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Al habla Álex Fuenmayor (@adefuros), esta semana me gustaría hablar sobre la simplicidad, eso del famoso refrán de hacer más con menos. Aunque muchas veces acabamos confundiendo simplicidad con simpleza, que como puedes imaginar nada tiene que ver. Las buenas intenciones o los diseños maximalistas, nos hacen caer en ese desenlace precipitado y simple, que no implica simplicidad sino simpleza en su ejecución.
Esta semana me gustaría continuar aprendiendo de John Maeda, pero en este caso vamos a cambiar de disciplina, dejaremos atrás su conocimiento tecnológico, para saltar a la rama más enfocada en la gestión. Y es que a título particular siempre me ha llamado la atención el arte que podríamos denominar como “productividad personal”.
La verdad es que el nombre no me parece muy acertado, ya que me suena a la aplicación de técnicas de optimización o automatización aplicadas a nuestro día a día, aunque sin embargo la realidad es que ese arte de gestión del tiempo, prioridades y contextos, en sí es bastante complicado.
A mí en concreto, esa bombillita se me encendió cuando empecé a trabajar y me vi en la necesidad de dedicar una serie de horas fijas diarias de manera semanal a este vicio de ganar dinero durante la semana para luego malgastarlo los sábados y domingos, y en las fiestas de guarda y las correspondientes vacaciones.
Si a ese vicio, le sumas el de la perpetuación de la especie, empiezas a entender que las 24 horas de un día normal, no son suficientes para todo lo que quieres hacer. En mi caso, siempre he tenido demasiados hobbies e inquietudes, y con la llegada de un ser que dependa de ti, gran parte del día y la noche empieza a ser más de esta pequeña personita, que tuyo.
Mi primera incursión haya por comienzos de este siglo fue con el método método GTD: Getting Things Done, conceptualizado y desarrollado por David Allen como un sistema de gestión de la vida laboral y personal. Por aquella época recuerdo el boom de esta disciplina, o al menos, probablemente me pasó como cuando te compras un coche amarillo y solo ves coches amarillos por la carretera. Todo el mundo a mi alrededor, la prensa e internet en general, hablaban sobre ello.
Y como todo lo que resuena con nosotros en algún momento de nuestra vida, el resto de la humanidad ya ha pasado por ello, en este caso la representación de la deidad del hinduismo que acompaña a la imagen de portada de esta edición, no es más que un reflejo de esto mismo.
La figura de Ganesha, nos traslada una analogía entre la productividad personal y la búsqueda de la simplicidad en nuestras vidas.
La cabeza de elefante de Ganesha, que simboliza la inteligencia y la sabiduría, nos invita a adoptar una perspectiva amplia y a buscar conocimientos que enriquezcan nuestro entendimiento y nos permitan superar obstáculos.
Su único colmillo roto nos enseña sobre el sacrificio y la importancia de dejar ir lo que ya no nos sirve, una práctica esencial para simplificar nuestra existencia y concentrarnos en lo que realmente importa.
Su gran barriga de Ganesha nos recuerda la importancia de digerir tanto lo bueno como lo malo de la vida, absorbiendo las lecciones y soltando las amarguras, lo que nos permite mantenernos ligeros y ágiles en nuestra jornada hacia la productividad.
Los múltiples brazos, portando distintos objetos, simbolizan nuestra capacidad de realizar múltiples tareas y balancear diversos aspectos de nuestra vida con habilidad y gracia.
Finalmente, el ratón, su vehículo, representa la importancia de mantener nuestros deseos bajo control y enfocar nuestra energía en superar los obstáculos que se presenten en el camino hacia nuestras metas, liberándonos de lo superfluo en nuestro día a día.
Esta semana me gustaría embarcarnos en un viaje hacia la productividad personal, gracias al libro "Las Leyes De La Simplicidad: Diseño, tecnología, negocios, vida" de John Maeda. Así que, sin más preámbulos, sumérgete conmigo en los aprendizajes que esta semana nos ofrece el propio John Maeda, y así queda inagurada a una nueva edición de Innovation by Default💡. ¡Comencemos!
