La utilidad de la historia
Diario de Innovación #253
Antes de empezar vaya por delante una confesión, siempre he sido un hombre de cifras o ciencias, más que de letras. Era malo en el colegio con todas las asignaturas como los idiomas o las puramente memorísticas: historia, literatura, cómo no, el latín…
Digamos que era un talibán de las ciencias. Lo bueno de hacerse mayor es que aprendes a reconsiderar tus dogmas y abrazar otras “religiones”.
Y en el caso de la historia, reconozco que he aprendido, quizá no a amarla, pero sí a reconocer su utilidad.
Hay una frase atribuida a Mark Twain que aparece siempre que la economía empieza a temblar: “La historia no se repite, pero rima”.
Y creo que no hay mejor brújula para entender lo que está pasando con la inteligencia artificial hoy.
La historia sirve para recordar que ya hemos vivido algo parecido. No igual. No calcado. Pero lo bastante cercano como para que la rima sea evidente: euforia, promesas desbocadas, dinero barato, carreras absurdas, insiders nerviosos… y el vértigo de ver valoraciones que se inflan sin que los ingresos acompañen.
Si leemos con calma el artículo que analizamos hoy, lleno de testimonios de quienes vivieron la explosión y el estallido de las punto com, el déjà vu es casi incómodo.
En aquel entonces, Terra valía más que Telefónica. Lycos, Patagon, Ya.com… nombres que hoy son arqueología digital, pero que durante unos meses fueron la punta de lanza del futuro. Todo era crecimiento, todo era internet, todo era “hay que estar”.
Hasta que dejó de serlo.
¿Por qué mirar atrás? Por las migas de pan.
La gente que vivió (trabajaba en) 1999 sabe lo que es ver:
Proyectos sin producto levantar millones.
Valoraciones subidas a un cohete sin combustible.
Histeria colectiva disfrazada de visión.
Empleados de empresas tecnológicas hipotecando su casa para comprar acciones de su propia empresa.
Y después… el silencio más absoluto.
Ese mismo patrón, suavizado o exagerado según a quién preguntes, vuelve a aparecer.
Cuando lees en el artículo que la IA ha absorbido 560.000 millones de dólares y solo genera 35.000 millones en ingresos, no hace falta un máster para ver la rima. Cuando ves que dos empresas, Nvidia y OpenAI, explican gran parte del crecimiento económico de 2025, entiendes que la concentración de riesgo no es un detalle técnico, sino un síntoma estructural.
Y cuando ves que Buffett tiene 382.000 millones en liquidez, más que antes del crash del 2.000, te preguntas por qué alguien que ha visto todas las crisis del siglo decide ponerse en modo espera.
La historia sirve para eso: para mirar con calma lo que la euforia quiere tapar.
Pero también hay diferencias con el 99.
La burbuja de internet era global: miles de empresas, países enteros apostando ciegamente, un mercado que se expandía sin límites claros. El riesgo era sistémico porque estaba disperso.
La potencial burbuja de la IA, en cambio, tiene una forma distinta:
Está más concentrada
Depende de menos actores
Se sostiene sobre estructuras financieras circulares (Nvidia invierte en OpenAI, OpenAI depende de Azure, Azure depende de los chips de Nvidia…)
Conecta directamente con capitales de estados soberanos, no solo con fondos privados.
Es decir: menos jugadores, apuestas más grandes, más interdependencia.
Esto la hace menos global que la de las punto com, pero en cierto modo también más delicada. Antes, si caía una empresa, caía ella. Hoy, si cae una parte de la cadena, puede arrastrar a todas.
La historia nunca es idéntica, pero las rimas nos dan muchas pistas.
¿Y qué hacemos con todo esto?
Mirar atrás no es nostalgia. Es estrategia.
Para entender de verdad el presente, conviene escuchar a quien ya vio una burbuja desde dentro.
Para decidir dónde poner la energía, conviene distinguir entre ruido y fundamento.
Para no repetir errores, conviene aceptar que la euforia tecnológica suele tener un coste… pero también un legado.
Porque de las cenizas de las punto com nació el internet que usamos hoy: Google, Amazon, Salesforce, PayPal… No todo lo que cayó merecía caer, y no todo lo que sobrevivió parecía obvio en su momento.
Con la IA estamos igual. De esta fase saldrá infraestructura que durará décadas. También saldrán cadáveres. La clave está en recordar que la historia no avisa, pero sí educa… si dejamos que lo haga.
La lección final del artículo es clara: esta no es una burbuja global como la de las punto com.
Es una burbuja concentrada en muy pocas manos.
Eso la hace diferente. Y exige leer el momento con otras gafas.
⚡️ Pulso Digital
IA desatada, nubes recalentadas y fronteras con robots.
💓 Latido del día
En la capa de modelos, el tablero se ha movido a toda velocidad. Anthropic presume de que Claude Opus 4.5 “programa mejor que los ingenieros humanos” y supera a otros modelos punteros en pruebas de software. Google, por su parte, no solo lanza Gemini 3, sino que recibe el espaldarazo público de Marc Benioff, CEO de Salesforce, que afirma que el salto respecto a ChatGPT es “insane” y anuncia que se pasa a Gemini para su propia compañía. Mientras, Singapur elige a Qwen, el modelo de Alibaba, como base para su gran modelo regional de lenguas asiáticas. El mensaje es claro: no habrá un solo “cerebro” dominante.
