una máquina pudieran llegar a hacer.
Como decía hace unos párrafos, como seres humanos siempre nos estamos cuestionando qué nos deparará el futuro, y nos fijamos en los avances tecnológicos que hemos logrado hasta ahora para vislumbrar una imagen de lo que será nuestro día a día de aquí a equis años.
Está claro que avanzamos hacia un tipo de inteligencia artificial que automatizará la mayoría de nuestros trabajos, pero ¿cómo pensamos afrontar esta situación?
En el episodio de esta semana me gustaría reflexionar contigo sobre cuáles son los retos a los que nos enfrentaremos y lo que debemos hacer para prepararnos para lo que, a priori, parece un cambio inevitable.
Pero antes de comenzar, permíteme compartir contigo algunos de los contenidos que he publicado en LinkedIn esta semana: diferentes posts en los que he hablado sobre innovación y tecnología, y sí también IA, mucha IA, que podrían interesarte también:
No te pierdas este interesante capítulo donce ahondaremos en algunas de las reflexiones de Calum Chace recogidas en su libro The Economic Singularity. Empezamos…👇
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De la Revolución Industrial a la IA: Cómo las Máquinas Enriquecen Naciones Sin Amenazar Empleos
Durante décadas, los seres humanos han temido que las máquinas se apoderaran del mundo, y estas preocupaciones no son en absoluto infundadas. Hoy en día es totalmente factible que se desarrollen robots con todo tipo de rasgos humanos, capaces de mostrar empatía, capacidad de conversación y un alto nivel de inteligencia.
Si los robots son complacientes, esto podría ser muy práctico, por ejemplo para los muchos solteros del mundo que necesitan una pareja estable y fiable con la que vivir. Pero los robots también podrían decidir tomar el control y convertir a los humanos en esclavos. Tenemos una gran cantidad de ejemplos en el imaginario colectivo, y Hollywood no para de recordárnoslo. Yo particularmente hace ya unos años que pienso que vivimos en matrix, o ago similar, 😂 😂. Vete a saber si el COVID fue realmente un virus informático que se propago sin permiso. ; )
Dejando a un lado la ciencia ficción, hasta ahora la tecnología y las máquinas no han causado estragos en la tierra; más bien hemos sido los humanos haciendo uso de ellas. De hecho, la mecanización consiguió que los seres humanos tengan que trabajar cada vez menos, dejándoles tiempo para ser creativos, productivos o simplemente perezosos. Esta tendencia continuará a medida que avance la tecnología, así que consideremos los aspectos positivos y negativos que nos depara este aumento de la IA.
En el Episodio 41 - Luditas, robots y el futuro del trabajo, ya hablamos de los luditas y cómo la tecnología ha despertado críticas desde sus inicios. Fue probablemente la primera vez que hubo una preocupación social por la perdida de trabajos, empezo en la Inglaterra del siglo XIX cuando las máquinas y fábricas empezaron a tomar protagonismo. Charles Dickens fue una de las voces que se alzaron contra el impacto que tendrían estas máquinas en la clase trabajadora, trasladandolo al imaginario colectivo a través de sus historias. Aunque las máquinas ya existían, impulsadas por el viento y el agua, la verdadera revolución vino con la máquina de vapor de Thomas Newcomen. Este invento, más potente que cualquier otro de la época, impulsó la Revolución Industrial, lo que a su vez liberó tiempo humano, sentando las bases para la Revolución de la Información.
Con el paso del tiempo, las máquinas se hicieron cada vez más eficientes y se necesitó menos trabajo manual en la cadena de montaje. En consecuencia, los trabajadores se volcaron en el sector servicios.
Antes de 1940, sólo la mitad del producto interior bruto (PIB) de Estados Unidos procedía de la industria de servicios, pero solo una década después esta industria empleaba a más de la mitad de la mano de obra del país.
Este cambio, de la industria y la agricultura a los servicios, marcó el inicio de la revolución de la era de la información, una era que se centraría en la producción de conocimientos e información en lugar de materias primas.
Hoy en día continuamos viviendo esa revolución, no podemos estar seguros de sus consecuencias globales; de hecho, sigue siendo difícil especular sobre cómo será nuestra mano de obra en el futuro. Pero antes de mirar al futuro, veamos primero cómo hemos llegado a donde estamos hoy, pasando por ese momento de frustración vivido por los luditas.
Pero, ¿es realmente la tecnología la culpable? Si nos fijamos en las pruebas, podemos ver que la maquinaria generalmente aumenta la riqueza de una nación mientras que el resistente mercado laboral se adapta.
Como las máquinas no necesitan dormir y no requieren salarios ni prestaciones, abaratan y aceleran la producción. Y al fabricarse más productos, puede satisfacerse una mayor demanda, lo que a la larga se traduce en más riqueza y más puestos de trabajo.
Por tanto, es miope suponer que la automatización conduce automáticamente al desempleo. Al fin y al cabo, no hay una cantidad fija de empleos ni de trabajo por hacer.