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Aprendiendo con John Maeda
Esta semana, nos sumergimos en las ideas del libro Las Leyes De La Simplicidad: Diseño, tecnología, negocios, vida de John Maeda, una obra que desarrolla un conjunto de "leyes" formuladas por el autor para tratar de captar el significado y la esencia de la simplicidad. Por el camino, ofrece consejos útiles sobre cómo introducir la sencillez en nuestra vida cotidiana, en los negocios y en el diseño de productos.
Hay muchas maneras de aplicar la simplicidad en nuestro día a día, desde un enfoque más filosófico el minimalismo es una forma de aplicar la simplificación a diversos campos o áreas. Desde un punto de vista de estilo de vida podríamos ver el minimalismo como una filosofía de vida que promueve la idea de reducir al mínimo los elementos superfluos para concentrarse en lo que realmente importa.
Aunque el término puede aplicarse a varios campos, como el arte, el diseño, la música y la arquitectura, en el contexto de un estilo de vida, el minimalismo implica una simplificación consciente de tu entorno y tus posesiones, buscando vivir con menos.
Pero esta simplificación, esta reducción a lo esencial, que podría ser otra aproximación a diferentes disciplinas o modelos de negocio, puede llegar a ejecutarse con simpleza, destruyendo o inhabilitando el poder de la simplicidad como aproximación transformadora.
Inclusive desde un punto de vista de la lógica, la reducción al absurdo, conocida también por su nombre en latín, "reductio ad absurdum".
La reducción al absurdo es una técnica que se utiliza para demostrar la falsedad de una proposición mediante el seguimiento de sus implicaciones lógicas hasta una conclusión absurda o contradictoria. Si al asumir como verdadera una proposición se llega a un resultado que es obviamente falso o contradictorio, entonces la proposición original debe ser falsa.
Al igual que el minimalismo lo podemos aplicar en varios aspectos de nuestra vida, la reducción al absurdo se emplea en diversos campos, como la matemática, la filosofía, la política e inclusive el derecho, para probar la validez de una afirmación mostrando que su negación lleva a una contradicción o a un resultado que contradice hechos conocidos o principios aceptados de forma generalizada por el resto.
Y el minimalismo, debería ser pieza esencial de cualquier enfoque estratégico que quisiéramos llevar adelante, ya sea estrategia de producto, empresarial, o simplemente una estrategia para conseguir la ansiada y esquiva en muchas ocasiones, felicidad.
Desde un punto de vista empresarial, la simplicidad y el minimalismo están profundamente entrelazados, hoy en día vivimos con un exceso de información y complejidad operativa en nuestras organizaciones, lo que puede llegar a ahogar la innovación y la eficiencia.
Gente con mucho más éxito probado que el mismo ya ha hablado sobre este tema, así que creo que es mejor centrarnos en lo que algunos grandes empresarios o estrategas del mundo empresarial han enfatizado sobre la simplicidad y la estrategia.
La famosa frase "estrategia es renunciar" mucha gente se la atribuye a Steve Jobs, aunque yo no he encontrado evidencia alguna. No podemos atribuírsela directamente a un autor específico, aunque creo que sí ha llegado a formar parte del imaginario colectivo de la gestión empresarial.
Sin embargo, la esencia de esta frase se refleja en el pensamiento de varios autores y estrategas, es el caso de Michael E. Porter o alguna derivada o interpretación que podemos extraer del elenco de citas que dejó Steve Jobs para la historia.
"La esencia de la estrategia es decidir lo que no hay que hacer". Michael Porter.
Esta cita captura la idea de que la estrategia implica hacer elecciones y renunciar a ciertas acciones u oportunidades para concentrarse en las más prometedoras. Además, el resultado[1] menciona que "Una estrategia buena implica tomar decisiones difíciles y renunciar a ciertas oportunidades para concentrarse en las más estratégicas". Aunque estas citas no son idénticas a la frase "estrategia es renunciar", comparten el mismo principio de que la estrategia efectiva requiere renuncias y elecciones deliberadas.
