Hace no tanto, usar IA en la universidad, el colegio o el instituto era casi un tabú.
Pero también un secreto a voces.
El mismo miedo que nuestros padres tenían a la caja tonta o a los videojuegos, muchos de nosotros lo tenemos con herramientas como ChatGPT vinculados a la educación y desarrollo de nuestros hijos.
Para muchos estudiantes era una herramienta clandestina y estaba mal vista. La cuestión es si el problema estaba en la herramienta o en el uso que se hacía de ella.
Hoy, en lugares como China, es todo lo contrario.
Lo que antes se prohibía, ahora se impulsa.
Lo que se escondía, hoy se institucionaliza.
El caso de la educación es especialmente revelador: mientras en muchas universidades occidentales seguimos debatiendo si la IA “destruirá la integridad académica” o si “los estudiantes harán trampa con ella”, al otro lado del planeta se están moviendo mucho más rápido.
Un dato sorprendente de una encuesta del Mycos Institute: 99% de estudiantes y docentes usan IA en algún nivel; casi 60% la usan varias veces por semana o al día.
Tsinghua, Renmin, Zhejiang y Fudan no solo la aceptan: la convierten en asignatura obligatoria.
No como amenaza, sino como competencia crítica.
Profesores que antes advertían sobre el uso de ChatGPT, ahora enseñan cómo diseñar prompts, cómo integrar IA en ensayos, cómo convertirla en un socio de pensamiento.
Sorprende ver cómo 46 universidades chinas han incorporado módulos de IA en educación general, carreras y asignaturas obligatorias.
El contraste es brutal:
En Occidente, o mejor dicho europa, la conversación se llena de miedo, y parálisis por el análisis.
En China, la narrativa se construye en torno al progreso, la alfabetización digital y el orgullo nacional por modelos como DeepSeek.
Si desglosamos lo que está pasando, se pueden identificar siete grandes movimientos:
Cambio cultural: de prohibir a incentivar, con normas claras y apertura institucional.
Adopción masiva: casi todos los estudiantes y docentes usan IA, frente al escepticismo occidental.
Nuevo enfoque pedagógico: la IA es guía, secretario, abogado del diablo… no un enemigo.
Estrategia nacional: el Ministerio de Educación impulsa la integración de la IA desde K–12 hasta la universidad.
Infraestructura propia: universidades despliegan sus propios servidores con modelos locales como DeepSeek, de acceso gratuito.
Impacto laboral: 8 de cada 10 ofertas de empleo ya piden habilidades relacionadas con el uso y gestión de la IA.
Tensiones y dilemas: persiste la ansiedad ética y el mercado gris para “engañar detectores de plagio”, aunque hay más confianza institucional que en Occidente.
Y es que la educación siempre ha sido un espejo de lo que creemos como cultura. En este caso, refleja nuestra relación con el cambio: temerlo o surfearlo.
La pregunta es: ¿qué preferimos enseñar a las próximas generaciones… miedo o maestría?
Que nunca te falten ideas, ni ganas de probarlas.
A.
PD: Para aprender a aprender, te dejo este fabuloso libro de Héctor Ruiz Martín, Aprendiendo a Aprender.