Hasta ahora, la regla general ha sido que cuando las sociedades y las empresas innovan y se hacen más prósperas, se crean nuevos puestos de trabajo.
Hoy se utilizan más máquinas que nunca. Y al mismo tiempo, los humanos trabajamos tanto como siempre, porque las máquinas nos permiten ser más productivos y realizar tareas nuevas y apasionantes.
En 2015, la consultora financiera Deloitte estudió las tendencias del empleo desde 1871 y descubrió que, efectivamente, las máquinas han generado más puestos de trabajo, principalmente debido a la automatización de la industria agrícola y de las profesiones relacionadas con la lavandería.
Hasta ahora, las máquinas han hecho más bien que mal al mercado laboral, así que se podría pensar que mejorar las máquinas mediante la inteligencia artificial (IA) mejoraría aún más las cosas, ¿verdad? Pues no.
Y así llegamos al dilema actual. ¿Cómo vamos a enfrentarnos a este futuro incierto?
Lo primero que debemos hacer es evaluar lo que realmente necesitamos para vivir una vida plena. Si la tecnología puede cuidar de nuestras necesidades básicas, como comida, ropa y vivienda, esto nos liberará para perseguir otros intereses, como el arte, la música, la filosofía y la familia.
Los robots que son cada vez más competentes no tienen por qué ser una amenaza para nuestra existencia. Al contrario, pueden liberarnos para hacer cosas que realmente importan.
Si te gusta lo que estas leyendo, no olvides que también tienes disponible esta edición en formato audio en el podcast de Innovation by Default 💡.
Empleos en riesgo y renta básica: Navegando en la nueva económica y la brecha social
Una vez que una nueva tecnología está disponible, es inevitable que se produzca un cambio rápido. Piense en lo rápido que la gente se pasó a las cámaras digitales o en cómo las máquinas de escribir quedaron obsoletas prácticamente de la noche a la mañana.
Con los constantes avances que se están produciendo en el campo de la inteligencia artificial, está garantizado que en un futuro próximo se produzcan más cambios rápidos, como la proliferación de los coches autónomos.
Hace ya casi 20 año, alla por el año 2004, en el concurso de conducción autonoma del DARPA Grand Challenge, Sandstorm un Humvee reconvertido que sólo recorrió siete millas antes de quedarse atascado en una roca.
Pero muchas cosas han cambiado desde entonces: los coches autónomos que Google ha diseñado para Lexus y Chrysler ya han recorrido más de un millón de kilómetros por las carreteras de California, y aún no ha habido ningún contratiempo significativo.
Los expertos predicen que las carreteras públicas estarán ocupadas por coches autónomos en el año 2041. Esto significa que los exámenes de conducir quedarán obsoletos, al igual que la mayoría de los trabajos de chófer y conductor comercial. Con menos accidentes en la carretera, se reducirá drásticamente la demanda de mecánicos y apenas habrá necesidad de seguros de coche.
Entonces, ¿para cuándo el primer coche autoconducido? Chris Urmson, jefe del proyecto de conducción automatizada de Google, predice que el público en general debería tener la opción de conducir con manos libres en 2020.
Otro sector especialmente vulnerable a la automatización es el sanitario.
De hecho, el primer robot cuidador ya se utiliza en Japón. Tanto el robot como su empresa matriz se llaman PARO, y el propio robot parece una pequeña foca, con pelaje y grandes ojos.
La terapia con animales se ha hecho muy popular últimamente, ya que los pacientes expuestos a criaturas de peluche consiguen un poco de la tan necesaria alegría para reducir el estrés y bajar la tensión arterial. Y la PARO permite que más pacientes experimenten estos beneficios al llegar a quienes no tienen acceso a un animal de verdad.
El autor cree que en 2041 todos tendremos acceso a dispositivos que controlarán constantemente nuestras estadísticas vitales. Como resultado, la demanda de médicos y enfermeras disminuirá drásticamente, ya que sus funciones básicas estarán automatizadas.
Nuestra sociedad se enfrentará en el futuro a una serie de retos, entre los que no será el menor el impacto económico que acompañará al aumento del desempleo.
Cuando un gran número de personas se queden repentinamente sin trabajo, se producirá un periodo posterior de contracción económica que podría llevar a la sociedad a un punto muerto.
Cuando pongamos en marcha la tecnología de la IA, la productividad aumentará y los precios de los bienes y servicios bajarán para que la gente siga comprando.
Pero el efecto positivo inicial de estos cambios acabará nivelándose y será sustituido por una contracción económica causada por tantos desempleados.
Lo hemos visto en Grecia, donde el 46,5% de los jóvenes están en paro.
Aunque los familiares pueden proporcionar una red de seguridad temporal a parientes en situaciones como la de Grecia, no hay precedentes para el desempleo generalizado que se producirá en el futuro. Afectará a todas las edades, clases y grupos demográficos, por lo que no existe una red de seguridad lo suficientemente grande como para evitar que la economía se deteriore bajo semejante presión.