Steve Jobs, cofundador de Apple, es a menudo citado por su enfoque en la simplicidad. encapsulado en su famosa frase: "La estrategia es renunciar". Esta filosofía destaca la importancia de enfocarse en lo que verdaderamente importa y descartar lo superfluo para alcanzar la excelencia y la claridad en los objetivos y acciones empresariales.
Primera Ley: Reduce
La forma más fácil de simplificar un sistema es eliminar funcionalidades o características. El DVD actual, por ejemplo, tiene demasiados botones si lo único que quieres es reproducir una película. Una solución podría ser eliminar los botones de rebobinado, avance, expulsión, etc. hasta que sólo quede un botón: Reproducir.
Pero, ¿y si quieres volver a ver una escena favorita? ¿O poner la película en pausa mientras vas al baño? La pregunta fundamental es: ¿dónde está el equilibrio entre sencillez y complejidad?
La forma más simple de alcanzar la simplicidad es a través de la reducción concienzuda.
Por un lado, quieres que un producto o servicio sea fácil de usar; por otro, quieres que haga todo lo que una persona puede querer que haga.
El proceso para alcanzar un estado ideal de simplicidad puede ser realmente complejo, así que permíteme que te lo simplifique. La forma más sencilla de alcanzar la simplicidad es mediante una reducción meditada. En caso de duda, elimine.
Pero ten cuidado con lo que eliminas.
Food for thought: ¿Cómo de simple puedes hacer algo? vs ¿Cómo de complejo tiene que ser?
Segunda Ley: Organiza
El hogar suele ser el primer campo de batalla que nos viene a la mente cuando nos enfrentamos al reto diario de gestionar la complejidad. Las cosas parecen multiplicarse. Hay tres estrategias coherentes para lograr la simplicidad en el ámbito vital:
comprar una casa más grande
almacenar todo lo que no se necesita
organizar los bienes existentes de forma sistemática
Estas soluciones típicas tienen resultados dispares. Al principio, una casa más grande reduce la relación entre desorden y espacio. Pero, en última instancia, el mayor espacio permite más desorden. La ruta del almacenamiento aumenta la cantidad de espacio vacío, pero puede llenarse inmediatamente con más cosas que tendrán que ir a parar al almacén. La última opción, que consiste en implantar un sistema, es la de los organizadores de armarios, que ayudan a estructurar el caos siempre que se respeten los principios de organización. Me parece convincente que las tres industrias de reducción del desorden -el mercado inmobiliario, los servicios de almacenamiento fácil como Door to Door y los minoristas de mobiliario racional como Container Store- estén en auge.
La organización hace que un sistema de muchas partes sea más simple de manejar.
Ocultar la magnitud del desorden, ya sea diseminándolo o escondiéndolo, es un planteamiento sin matices que la primera Ley garantiza que funciona. Sólo hay dos preguntas que plantearse en el procedimiento de descomplicación: "¿Qué esconder?" y "¿Dónde ponerlo?". Sin pensarlo mucho y con suficientes manos a la obra, una habitación desordenada se libera del desorden en un santiamén, y permanece así durante al menos unos días o una semana.
Sin embargo, a largo plazo es necesario un esquema eficaz de organización para lograr el éxito definitivo a la hora de domar la complejidad. En otras palabras, hay que añadir a la lista la pregunta más difícil: "¿Qué va con qué?" Por ejemplo, en un armario puede haber agrupaciones de artículos similares como corbatas, camisas, pantalones, chaqueta, calcetines y zapatos. Un armario de mil piezas puede organizarse en seis categorías y tratarse a nivel de conjunto y lograr una mayor manejabilidad. La organización hace que un sistema de muchos parezca menos. Por supuesto, esto sólo se cumple si el número de grupos es significativamente menor que el número de artículos que hay que organizar.
Food for thought: ¿Cuán simple puedes hacer la organización del desorden? versus ¿cuán compleja necesita ser para mantenerse efectiva a largo plazo?
Tercera Ley: Tiempo
Una persona media pasa al menos una hora al día haciendo cola. A esto hay que añadir los incontables segundos, minutos y semanas que pasamos esperando por algo que puede no tener cola.
