La necesidad agudiza el ingenio
¿Está sufriendo occidente un bloqueo creativo por la falta de necesidad?
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Al habla Álex Fuenmayor (@adefuros), en una nueva edición. Hoy me gustaría reflexionas sobre si la escasez de recursos y la necesidad, aceleran el proceso creatrivo y la innovación, ¿puede que esta sea una de las razones por las que Apple no ha creado ninguna innovación disruptiva desde la desaparición de Steve Jobs?
En el episodio de esta semana, exploraremos tres conceptos fascinantes y a menudo controvertidos en el mundo de la innovación. Primero, abordaremos cómo las grandes innovaciones suelen enfrentar resistencia inicial y por qué este rechazo puede ser un indicador positivo de cambio y progreso.
Luego, nos sumergiremos en la preocupante tendencia de cómo Occidente parece haber frenado su ritmo innovador, mientras naciones como Israel, Corea, Singapur y China están avanzando a pasos agigantados, desafiando el status quo y liderando la carrera tecnológica.
Para finalmente, hacer una reflexión en altto sobre la naturaleza de la innovación como una revolución: un fenómeno que, lejos de emanar de las cúpulas del poder, brota con más fuerza desde las bases, impulsado por la creatividad y el empuje de aquellos que desafían los límites establecidos. Un viaje apasionante por el dinámico y a veces turbulento mundo de la innovación, donde lo imposible se convierte en realidad.
La innovación, a menudo, florece en terrenos áridos de necesidad y limitación, una verdad que se refleja en múltiples esferas como el fútbol, la música, y el arte. Esta analogía se alinea perfectamente con la situación actual de empresas como Apple, como se destacó en el post anterior sobre el impacto de OpenAI en el sector tecnológico. Muchos creadores utilizan precisamente las restricciones como base sobre la que apoyar este proceso.
En el mundo del fútbol, los equipos con menos recursos financieros a menudo desarrollan tácticas y estrategias más creativas para competir contra equipos con presupuestos más abultados, este año el ejemplo lo tenemos en el Girona. Es la necesidad de innovar frente a la limitación de recursos lo que a menudo conduce a un juego más ingenioso y estratégico. De manera similar, Apple, una vez conocida por su innovación constante, parece haber entrado en una fase de complacencia. Al no enfrentar desafíos inmediatos y urgentes, puede estar perdiendo esa chispa creativa que recupero con la vuelta de Jobs y que una vez impulsó su renacimiento creativo.
En la música y el arte, muchas de las obras más profundas y revolucionarias han surgido de periodos de dificultad y sufrimiento personal. Los artistas, al enfrentarse a desafíos emocionales o a la falta de recursos, a menudo han canalizado estas experiencias en su trabajo, creando piezas que rompen moldes y establecen nuevos paradigmas. Esto resuena con la situación de Apple: la ausencia de una necesidad apremiante o un desafío significativo puede estar limitando su impulso hacia la innovación disruptiva. ¿Qué puede motivar a la empresa más valiosa del mundo por capitaización bursatil?
En conclusión, tanto en el fútbol, la música, el arte, como en la tecnología, la necesidad y la limitación pueden ser poderosos catalizadores para la innovación. Empresas como Apple podrían necesitar enfrentarse a nuevos desafíos o adoptar una perspectiva de limitación para reavivar el fuego de la creatividad y el progreso. La llegada de tecnologías disruptivas como las de OpenAI podría ser precisamente el tipo de desafío que impulse a gigantes tecnológicos a redescubrir su genio innovador.