En la capa de infraestructura, el movimiento es igual de agresivo. Amazon se compromete a invertir más de 40.000 millones de euros en centros de datos para servicios de IA “Top Secret” del gobierno de Estados Unidos, con alrededor de 1,3 GW de capacidad solo para esa carga. Reino Unido lanza un programa de 250 millones de libras para comprar cloud que enlace proveedores comerciales con sus supercomputadores públicos. Y en paralelo, Broadcom reajusta licencias y precios de VMware, empujando a muchas empresas a preguntarse si no ha llegado el momento de buscar alternativas más abiertas.
Y, en el subsuelo del stack, el sistema operativo también se mueve. El fin del soporte de Windows 10 coincide con el despegue de una distribución Linux que ya ha superado el millón de descargas entre usuarios que no quieren (o no pueden) pasar a Windows 11.
🌍 El eco del mercado
La nube no es tan segura como creías. Un análisis de seguridad en Tech Radar recuerda que los atacantes prosperan precisamente en las zonas grises entre workloads y proveedores. La conversación sobre multicloud ya no va de coste, sino de visibilidad real sobre el riesgo.
Meta, Spotify y la hora de la rendición de cuentas. Senadores estadounidenses piden una revisión federal de Meta tras miles de millones en anuncios fraudulentos; a Spotify se le acusa de inflar escuchas sin forma de auditar sus cifras y prepara otra subida de precios en 2026. Plataformas masivas, transparencia mínima.
Brechas, filtraciones y reguladores bajo sospecha. Harvard sufre una brecha de datos, el DoJ cierra un caso de fijación algorítmica de precios de alquiler y en Reino Unido crecen las voces que piden investigar al regulador ICO tras un fallo del Ministerio de Defensa. El problema ya no es solo proteger datos, sino quién vigila a los vigilantes.
Starlink Direct-to-Cell en Ucrania: resiliencia en tiempo real. Kyivstar se convierte en el primer operador europeo en probar el servicio satelital Direct-to-Cell de Starlink para enviar SMS cuando las redes terrestres fallan. La conectividad deja de ser “mejor cobertura” y pasa a ser “capacidad de seguir funcionando en guerra”.
Robots humanoides en la frontera China–Vietnam: UBTech desplegará robots humanoides en pasos fronterizos para patrullar y realizar controles básicos. Es un anticipo de un futuro donde la “movilidad” en las fronteras ya no depende solo de agentes humanos, sino de sensores, cámaras y modelos integrados en hardware.
Señales silenciosas del cuerpo y del cerebro. Nuevas investigaciones apuntan a indicadores físicos que anticipan cómo envejece la mente, y a trastornos del sueño comunes asociados a mayor riesgo neurológico. En paralelo, surgen microdispositivos médicos capaces de administrar tratamientos de forma mucho más precisa. La medicina de “averías visibles” se transforma en medicina de patrones invisibles.
Datos, polvo y electricidad: infraestructuras al límite. Los centros de datos de Texas podrían provocar apagones invernales sobre una red ya estresada, Airbus admite que el gran apagón español casi detiene la producción y las tormentas de polvo se multiplican en medio planeta. La IA y el cloud no son solo software: son acero, cobre y megavatios peleando con un clima cada vez más extremo.
🌱 Latido incipiente
Mientras miramos a los grandes nombres occidentales, Singapur se fija en Qwen, el modelo de Alibaba, para construir un gran modelo lingüístico regional. No es solo una elección técnica: es una apuesta porque el siguiente ciclo de la IA estará condicionado por quién entrenó el modelo en cada idioma, cada contexto cultural y cada región. El verdadero poder puede no estar en tener “el modelo más grande”, sino en tener “el modelo que mejor entiende a tu gente”.
💭 Pulso Final
Entre modelos que programan solos, nubes que se llenan de contratos “Top Secret” y robots que patrullan fronteras, la pregunta incómoda no es si la tecnología avanza demasiado rápido, sino quién define las reglas bajo las que ese avance se vuelve aceptable… o inevitable.
Déjame recordarte que si te gusta la tecnología, el podcast de Código Abierto también puede ser una buena opción.
Y eso es todo por hoy. Si algo de lo que has leído te ha removido, dímelo.
Ya sabes que estoy al otro lado si quieres comentar, discrepar o simplemente saludar.
Que nunca te falten ideas, ni ganas de probarlas.
A.
Aquí te dejo unas lecturas para seguir tirando del hilo:
El Interruptor Principal de Tim Wu donde nos explica por qué toda tecnología pasa del caos a la concentración.
Dot.Con: The Greatest Story Ever Sold de John Cassidy, una autopsia lúcida de la burbuja punto com.
Y como decía aquel mítico vendedor de enciclopedias que llamaba a casa justo a la hora de la cena… yo he venido aquí a vender, me da igual que tú no quieras comprar. Así que, faltaría más: De la EGB a la AI del thin tank, Mundos Posibles. Una reflexión accesible y muy de aquí sobre cómo hemos pasado de soplar cartuchos de la Super Nintendo a intentar descifrar la complejidad de la IA moderna sin que nos explote la cabeza.