Algunas de esas esperas son sutiles. Esperamos a que salga agua del grifo cuando giramos el pomo. Esperamos a que hierva el agua en el fogón y empezamos a impacientarnos. Esperamos a que cambien las estaciones. Algunas de las esperas que hacemos son menos sutiles, y a menudo pueden ser tensas o molestas: esperar a que se cargue una página web, esperar en un atasco o esperar los resultados de una temida prueba médica.
Ahorrar tiempo hace que las cosas se sientan más simples.
A nadie le gusta sufrir la frustración de la espera. Por eso todos, consumidores y empresas por igual, intentamos a menudo encontrar formas de vencer el tic-tac del tiempo. Nos desvivimos por encontrar la opción más rápida o cualquier otro medio de reducir nuestra frustración. Cuando cualquier interacción con productos o proveedores de servicios se produce rápidamente, atribuimos esta eficacia a la simplicidad percibida de la experiencia.
Los servicios de entrega al día siguiente, como FedEx, e incluso el proceso de pedido de una hamburguesa en McDonald's son ejemplos de una notable eficiencia en la velocidad. Cuando uno se ve obligado a esperar, la vida parece innecesariamente compleja. El ahorro de tiempo parece simplicidad. Y afortunadamente somos leales cuando ocurre, lo cual es raro.
Food for thought: ¿Cuán simple puedes hacer la organización del desorden? versus ¿cuán compleja necesita ser para mantenerse efectiva a largo plazo?
Cuarta Ley: Aprende
Manejar un tornillo es aparentemente sencillo. Basta con acoplar las ranuras de la cabeza del tornillo a la punta adecuada -ranurada o Phillips- del destornillador. Lo que ocurre a continuación no es tan sencillo, como habrá podido comprobar al observar a un niño o a un adulto lamentablemente protegido girar el destornillador en la dirección equivocada.
Mis hijos recuerdan esta regla gracias a una mnemotecnia que les enseñó mi cónyuge: "derecha apretada, izquierda floja". Personalmente utilizo la analogía de un reloj, y hago corresponder el movimiento de las agujas del reloj con la curva de penetración positiva del tornillo. Ambos métodos están sujetos a una segunda capa de conocimiento: conocer la derecha frente a la izquierda, o saber en qué dirección giran las manecillas de un reloj. Así pues, manejar un tornillo no es tan sencillo como parece. Y eso que se trata de un objeto aparentemente tan sencillo.
El conocimiento hace que todo sea más simple.
Así que, aunque el tornillo tiene un diseño sencillo, es necesario saber en qué sentido hay que girarlo. El conocimiento lo simplifica todo. Esto es válido para cualquier objeto, por difícil que sea. El problema de dedicar tiempo a aprender una tarea es que a menudo se tiene la sensación de estar perdiendo el tiempo, lo que constituye una violación de la tercera Ley. Conocemos bien el planteamiento de lanzarse de cabeza: "No necesito las instrucciones, déjame hacerlo". Pero, de hecho, este método suele llevar más tiempo que seguir las instrucciones del manual.
Food for thought: ¿Cuán simple parece aprender algo desde fuera? versus ¿cuán complejo es realmente el proceso de hacerlo correctamente?
Quinta Ley: Diferencias
Nadie quiere comer sólo postres. Incluso un niño al que se le permite comer helado tres veces al día acabará por cansar sus ganas de dulce. Del mismo modo, nadie quiere tener sólo simplicidad. Sin el contrapunto de la complejidad, no podríamos reconocer la simplicidad cuando la vemos. Nuestros ojos y sentidos se excitan, y a veces retroceden, cuando experimentamos diferencias.
Reconocer el contraste ayuda a identificar las cualidades que deseamos, que a menudo están sujetas a cambios. Personalmente, no prefiero el rosa, pero me gusta como toque de luminosidad en un mar monótono de verde oliva. El rosa parece atrevido y vibrante en comparación con su entorno oscuro y apagado. Sabemos apreciar mejor algo cuando podemos compararlo con otra cosa.
La simplicidad y la complejidad necesitan una a la otra; las diferencias dentro del contexto de la simplicidad añaden valor y significado.