Pero antes de comenzar, permíteme compartir contigo algunos de los contenidos que he publicado en LinkedIn esta semana: diferentes posts en los que he hablado sobre innovación, tecnología y como preararte para ser mejor profesional:
𝕃𝕒 𝕒𝕡𝕒𝕣𝕚𝕔𝕚ó𝕟 𝕕𝕖 𝕆𝕡𝕖𝕟𝔸𝕀: 𝔸𝕝𝕥𝕖𝕣𝕒𝕟𝕕𝕠 𝕖𝕝 𝕖𝕢𝕦𝕚𝕝𝕚𝕓𝕣𝕚𝕠 𝕕𝕖 𝕗𝕦𝕖𝕣𝕫𝕒𝕤 𝕖𝕟 𝕖𝕝 𝕞𝕖𝕣𝕔𝕒𝕕𝕠 𝕋𝕖𝕔𝕙
ℍ𝕖𝕣𝕣𝕒𝕞𝕚𝕖𝕟𝕥𝕒𝕤 𝕕𝕖 𝕕𝕖𝕥𝕖𝕔𝕔𝕚ó𝕟 𝕕𝕖 𝕔𝕠𝕟𝕥𝕖𝕟𝕚𝕕𝕠𝕤 𝕓𝕒𝕤𝕒𝕕𝕠𝕤 𝕖𝕟 𝔾𝕖𝕟𝔸𝕀: ¿𝕦𝕟𝕒 𝕤𝕠𝕝𝕦𝕔𝕚ó𝕟 𝕚𝕟𝕔𝕠𝕞𝕡𝕝𝕖𝕥𝕒?
#𝔾𝕖𝕟𝔸𝕀 🤖 𝕪 𝕖𝕝 𝕗𝕦𝕥𝕦𝕣𝕠 𝕕𝕖𝕝 𝕥𝕣𝕒𝕓𝕒𝕛𝕠: 𝕌𝕟 𝕔𝕒𝕞𝕚𝕟𝕠 𝕙𝕒𝕔𝕚𝕒 𝕝𝕒 𝕔𝕠𝕞𝕡𝕝𝕖𝕞𝕖𝕟𝕥𝕒𝕣𝕚𝕖𝕕𝕒𝕕 𝕙𝕦𝕞𝕒𝕟𝕒 ✨
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La innovación no siempre viene de arriba hacia abajo.
En 1924, el gobierno británico quería construir un dirigible civil capaz de viajar a través de los océanos. Esto planteó la pregunta: ¿debe la tarea ser manejada por el gobierno o por la industria privada? Decidieron probar ambos enfoques. El Parlamento contrató a una empresa pública y a otra privada, Vickers, para construir dos aviones.
¿Cómo se desarrolló este experimento? Bueno, en 1930, Vickers había diseñado el R100, un avión ligero, rápido y eficiente. Viajó a Canadá y regresó sin problemas. Mientras tanto, la empresa pública construyó el R101, un avión más pesado y costoso. En su primer viaje a Karachi, Pakistán, solo llegó a Francia antes de estrellarse, matando a 48 pasajeros.
Estos dos resultados muy diferentes ilustran un punto importante. Cuando se trata de innovación, la supervisión y el control directo del gobierno no siempre son la respuesta.
Hay una noción popular de que la innovación requiere orientación y financiación directamente del estado. Este argumento postula que la industria privada, en una búsqueda constante de beneficios fáciles, evitará la costosa investigación y desarrollo necesarios para crear ideas verdaderamente nuevas. En cambio, las empresas acapararán sus patentes y simplemente repasarán los productos antiguos. Pero, ¿es esto cierto?
No exactamente. Si bien es cierto que la investigación dirigida por el gobierno hace grandes descubrimientos, a menudo se necesita el ingenio de la empresa privada para convertirlos en innovaciones prácticas. Considere Internet. Los componentes básicos de las redes informáticas fueron creados por la Agencia del Proyecto de Investigación Avanzada de Defensa (ARPA), un laboratorio del gobierno estadounidense. Sin embargo, la red mundial no despegó como una necesidad real hasta que empresas privadas como Cisco comenzaron a experimentar con la tecnología en los años 1980 y 1990.
Esta dinámica ocurre porque los grandes proyectos gubernamentales a menudo no son sensibles a las necesidades o deseos de los ciudadanos de a pie. Además, pueden ser lentos en adoptar nuevas ideas listas para usar. Sin embargo, las grandes empresas también pueden sufrir esta tendencia. Es por eso que incluso las empresas gigantes a veces son usurpadas por empresas de nueva creación.
