Lo que aprendí de Thiel… y de tener un proyecto que no para de mutar
Diario de Innovación #191
Dicen que no hay nada más difícil que seguir haciendo lo mismo… cuando tú ya has cambiado.
Hoy, para empezar esta nueva temporada, traigo una historia que me ha dejado con una ceja levantada y varias preguntas abiertas: La vida de Peter Thiel.
Un tipo al que es imposible encasillar. Peter Thiel, uno de los personajes más fascinantes —y contradictorios— del Silicon Valley moderno. Ya hablé de su libro De Cero a Uno hace tres temporadas, en el episodio 26.
Co-fundador de PayPal, primer inversor en Facebook, creador de Palantir, autor de Zero to One, gurú libertario… y a la vez…
Uno de los primeros y más visibles apoyos de Donald Trump en Silicon Valley. Aunque, por ciertos aspectos, aquí se cumple el dicho “Por el interés te quiero, Andrés”.
¿Genio? ¿Villano? ¿Visionario? ¿Vengador?
Max Chafkin, periodista de Bloomberg, intenta responder a eso en The Contrarian, la biografía no autorizada de Thiel.
Y lo que descubre es menos una receta de éxito y más un catálogo de contradicciones.
Pero antes de empezar, déjame dar paso oficialmente a la quinta temporada de Innovation by Default 💡.
La cuarta en solitario.
Y (seguramente) la primera sin el podcast.
Sí. Este proyecto empezó como una idea suelta para pensar.
Luego se convirtió en un podcast. Ya te habrás dado cuenta que el formato en sí, me encanta.
Después sumó una newsletter semanal.
Más tarde, una diaria, con los Diarios de Innovación.
Y ahora, lo que más me llena (y lo que quiero conservar) es esto: escribir cada día, pensar en voz alta, seguir tirando del hilo de la curiosidad.
Porque para grabar ya tengo Código Abierto, el proyecto que comparto con Mónica, Carlos, Diego e Ignacio.
Pero este espacio… este sigue siendo mi cajita de pensar.
Hoy seguimos intentando desacer esa madeja de la curiosidad con una de los personajes más contradictorios en lo que al mundo de la innovación se refiere, hoy hablamos del padre de conceptos como el growth-hacking del que tanto se ha hablado en los últimos años, hoy hablamos de la persona. detrás de personaje.
Hoy hablamos de Peter Thiel.
Peter fue un niño brillante, sin raíces y con Tolkien como brújula.
Thiel nació en Frankfurt, pero su familia emigró a EE.UU. cuando él era muy pequeño.
Vivió en Sudáfrica, Namibia y EE.UU.
Nunca terminó de encajar.
Ni allí, ni aquí.
Cambiaba constantemente de país, de casa, de escuela. Y eso, según Max Chafkin (autor de The Contrarian), le marcó profundamente.
Aprendió a desconfiar de la autoridad. A leer a los márgenes.
Y a buscar orden en mundos imaginarios.
Uno de ellos: la Tierra Media de Tolkien, que se convirtió en una especie de refugio simbólico.
Años más tarde, cuando fundó su empresa de vigilancia Palantir, lo haría en honor a los palantíri, las piedras videntes de El Señor de los Anillos.
Herramientas de comunicación… y control.
Usadas por el bien, pero también por el mal.
¿Coincidencia? En Thiel, pocas cosas lo son.
Como cualquier outsider en una industria desconocida, acabó rodeado de poder.
En Stanford, durante su etapa universitaria. Thiel se volvió conservador.
No por tradición, sino por oposición.
El ruido, las fiestas, el ambiente progresista, todo le resultaba superficial.
Leía a Ayn Rand, creía que el multiculturalismo era una forma de decadencia intelectual, y fundó el Stanford Review, una publicación de derecha radical.
Una de sus portadas más provocadoras: una balanza con Platón y Shakespeare de un lado… y un signo de interrogación del otro.
Su mensaje: la cultura occidental está en juego.
Años más tarde, usaría esa misma lógica binaria para hacer negocios, elegir aliados, y construir poder.
Y, aunque renegaba de las élites liberales…
…acabó en la misma mesa con ellos.
O incluso por encima.
Avancemos unos años en su historia: dejemos atrás sus éxitos en PayPal y Palantir, así como sus inversiones iniciales en empresas como Facebook.
En el año 2014, Thiel publicó Zero to One, un libro convertido en biblia para fundadores y tecnólogos.
Un manifiesto en favor de la diferenciación radical, los monopolios productivos y la desconfianza hacia el progreso incremental.
Thiel no cree que copiar sea crear.
Tampoco cree en los mercados competitivos.
Para él, la única forma de hacer algo valioso es ir de cero a uno, no de uno a n.
Inventar, no iterar.
¿Ejemplos?
Google, con su buscador inigualable.
Facebook, con su red social antes de que existiera el concepto.
Palantir, con su sistema de inteligencia anticipándose a las amenazas.
Todo lo demás —según Thiel— es ruido.
Como dice Chafkin en The Contrarian, Thiel no es un emprendedor típico.
Thiel no es un modelo. Pero sí un síntoma.
Tampoco un ideólogo puro.
Es alguien que ha usado las ideas como palanca para construir poder.
A veces en nombre del individuo.
Otras en nombre del Estado.
El mismo que fundó PayPal para desintermediar al sistema bancari, luego creó Palantir para colaborar con la CIA.
El mismo que defendía el libre mercado y el individualismo. Es el que financió a Trump y escribió ensayos contra la democracia.
¿Contradicciones?
Sí.
¿Coherencia? También, si uno mira su obsesión de fondo: ganar.
Y ganar, como sea.
Hoy, que empiezo la nueva temporada (la quinta) de Innovation by Default 💡, con esa enseñanza no escrita de Thiel:
“Si vas a pensar en pequeño, mejor no pienses”.
Lo que no significa que todo valga. Al menos eso no va con mis convicciones, doy gracias por esas enseñanzas vitales que me proporcionaron mis padres.
Pero sí que vale la pena hacer preguntas grandes, moverse con intención, y no conformarse con repetir fórmulas ajenas.
Aquí seguiré, explorando ideas raras, historias contradictorias y tecnologías que están moldeando el mundo.
Gracias por seguir leyendo.
Y como siempre.
Que nunca te falten ideas, ni ganas de probarlas.
A.
PD: Si te interesa el lado oscuro de Silicon Valley, The Contrarian es una lectura fascinante.
PD2: Y si todavía no has leído De cero a uno, hazlo. Es más que un libro de y para startups. Es una visión del mundo. Aunque venga con trampa.
PD3: Y si quieres una dosis de contradicciones actualizadas cada día, ya sabes dónde encontrarme.