Las conversaciones que más miedo dan… son las que más necesitamos tener
Diario de Innovación #225
Hace poco grabé un episodio para el podcast Caminos de Knowmads sobre uno de esos temas que todos vivimos pero pocos dominamos: las conversaciones difíciles.
Da igual si trabajas por cuenta propia o ajena, si diriges un equipo o si reportas a uno.
Antes o después, todos acabamos frente a una conversación que duele tener.
Una de esas que te tensan el cuello, te aceleran el pulso y te hacen pensar: “mejor lo dejo pasar”.
Pero, como dicen los autores del libro Conversaciones Difíciles, el silencio también tiene un precio.
Ignorar lo que incomoda no lo hace desaparecer; lo deja crecer por debajo, como la humedad.
Y tarde o temprano, se filtra.
En el episodio —titulado “Conversaciones difíciles: cómo decir lo que importa sin romper lo que importa”— exploro un tema tan universal como incómodo: por qué nos cuesta tanto hablar de lo que realmente importa y cómo hacerlo sin dinamitar la relación por el camino.
Aquí te dejo un pequeño mapa del episodio para poder navegar esas conversaciones difíciles sin naufragar:
Por qué hablar puede ser tan difícil
No todas las conversaciones son simples intercambios de palabras.
Algunas son pequeños campos de minas.
Las evitamos porque son impredecibles y nos vuelven vulnerables.
Pero callar también tiene un coste: el silencio, con el tiempo, se envenena.
Los tres tipos de conversaciones difíciles
La conversación sobre los hechos: quién tiene razón, quién empezó, quién debe disculparse. Aquí es donde solemos convertir la lógica en arma arrojadiza.
La conversación emocional: el terreno de lo que no se dice pero se siente.
A lo mejo te suena, esas repletas de ira, decepción, miedo, dolor.
La conversación de identidad: la más profunda. No trata de lo que pasó, sino de quién creemos que somos cuando pasa.
Estas tres conversaciones o variantes de las mismas están siempre presentes, aunque no seamos conscientes.
La conversación de aprendizaje
Pasar de tener razón a entender.
De culpar a contribuir.
De la defensa al aprendizaje.
La clave está en una sencilla pregunta:
“¿Qué está viendo el otro que yo no estoy viendo?”
Esa curiosidad desactiva las defensas y transforma el tono completo de la conversación.
La conversación de sentimientos
En lugar de reprimir las emociones, lo importante es reconocerlas y expresarlas con cuidado.
Hablar desde el respeto no debilita la conversación: la hace más humana.
“Te agradezco tu preocupación, pero me duele que insistas en un tema que me hace sentir como un fracasado.”
Esa frase es pura empatía.
La conversación de identidad
A veces no evitamos un conflicto por miedo a dañar la relación, sino por miedo a dañar nuestra imagen, nuestra autoestima.
¿Y si aceptar un trabajo te hace sentir desleal?
¿Y si pedir ayuda te hace sentir débil?
Aceptar nuestra complejidad nos permite hablar sin miedo a contradecirnos.
La tercera historia
La joya final.
En vez de empezar por “tu historia” o “la mía”, empieza por una tercera historia: la que contaría un observador neutral.
No hay juicio, no hay ataque, solo curiosidad compartida.
“Parece que tenemos visiones distintas sobre cómo llevar este proyecto.”
Esa frase abre, no cierra.
Food for thought
En resumen: hablar bien no es ganar una discusión.
Es atreverse a entender.
Y eso, en lo profesional y en lo personal, cambia completamente la calidad de nuestras relaciones.
Porque las conversaciones difíciles no van sobre palabras.
Van sobre valentía, empatía y crecimiento.
Y cuando aprendes a hablar desde ahí, ya no hay miedo que valga.
Solo dos personas dispuestas, por fin, a escucharse.
Que nunca te falten ideas, ni ganas de probarlas.
A.
PD: Si te interesa profundizar en este tema, te dejo algunas recomendaciones:
Conversaciones Difíciles — Douglas Stone, Bruce Patton y Sheila Heen (Harvard Negotiation Project). Un manual fantástico para entender por qué ciertas conversaciones se tuercen y cómo transformarlas en oportunidades de conexión.
Crucial Conversations: Tools for Talking When Stakes Are High — Kerry Patterson, Joseph Grenny, Ron McMillan y Al Switzler.
Comunicación No Violenta: Un Lenguaje de vida — Marshall B. Rosenberg.
Franqueza Radical: Consigue Lo Que Quieres Diciendo Lo Que Piensas — Kim Scott.