La sencillez y la complejidad se necesitan mutuamente. Cuanta más complejidad haya en el mercado, más destacará algo más sencillo. Y como la tecnología no hará más que aumentar en complejidad, hay un claro beneficio económico en adoptar una estrategia de simplicidad que ayude a diferenciar su producto. Dicho esto, establecer una sensación de simplicidad en el diseño requiere hacer que la complejidad se manifieste conscientemente de alguna forma explícita. Esta relación puede manifestarse en el mismo objeto o experiencia, o en contraste con otras ofertas de la misma categoría, como la sencillez del iPod en comparación con sus competidores más complejos del mercado de reproductores MP3.
Food for thought: ¿Cuán simple puede ser algo antes de que necesitemos la complejidad para apreciar realmente su simplicidad?
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Sexta Ley: Contexto
Hay algo en el modo en que nuestros ojos y nuestras manos trabajan conjuntamente. Imagínese en el torno de alfarero, esculpiendo cada detalle con intensa concentración. Todo lo que importa está en primer plano, al alcance de la mano y dentro de su campo de visión inmediato. Cuando se enciende el teléfono móvil o suena el timbre de la puerta, este estrechísimo círculo de control se interrumpe y el fondo pasa al primer plano. Afortunadamente, te das cuenta de que una olla está hirviendo o de que te has hecho un corte en la mano y te sangra.
Aunque las palabras "estrechez" y "concentración" significan esencialmente lo mismo, la primera tiene una connotación negativa, mientras que la segunda tiene una positiva. Un atleta que llega a las Olimpiadas, por ejemplo, no es "estrecho" sino centrado. Pero la concentración no siempre es algo bueno.
Lo que se encuentra en el periferia de la simplicidad también es importante.
Una vez mi maestro Nicholas Negroponte me aconsejó que me convirtiera en una bombilla en vez de en un rayo láser, a una edad y en un momento de mi carrera en que yo era todo concentración. Su argumento era que puedes iluminar un único punto con precisión láser, o bien utilizar la misma luz para iluminar todo lo que te rodea. La búsqueda de la excelencia suele conllevar el sacrificio de todo lo que queda en segundo plano en aras de la atención al primer plano, que es lo más importante. Me tomé el reto de Negroponte como un objetivo mayor: encontrar el significado de todo lo que me rodea, en lugar de sólo de aquello a lo que me enfrento directamente.
Food for thought: ¿Cuán enfocado puedes estar en un detalle sin perder la perspectiva del panorama general?
Septima Ley: Emoción
La sencillez puede considerarse fea. Por ejemplo, mi madre, que desprecia absolutamente todo lo que tenga un color neutro o una forma minimalista. Quiere flores de neón, ranas enjoyadas y otros elementos decorativos. Cuando se trata de estética, lo suyo es el "bling".
Desde un punto de vista racional, la sencillez tiene sentido desde el punto de vista económico. Los objetos sencillos son más fáciles y menos costosos de producir, y ese ahorro puede repercutir directamente en el consumidor con precios bajos. Como demuestra la línea extremadamente asequible de productos sencillos del minorista de muebles Ikea, la sencillez beneficia al comprador frugal. Sin embargo, hay gente, como mi madre, que diría que la sencillez no sólo es barata, sino que además parece barata. Todos los seres humanos tenemos un fuerte sentido de la expresión personal, y muchas de las decisiones que tomamos no se basan únicamente en la lógica.
Más emociones son mejores que menos.
La séptima ley no es para todos: siempre habrá modernistas acérrimos que rechacen cualquier objeto que no sea blanco o negro, o que tenga superficies transparentes o espejadas. A mi madre el iPod no le parece nada atractivo. Y aunque las generaciones mayores no son el mercado objetivo de Apple (al menos de momento), yo sigo siendo el hijo obediente que me educaron, así que la séptima ley me parece un componente necesario en la caja de herramientas de la simplicidad. Más emociones es mejor que menos. Cuando las emociones están por encima de todo lo demás, no tengas miedo de añadir más adornos o capas de significado.
Food for thought: ¿Cuán simple puede ser un diseño antes de que su sencillez se perciba como barata en lugar de eficiente y económica?
