Un país para imaginarlo
Diario de Innovación #250
Hay países que se construyen a golpe de guerra, y otros que se construyen a golpe de imaginación.
España ha probado ambas cosas.
Durante siglos volcamos nuestra energía en conquistar, controlar o resistir.
Pero el futuro no se conquista: se imagina.
Y cuando no se imagina, simplemente se pierde.
Hoy recupero un artículo escrito hace ya dos años, Spain. A Country for the Future. Que, sorprendentemente, sigue tan vigente como entonces. Quizá incluso más.
La tesis era sencilla: España no puede planificar su futuro como quien levanta una catedral, esperando a que todo encaje siguiendo un plan perfecto.
Necesita aprender a moverse como quien surfea: entender las mareas tecnológicas, culturales y demográficas… y decidir cuándo subirse a la ola que mejor nos viene.
Estos días, ver nacer la Asociación Española de Prospectiva confirma que aquella intuición no iba desencaminada.
Enhorabuena a l@s valientes futuristas que la han hecho realidad: un foro abierto, plural y crítico que España necesitaba, y necesita, para tomarse en serio el largo plazo.
A quienes hemos trabajado en primera línea de tecnología, innovación y prospectiva nos persigue la misma pregunta desde hace años: ¿por qué un país con tanto talento ha tenido siempre una relación tan complicada con el futuro?
No hay ninguna ley física que lo impida.
Solo visión, estrategia y ejecución.
Quizá ha llegado el momento.
Lo que une y forja un país
Desde 1978, España duplicó su renta per cápita, se integró en Europa y modernizó su economía.
Pero sigue atrapada en un problema invisible: la productividad.
El motor que mueve la prosperidad apenas avanza.
No es una cuestión de horas trabajadas, sino de imaginación colectiva.
El paper lo resume con una metáfora brillante:
“Mientras la ciencia es una flor, la innovación es una mala hierba.”
España ha intentado cultivar flores, pero teme las malas hierbas.
La burocracia, la aversión al riesgo, el “ya lo intentamos” son herbicidas culturales que impiden que crezca algo nuevo.
Y sin malas hierbas no hay revolución industrial, ni digital, ni verde.
Pero hay algo más profundo que la economía: la cultura del “nosotros.”
Un país no progresa porque tenga más startups o fondos europeos, sino porque comparte una visión de futuro.
Porque siente que hay algo que merece ser construido juntos.
Y ahí está nuestro gran reto: ¿sabemos todavía qué queremos construir como país?
Lo común como energía
El texto recuerda una frase de Daniel Bell: “Las culturas son los motores invisibles de la historia.”
España, según los autores del paper, es heredera de una cultura de exploradores. No miraba al cielo, como los europeos que soñaban con las estrellas, sino al horizonte.
No medía el tiempo, sino la distancia.
Eso explica por qué seguimos valorando más el terreno conquistado que la idea concebida.
Más la acción que la invención.
Más el “qué hacemos” que el “por qué lo hacemos.”
Pero ese ADN también tiene una virtud: cuando algo nos une aunque sea una causa lejana o improbable, nos movemos.
De hecho, cada vez que España ha progresado lo ha hecho cuando ha apostado por un futuro común.
Durante la Transición, por ejemplo, hubo un Instituto Nacional de Prospectiva que estudiaba el porvenir de forma multidisciplinar. Ciencia, defensa, tecnología, economía…
Era la España que quería imaginar su futuro, no solo sobrevivirlo.
La estrategia de Isabel y Colón
El paper introduce una metáfora fascinante: el dilema de Isabel la Católica.
En 1492, Isabel apostó por la exploración terrestre mientras otros miraban al cielo, calculaban órbitas y soñaban con relojes astronómicos.
España eligió conquistar el mundo visible, no el invisible.
Y ese tipo de decisiones, dice Jariego, marcan siglos.
Hoy, el dilema es parecido.
Podemos seguir el “camino correcto del progreso” basado en sostenibilidad, digitalización, emprendimiento, o atrevernos a mirar más allá: biología sintética, inteligencia artificial general, democracia colectiva basada en inteligencia distribuida.
Ambos caminos pueden funcionar.
Pero solo uno redefine lo que entendemos por país.
Lo que hace que un país perdure
No son los planes quinquenales ni las leyes de presupuestos.
Es la imaginación compartida.
El paper propone algo que debería estar en la agenda nacional: crear un Instituto del Futuro de España, independiente del gobierno, dedicado a explorar, anticipar y preparar escenarios de futuro.
Una especie de vigía colectivo que suba al mástil del barco cada día, no cada década.
No se trata de adivinar el futuro, sino de aprender a navegarlo.
Y eso, más que una técnica, es una cultura.
España como red de mentes, no como bandera
Quizá el reto no sea ser una “nación emprendedora”, sino una nación imaginadora.
Donde los ciudadanos sean agentes del futuro, no sólo votantes del presente.
Donde lo común no sea una bandera, sino una conversación.
Y donde la productividad se mide también en ideas compartidas, no solo en PIB.
El verdadero progreso de un país no está en cuánto produce, sino en qué es capaz de imaginar juntos sin romperse por dentro.
Food for thought
Tal vez el futuro de España no dependa de una estrategia, sino de una emoción: la de sentir que todavía hay un “nosotros” capaz de imaginar algo más grande que nuestras diferencias.