¿Recuerdas a Kodak? Esta empresa fue una vez el maestro indiscutible de la industria de la fotografía. Las cámaras eran su producto estrella. En 1975, cuando uno de sus científicos construyó una versión temprana de una cámara digital, su innovación fue ignorada. Los superiores simplemente no vieron el potencial en su voluminoso y electrónico gizmo. Sin embargo, las empresas más pequeñas lo hicieron. Y desarrollaron sus propios productos, que se hicieron cargo del mercado. Así, Kodak se perdió la revolución de la fotografía digital y se declaró en bancarrota en 2012.
La innovación siempre se enfrenta a la resistencia.
Dé un paseo por el pasillo donde se venden los lácteos en cualquiera de los supermercados de tu ciudad. Allí, encontrarás una amplia selección de mantequillas y margarinas colocadas una al lado de la otra en perfecta armonía. Pero no siempre fue así.
Cuando la margarina se inventó allá por el año 1869, causó un alboroto. La mezcla aceitosa fue más barata y mejor aceptada inicialmente que la mantequilla. La industria láctea, temiendo la competencia, lanzó una campaña contra ella. El Consejo Nacional de Lácteos de EE. UU. falsificó estudios que mostraban que la margarina era peligrosa. En la década de 1940, dos tercios de los estados estadounidenses habían prohibido este producto básico inocuo.
Por supuesto, el fervor finalmente disminuyó, y la margarina se convirtió en un alimento aceptado y usado por las masas. Sin embargo, esta batalla de la mantequilla vs la margarina muestra que incluso nuevas creaciones inofensivas pueden generar controversia.
Cuando una idea o invención verdaderamente novedosa llega a la escena, a menudo será rechazada. Esto se debe a que la gente común a menudo teme el cambio. Además, las industrias establecidas no quieren arriesgarse a perder su supremacía. Esta es la razón por la que los criadores de caballos lucharon contra los tractores, los recolectores de hielo trataron de sofocar la tecnología de refrigeración, y algunos músicos inicialmente querían prohibir que las estaciones de radio tocaran música grabada.
Una forma en que los grupos de interés intentan frenar la innovación es sembrando temores sobre la seguridad. Tenga en cuenta el caso de los organismos modificados genéticamente o los OGM, o también conocidos como transgénicos. Los alimentos transgénicos, como el arroz dorado enriquecido con vitamina A, tienen el potencial de traer una nutrición más barata a personas de todo el mundo. Sin embargo, grupos ideológicamente opuestos a la modificación genética, como Greenpeace, presionan duramente contra su producción, citando a veces una serie de evidencias poco solventes de que estos alimentos son peligrosos.
Otra forma de frenar la innovación es a través de la aplicación excesivamente agresiva de las leyes de propiedad intelectual. Cuando se aplican correctamente, estas leyes, como los derechos de autor y las patentes, incentivan la innovación al dar a los creadores el uso exclusivo de sus ideas por un corto tiempo. Esto permite que los innovadores originales se beneficien. Este debate está nuevamente sobre la mesa con todo el hype producido por la IA Generativa y sus procesos de entrenamiento de dichos algoritmos.
Sin embargo, como sabemos, la innovación requiere compartir ideas y construir sobre el trabajo de los demás. Según Matt Reidley, la vida útil de la protección de los derechos de autor se han extendido desafortunadamente y de forma constante desde su creación, lo que ha provocado que este proceso sea más difícil. En los Estados Unidos, un derecho de autor solía durar 14 años. En 1976, se extendió para durar la vida del autor más 50 años. En 1998, 50 se ampliaron de nuevo a 70 años. Estas leyes ya no benefician al creador original post-mortem, pero sí mantienen las buenas ideas alejadas de posibles nuevos usos.
Entonces, ¿la innovación está en peligro de detenerse dramáticamente? Posiblemente, pero no necesariamente.
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La innovación está en pausa occidente, pero está en auge en otros lugares.
Imagina el mundo en 2050. ¿Qué aparatos ves?