Octava Ley: Confianza
La forma más fácil de simplificar un sistema es eliminar funciones. El DVD actual, por ejemplo, tiene demasiados botones si lo único que quieres es reproducir una película. Una solución podría ser eliminar los botones de rebobinado, avance, expulsión, etc. hasta que sólo quede un botón: Reproducir.
En la simplicidad confiamos.
Food for thought: ¿Cuán simple puedes hacer la organización del desorden? versus ¿cuán compleja necesita ser para mantenerse efectiva a largo plazo?
Novena Ley: Falla
Siempre hay un ROF (Return On Failure) cuando intentas simplificar: aprender de los errores. Cuando se enfrenta a un fracaso, un buen artista, o cualquier otro miembro de la clase creativa, aprovecha el desafortunado acontecimiento para cambiar radicalmente de perspectiva. El experimento fallido de simplicidad de una persona puede ser el éxito de otra como una hermosa forma de complejidad. La simplicidad y la complejidad cambian con sutiles cambios de punto de vista.
Algunas veces, para alcanzar la simplicidad, debemos aceptar que no siempre se puede simplificar.
Concéntrate en la profunda belleza de una flor. Fíjese en las numerosas hebras finas y delicadas que emanan del centro y en las sublimes gradaciones de tonalidad que se producen incluso en la flor blanca más simple. La complejidad puede ser bella. Al mismo tiempo, la hermosa simplicidad de plantar una semilla y sólo añadir agua se encuentra incluso en el comienzo de la flor más compleja. Un código informático relativamente sencillo puede producir un arte visual sorprendentemente complejo. A la inversa, la compleja red de servidores y algoritmos de Google produce una experiencia de búsqueda sencilla. Considerar algo complejo o simple requiere un marco de referencia.
Food for thought: ¿Cuán simple o complejo debe ser un proceso para revelar su verdadera belleza y funcionalidad dentro de diferentes marcos de referencia?
Decima Ley: La única
Y para finalizar John Maeda nos deja una receta sencilla para aplicar este decalogo en tu día a día.
Identifica las Diez Leyes: Imagina que tienes un conjunto de diez reglas importantes, numeradas del 1 al 10.
Conserva Todas las Leyes: No elimines ninguna de estas leyes; mantenlas todas en consideración.
Enfócate en la Primera Ley: Aunque tengas diez, recuerda que la clave es la Ley Número 1. Es la más importante y a la que debes regresar cuando necesites claridad.
Regla de Oro en Casos de Duda: Si alguna vez te sientes perdido o indeciso sobre qué ley aplicar, la Décima Ley te guía a volver siempre a la Ley Número 1 para simplificar las cosas.
La simplicidad consiste en restar lo obvio y añadir lo significativo.
Sigue estos pasos para mantener las cosas claras y sencillas, priorizando siempre la primera ley como tu base y principio de aplicación universal.
Food for thought: Cuán fácil es restar siempre pero cuán complejo es añadir valor y significado.
Decalago para una vida sencilla, por John Maeda
Reduce: La forma más simple de alcanzar la simplicidad es a través de la reducción concienzuda.
Organiza: La organización hace que un sistema de muchas partes sea más simple de manejar.
Tiempo: Ahorrar tiempo hace que las cosas se sientan más simples.
Aprende: El conocimiento hace que todo sea más simple.
Diferencias: La simplicidad y la complejidad necesitan una a la otra; las diferencias dentro del contexto de la simplicidad añaden valor y significado.
Contexto: Lo que se encuentra en el periferia de la simplicidad también es importante.
Emoción: Más emociones son mejores que menos.
Confianza: En la simplicidad confiamos.
Falla: Algunas veces, para alcanzar la simplicidad, debemos aceptar que no siempre se puede simplificar.
La única: La simplicidad consiste en restar lo obvio y añadir lo significativo.
Espero que la edición de esta semana te ayude a simplificar tu día a día, encontrar y poner el foco en lo que realmente importa, es decir tú.
¡Nos vemos en la próxima edición de Innovation by Default, donde seguiremos explorando el cruce entre innovación, tecnología y la esencia humana detrás de ella!
Gracias por acompañarme una semana más, ¡te espero en la próxima edición Innovation by Default 💡!