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Al habla Álex Fuenmayor (@adefuros), es un verdadero placer volver a estar contigo en esta nueva edición de mi aventura personal de aprendizaje y autodescubrimiento.
Si al igual que yo creciste en los vibrantes y a veces inciertos años 80, un tiempo donde la realidad todavía se tocaba con las manos, y la música, los juegos y la comunicación tenían un peso tangible. Las cintas de casete, los vinilos y los primeros videojuegos marcaban el ritmo de nuestros días. Éramos los últimos guardianes de un mundo analógico, testigos de la magia de grabar una canción directamente de la radio, esperando con el aliento contenido para no grabar también los anuncios y cortando y pegando cintas de cromo para ajustar la duración del disco que estabas copiando a la longitud de la cinta virgen comprada en el decomisos.
Pero justo en la cúspide de nuestro crecimiento, la revolución digital empezó a tomar forma, como si las máquinas de silicio despertaran de un largo sueño. De repente, el mundo comenzó a cambiar a un ritmo que ninguno de nosotros podría haber anticipado. La llegada del ordenador personal, seguido por el internet, transformó no solo cómo interactuamos entre nosotros sino cómo concebimos la realidad misma.
Pero por aquel entonces, algunos hombres todavía libres, podían ver la realidad que se cernía sobre sus cabezas y peor aún las de sus descendientes.
Estos días, después de tener frente a mí la posibilidad de volver a ver en directo a mis DOS grupos favoritos de toda la historia, aquellos que forjaron mi universo musical, mi personalidad, mis amigos para siempre, no paro de pensar en cuánto ha cambiado el mundo que vivimos.
La canción "Who Made Who" de AC/DC, es una evidencia de cómo unos visionarios de la lejana Australia, fueron capaces de anticipar la revolución que íbamos a vivir. Aunque enraizada en la cultura pop de finales del siglo XX, parece hacer eco de esta transición y pregunta retóricamente sobre la relación entre el creador y la creación.
¿Quién hizo a quién?, se convierte en un mantra que resuena no solo con la fascinación por la tecnología sino también con una cautela inherente sobre nuestro futuro. Nos vimos atrapados entre dos mundos: el tangible e intangible, lo analógico y lo digital, siendo pioneros en un territorio desconocido donde las reglas aún se estaban escribiendo. Y hoy todavía, después de más de varias décadas, seguimos sin tener claras.
Mirando hacia atrás a visionarios que, incluso antes del fin del siglo XX, ya anticipaban un cambio radical gracias a la computación y la inteligencia artificial, es imposible no sentir una mezcla de asombro y aprensión. ¿Cómo influirían estas máquinas de silicio en nuestra sociedad, en nuestra humanidad? ¿Quién realmente controla a quién en este nuevo orden mundial donde la información es el bien más preciado?
Yo crecí en ese un punto de inflexión histórico, balanceándonos precariamente entre el legado de un mundo que se desvanecía y el nacimiento de otro completamente nuevo.
Y ahora, como adulto en una era dominada por pantallas y datos, me enfrento al desafío de recordar y transmitir las lecciones de ese mundo analógico, a las generaciones venideras. Mi pregunta no se queda solo en ese, ¿Quién hizo a quién?, sino también, ¿qué mundo nos espera tras estas tecnologías que han crecido más allá de nuestra imaginación?
Hoy, nos sumergimos en las páginas de ¿Adónde nos llevará el hombre?, traducción libre de un servidor ya que el libro creo que no está disponible en castellano. Un fascinante libro de Atul Jalan que desentraña cómo la tecnología está redefiniendo la esencia misma de la humanidad. Tema del que también hemos hablado ya con anterioridad en esta newsletter.
El libro nos lleva en un viaje desde la inteligencia artificial hasta la nanotecnología, pasando por la edición genética, nos adentramos en un futuro donde las líneas entre lo biológico y lo tecnológico se difuminan. Y ante estas puertas que se abren ante nosotros, la pregunta es inevitable.
¿Estamos al borde de una nueva era de la humanidad, donde la inmortalidad digital y las máquinas conscientes son posibles, o nos enfrentamos a nuestra propia obsolescencia?
Acompáñanos mientras exploramos estas ideas revolucionarias y las preguntas éticas y sociales que surgen en el horizonte de esta audaz historia del hombre que la tecnología está creando.
Así que, sin más preámbulos, sumérgete conmigo en los aprendizajes que esta semana nos ofrece Atul Jalan a través de su libro Where Will Man Take Us?: The bold story of the man technology is creating.