Otro problema es la disparidad entre clases, que podría hacer que algunas personas no pudieran permitirse el acceso a ciertas tecnologías y quedaran rezagadas.
Aunque la tecnología cambia con rapidez, pasa mucho tiempo antes de que los nuevos productos sean asequibles para el gran público.
Supongamos que aparecen implantes que permiten a los ricos mejorar su cuerpo y su mente mucho más de lo que es posible hoy en día. Esto podría agravar aún más la brecha social, al hacer que la vida de los ricos sea tan drásticamente diferente que su acceso a la tecnología les convierta en seres "superiores".
Tendremos que trabajar juntos si queremos superar los retos del futuro, y en el último parpadeo veremos cómo podríamos perseverar.
¿Qué le parecería ganar dinero sin tener que trabajar? Puede parecer un sueño, pero pronto podría ser una realidad para muchos de nosotros.
Este concepto se conoce como renta básica universal y será una necesidad en un futuro en el que la mayoría de los trabajos puedan automatizarse.
Al fin y al cabo, seguiremos necesitando unos ingresos, incluso cuando una sofisticada IA se encargue de las tareas que mantienen los servicios en funcionamiento.
Una renta básica universal permite distribuir una cantidad fija a todos los ciudadanos, ya sea de forma incondicional o a través de lo que se conoce como un impuesto negativo sobre la renta, un método que funciona proporcionando una cierta cantidad de dinero para ayudarte a alcanzar una cifra determinada.
Este modelo de bienestar de renta básica ya se ha probado en algunas zonas, y el mayor experimento tuvo lugar durante la década de 1970, en la ciudad canadiense de Dauphin.
El gobierno canadiense determinó que cada familia recibiría una cantidad mínima de dinero cada año, sin condiciones. Ajustada a la inflación, decidieron que esta cantidad sería de 16.000 dólares canadienses. Así que si los ingresos normales de una familia caían por debajo de esa cantidad, el gobierno cubriría la diferencia.
Entre 1974 y 1976, 10.000 ciudadanos se beneficiaron del programa, y a pesar de la preocupación de que provocara desempleo voluntario, sólo las madres con recién nacidos y los adolescentes dejaron de trabajar por completo.
La renta básica universal debería permitir más iniciativas artísticas, pero también podría provocar depresión.
Un empleo es lo que da sentido a la vida de muchas personas, y podemos predecir con seguridad que alrededor del diez por ciento de la población sufrirá psicológicamente por estar en paro. Se hundirán en una depresión o escaparán al mundo del entretenimiento de la realidad virtual.
Pero la mayoría de la población encontrará actividades sanas que alegren su vida, como escribir, hacer deporte o descubrir otras actividades creativas y artísticas.
Si queremos que esto ocurra, tendremos que estar preparados, con estrategias y estructuras que permitan una transición económica suave y eviten algunos de los mayores peligros a los que seguramente nos enfrentaremos.
Food for thought
A diferencia de cambios anteriores en la sociedad, la revolución de las máquinas tendrá un gran impacto en el empleo, haciendo innecesarios muchos de los trabajos actuales. Para evitar una catástrofe, necesitamos planificar con antelación esta inevitabilidad y buscar formas de mantener una sociedad próspera incluso cuando el concepto tradicional de trabajo haya cambiado
Sé que es más fácil decirlo que hacerlo. En toda crisis, generalmente quienes más tienen son los que más ganan. Sin embargo, quizá la revolución de las máquinas pueda alterar el balance de poder, haciendo que la distribución de recursos y bienestar sea más equitativa para todos.
Desde la Revolución Industrial hasta nuestros días, la tecnología ha sido el motor del cambio y la adaptación en el mundo laboral. Aunque históricamente las máquinas han generado más riqueza y empleo, la creciente inteligencia de las máquinas (IA) plantea preguntas serias sobre el futuro del trabajo, especialmente en el sector servicios. Con las máquinas aprendiendo a tomar decisiones cognitivas, incluso trabajos que antes se consideraban seguros están en peligro.
Pero no todo es negativo. A pesar de las amenazas, también hay oportunidades para una mayor eficiencia y nuevas formas de empleo. El verdadero desafío radica en cómo navegamos este nuevo panorama, considerando tanto las implicancias económicas como las psicológicas y de bienestar para toda la sociedad.
La revolución de la inteligencia artificial está en marcha y sus consecuencias son de doble filo. En sectores como el transporte y la salud, la automatización está provocando cambios vertiginosos, haciendo obsoletos empleos y tareas que hoy parecen esenciales. Sin embargo, esta transformación viene con desafíos importantes, como el aumento del desempleo y la creciente brecha entre clases sociales.
Ante este panorama, la renta básica universal emerge como una posible solución para amortiguar el impacto económico, aunque no es una panacea. También podría tener implicaciones psicológicas en una sociedad cada vez más dependiente de su vida labor para encontrar significado. En resumen, estamos en un momento crítico donde la tecnología ofrece grandes avances pero también plantea retos que requieren soluciones inclusivas y bien pensadas.