¿Quizás un sistema médico donde la terapia genética y los tratamientos con células madre han eliminado la mayoría de las alergias, cánceres y otras aflicciones? ¿O tal vez una red de transporte donde la inteligencia artificial conduce coches de forma rápida y segura? ¿O una revolución de energía verde donde la fusión nuclear nos proporciona energía ilimitada?
Ahora, pregúntese: ¿Llegaremos alguna vez a ese futuro ideal? ¿Estamos incluso en la dirección correcta? Mirando el estado de la innovación hoy en día, puede ser difícil decirlo con seguridad. Puede depender de dónde vivas.
En gran parte del mundo, los últimos siglos se han llenado de asombrosos saltos en innovación. En pocas generaciones, los países occidentales han pasado de economías en gran parte agrarias a potencias electrificadas, hiperconectadas e industrializadas.
Sin embargo, junto con estos cambios, otros sectores están tristemente estancados. Si nos fijamos en el transporte de mercancías, desde la revolución de los contenedores y el transporte marítimo internacional, no ha cambiado mucho. En 1958, el avión comercial promedio viajó a 600 millas por hora. Hoy en día, se mueven a la misma velocidad. Ha habido mejoras en los márgenes a aspectos como la eficiencia del combustible, pero los fundamentos están intactos.
El mundo empresarial también es menos dinámico. En Estados Unidos, las nuevas empresas representaron el 12% de la economía en 1980. En 2010, solo representaron el 8 por ciento. Al otro lado del Atlántico, las cosas son incluso más difíciles. En cuanto a las 100 empresas más valiosas de Europa, solo dos de ellas tienen menos de 40 años. La mayoría de las industrias parecen estar más centradas en proteger los beneficios actuales que en nuevas ideas audaces.
¿Dónde está la innovación? principalmente en países emergentes como China. Durante las últimas décadas, este país ha invertido recursos y mano de obra en la urbanización y las nuevas tecnologías. Ahora las empresas chinas como Tencent y Alibaba están a la vanguardia de las industrias de crecimiento como las redes sociales y los servicios financieros. Además, las universidades chinas están haciendo grandes avances en campos como la edición de genes y la inteligencia artificial.
Aquí la pregunta difícil de hacer, es si, ¿el mundo occidental puede mantenerse al día? Tal vez. Pero según Ridley, necesitaría de un espíritu renovado de innovación. Las empresas tendrán que asumir más riesgos, los trabajadores tendrán que dedicar más horas y los gobiernos tendrán que fomentar el intercambio libre y abierto de ideas que alimentaron los auges del pasado. Todo eso, además de un poco de suerte, volverá a poner la innovación en la agenda de los países occidentales.
Food for thought
Tal y como hemos ido repasando en el presente y los dos anteriores episodios, la innovación es un proceso complejo y multifacético, no solo un acto creativo de genios solitarios. Necesita de la colaboración y el intercambio de ideas, donde descubrimientos y tecnologías son mejorados de forma lenta e incremental.
En esta edición hemos visto cómo la innovación ha sido impulsada tanto por la empresa privada como por el gobierno, cada uno con sus propias fortalezas y limitaciones. Mientras que el control gubernamental directo no siempre ha sido efectivo, el ingenio de la empresa privada ha demostrado ser crucial en la transformación de ideas en innovaciones prácticas.
En la actualidad, observamos un estancamiento en ciertos sectores en Occidente, contrastando con el auge de innovación en países emergentes como China. Esto subraya la importancia de fomentar un entorno que promueva la toma de riesgos y el intercambio libre y abierto de ideas. Para propiciar más innovación en el futuro, es esencial abrazar este proceso desordenado y colaborativo, estando dispuestos a explorar lo desconocido y asumir grandes riesgos como individuos, organizaciones y naciones.
Este episodio ha sido una última mirada al complejo mosaico que es la innovación. Donde estas últimas dos semanas, hemos desgranando juntios algunas de las lecciones que podemos encontrar en "How Innovation Works", de Matt Ridley.
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