En los 80, si no tenías una fábrica, eras un cualquiera.
Hoy, si la tienes, eres… el que hace el trabajo duro para otro.
Ya hablamos de estos modelos hace unas semanas en la biografía del fundador de TSMC.
La empresa más rentable del planeta no posee casi nada de lo que vende.
Ni los chips.
Ni los servidores.
Ni siquiera los empleados que te llevan el paquete a casa.
¿Entonces qué vende?
Coordinación, sentimientos y aspiración.
Esa es la mágica.
Apple, Amazon, Google… no son dueños del activo que produce el capital, sino del saber organizarlo.
Y mientras otros cargan con los costes, ellos escalan a una velocidad desorbitada.
Es lo que John Kay llama la corporación hueca.
La empresa que no necesita poseer activos físicos, porque su activo principal es la inteligencia colectiva que sabe orquestar.
Por eso si estás en tech o vendes B2B, tu valor no está en tenerlo todo, sino en conectar piezas mejor que nadie.
¿Tienes una consultora? Bien.
¿Una SaaS? Mejor.
¿Un Excel bien montado que hace de puente entre dos mundos? A veces, eso es oro puro.
Ya sabes, las empresas implementan SAP para luego gestionar y cocinar los números con un simple Excel. Una verdad incómoda pero cruda como la vida real.
Porque en esta nueva economía no gana el que lo fabrica, sino el que lo combina y controla la distribución y el acceso a los clientes.
Y aquí entra otro punto que ha ido evolucionando con el paso de los años: La división del trabajo no es solo para fábricas victorianas.
Hoy es lo que permite que alguien en Nairobi entrene un modelo de IA que otra persona en San Francisco empaqueta en una app que alguien en Madrid vende como solución corporativa y que un usuario final consume en su móvil en Chile.
Nadie sabe (puede) hacerlo todo.
Al menos hasta la llegada hace unos años de la GenAI, seguro que deberemos rescatar estos pensamientos en unos años, para ver si Sam Altman tenía razón.
Pero cuando sabes qué hay una parte del proceso que la haces tú mejor que nadie, el resto se puede montar como un LEGO.
Kipchoge rompió la barrera de las 2 horas en maratón (no te creas todo lo que lees, el diablo está en los detalles), aunque esta marca no se puede certificar como oficial.
No solo por correr bien. Eso ya lo hizo en otras maratones, JJ.OO. y pruebas donde aplastó a sus rivales con una superioridad increíble.
Él lo hizo, ayudándose del ingenio de los diseñadores del reto.
Para le cual tenía a un ejército de fisiólogos holandeses, marcas americanas y entrenadores kenianos detrás apoyando para que fuese posible.
Lo mismo pasa con los negocios.
Moraleja para la edición de hoy: El talento distribuido, si se organiza bien, te hace invencible.
Que nunca te falten ideas, ni ganas de probarlas.
A.
PD: ¿Quieres empezar a trabajar como una corporación hueca, sin cargar con todo el peso tú solo? Aquí van 3 ideas prácticas desde Amazon:
Organizador de escritorio: empieza por no tener el caos físico delante mientras gestionas el digital.
Kindle Paperwhite: para leer libros y tomar notas sin acumular más papel, pero con espacio para mil ideas.
PD2: Y si lo que quieres es montar tu propio “Airbus A350” de servicios… empieza por elegir bien a tus copilotos. Nadie despega solo.
PD3: ¿Este tipo de ideas te inspiran? El libro se llama The Corporation in the Twenty-First Century, de John Kay. No es una lectura rápida, pero es de las que te cambia el mapa mental.
Gracias por acompañarme en un nuevo Diario de Innovación, ¡y te espero mañana en Innovation by Default 💡!