⚡️ Pulso Digital
La infraestructura inteligente se convierte en piedra angular de la era IA
💓 Latido del día
Microsoft acaba de nombrar a Rolf Harms como asesor para “economía de la IA” en un intento de redefinir su negocio en el nuevo ciclo tecnológico. Este movimiento no es anecdótico: marca el paso de “IA como funcionalidad” a “IA como eje estratégico”. Hace años las empresas ajustaban procesos; ahora están obligadas a replantear modelos de negocio y estructuras de decisión.
¿Por qué importa? Porque reducir los costes de inferencia, optimizar datos y desplegar IA a escala no es suficiente si no se redefinen los flujos internos, la gobernanza de datos y la arquitectura organizativa. Lo que podría venir es una fase donde los ganadores no serán solo quienes tengan los mejores modelos, sino quienes tengan el mejor diseño para operarlos, gobernarlos y escalarlos. En ese escenario, el coste de ignorar el “cómo” y el “por qué” será muy elevado.
🌍 El eco del mercado
Nvidia supera expectativas gracias a demanda de chips de IA. La infraestructura de hardware dominante sigue amparando la expansión de la IA y desactiva parcialmente el argumento de una “burbuja” tecnológica. Ingresos +62 % hasta 57.000 M$ en el trimestre y beneficios disparados: cada vez que Nvidia publica resultados, se retrasa el obituario de la burbuja de IA. Es el clásico bucle de retroalimentación: números espectaculares → objetivos más altos → más presión para justificar expectativas casi imposibles.
Europa exige que el incremento del gasto en defensa financie tecnologías disruptivas como la IA y la computación cuántica. El giro regulatorio y estratégico continental está reconociendo la IA como infraestructura de soberanía, no solo mercado.
El orbe totalizador de Altman. En Tools for Humanity, el CEO pide a la gente que no se preocupe “por nada fuera del trabajo”. Vieja cultura del hustle en versión orb: si tu identidad entera es la empresa, es más fácil pedir sacrificios extremos en nombre de “cambiar el mundo”.
Yann LeCun se baja del barco de Meta. Uno de los “padrinos” de la IA deja Meta tras 12 años para lanzar su propia startup, en desacuerdo con la obsesión por los LLMs gigantes. Cuando los arquitectos del sistema se salen de la autopista, es señal de que la siguiente ola de modelos podría parecerse poco a la actual.
La otra cara del boom: menos trabajo tech “normal”. Nuevos datos de Indeed muestran un desplome en ofertas para roles técnicos, sobre todo analítica de datos. La IA no solo crea puestos nuevos: está adelgazando el “middle class” digital, donde estaban muchos trabajos de entrada y de consolidación de carrera.
Supercomputación nacional + Big Tech: matrimonio de conveniencia. Los laboratorios nacionales de EE. UU. aceleran acuerdos con gigantes tecnológicos para combinar superordenadores clásicos con modelos de IA. El cómputo pasa a una liga mayor: de gasto IT a infraestructura estratégica, al nivel de energía o defensa.
La fiebre de los data centers también tiene apellido político. Una investigación del NYT detalla cómo familiares de responsables públicos participan en proyectos de centros de datos ligados al boom de la IA. Cuando la nueva “infraestructura crítica” se cruza con conflictos de interés, el riesgo no es solo regulatorio, es de legitimidad.
China: IA como “nueva fuerza productiva”. De Baidu a Tencent, los gigantes chinos empiezan a recoger retornos de sus apuestas en IA mientras Pekín vende la narrativa de que será el motor de la próxima productividad nacional. La batalla ya no es solo por quién tiene el mejor modelo, sino por quién captura el excedente económico.
🌱 Latido incipiente
Hoy quiero destacar un experimento inquietante y prometedor a partes iguales: Multiverse Computing, ha logrado comprimir DeepSeek R1 un 55 % y, en el proceso, eliminar buena parte de la censura política integrada en el modelo original chino. Lo han hecho usando técnicas inspiradas en física cuántica, tensor networks capaces de mapear correlaciones internas. Estas técnicas no solo permiten reducir un modelo, sino intervenir quirúrgicamente en lo que sabe y en cómo responde.
La potencia de la técnica abre una nueva frontera: editar modelos ajenos de forma granular. No solo para eliminar sesgos impuestos, sino para añadir comportamientos o retirar conocimientos específicos. La industria habla de eficiencia, quantization y destilación. Pero lo que asoma aquí es distinto: un campo emergente donde la compresión se convierte en poder. Poder para democratizar modelos gigantes… y poder para reescribirlos. Una señal débil, sí, pero con el potencial de reconfigurar quién controla realmente la inteligencia que usamos.
💭 Pulso Final
Decir que “integramos IA” ya es un cliché. ¿La sustancia? La inteligencia artificial no es una función que se añade: es una capa arquitectónica que remodelará cada flujo, cada decisión, cada producto. Las compañías que la traten como adorno desaparecerán; las que la consideren base estructural liderarán.
Y eso es todo por hoy. Si algo de lo que has leído te ha removido, dímelo.
Ya sabes que estoy al otro lado si quieres comentar, discrepar o simplemente saludar.
Que nunca te falten ideas, ni ganas de probarlas.
A.
PD1. Si te interesa profundizar en estas ideas, el paper original Spain. A Country for the Future de Francisco Jariego e Isabel Peñuelas es una lectura imprescindible.
PD2. Para seguir tirando del hilo te recomiendo La Ingobernable, un pódcast sobre Marca España. Un espejo muy útil para pensar en el futuro de nuestro país.
PD3. Para entender cómo la cultura moldea la innovación, te recomiendo The WEIRDest People in the World de Joseph Henrich.