Y con esta introducción, queda inaugurada una nueva edición de Innovation by Default💡. ¡Comencemos!
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Aprendiendo con Atul Jalan
Nos encontramos en el umbral de una era definida por el asombroso avance de nuestra tecnología. Durante años, hemos sido testigos del constante zumbido de la promesa tecnológica; ahora, la inteligencia artificial amenaza con espejar la profundidad de la inteligencia humana, planteando preguntas que van más allá de la ficción científica y se adentran en el ámbito de lo posible. La nanotecnología, en su enigmática pequeñez, ofrece un dominio sin precedentes sobre el funcionamiento más íntimo de nuestros cuerpos, mientras que la edición genética nos sitúa al borde de redefinir el curso mismo de nuestra evolución, desafiando los caprichos de la selección natural con la precisión de la intervención humana. Paralelamente, la emergente computación cuántica, junto al análisis de vastos océanos de datos, nos acerca a descifrar misterios que han eludido a la humanidad durante milenios, desde las señales de vida en los confines más lejanos del universo hasta los intrincados misterios del cerebro humano.
"¿Dónde nos llevará el hombre?" se adentra en este panorama en constante evolución, una exploración oportuna de cómo la tecnología está forjando una nueva fase de existencia para la humanidad. Este libro no solo captura el impulso imparable de nuestro progreso tecnológico; también reflexiona profundamente sobre las complejas cuestiones sociales, morales y económicas que este avance implica. En sus páginas, se debate entre dos destinos posibles que la tecnología podría depararnos: la inmortalidad, con sus promesas de vida extendida y conocimiento sin límites, o la extinción, un final abrupto traído por la misma mano que nos elevó a alturas sin precedentes. La pregunta central que impulsa esta obra no es solo cómo la tecnología cambiará el mundo, sino cómo nosotros, como humanos, elegiremos navegar este nuevo mar de posibilidades.
Aprendizaje 1: Las máquinas que pensaban
En 1997, Deep Blue de IBM marcó un hito al vencer a Gary Kasparov en ajedrez, demostrando el potencial de la inteligencia artificial (IA) en juegos de reglas claras y finitas. Aunque la IA ha sobresalido en tareas específicas, replicar la amplia gama de inteligencia humana, como la intuición y creatividad, ha sido más desafiante. Sin embargo, el avance de AlphaGo de DeepMind, venciendo a Lee Sedol en el complejo juego de Go, señala un cambio significativo. AlphaGo fue entrenado mediante aprendizaje por refuerzo, analizando millones de jugadas humanas y mejorando a través de la experiencia, lo que evidencia que las máquinas están comenzando a desarrollar formas de aprendizaje y toma de decisiones que se asemejan más estrechamente a las capacidades humanas. Este progreso sugiere una aceleración en la evolución de la IA, hacia una mayor humanización y capacidad para aprender de manera autónoma.
Aprendizaje 2: Nanotecnología algo realmente grande
La nanotecnología, operando a una escala increíblemente pequeña de átomos y moléculas, promete revolucionar nuestra salud y nuestra vida cotidiana. A este nivel microscópico, los materiales exhiben propiedades únicas que los hacen más fuertes y livianos, como los nanotubos de carbono, capaces de generar materiales extremadamente resistentes que podrían utilizarse en chalecos antibalas ultrafinos. Más allá de sus aplicaciones en materiales, la nanotecnología tiene el potencial de transformar la medicina con el desarrollo de nanorobots. Estos nanorobots podrían patrullar nuestro sistema circulatorio, atacando virus, bacterias y entregando tratamientos directamente a las células afectadas, como en el caso de terapias anticancerígenas. También podrían monitorear y ajustar los niveles de nutrientes en pacientes con enfermedades crónicas, como la diabetes. Esta tecnología nos acerca a lo que alguna vez fue considerado el dominio de los dioses: la posibilidad de controlar nuestra propia salud a un nivel fundamental, mezclando la promesa de la inmortalidad con las capacidades casi divinas de manipulación de nuestra biología.
Aprendizaje 3: El ADN y el fin de la fé
En 1962, el descubrimiento de la estructura de doble hélice del ADN por James Watson y Francis Crick en la Universidad de Cambridge marcó un hito, revelando el código biológico que determina desde el color de nuestra piel hasta nuestra predisposición a enfermedades hereditarias. Este avance nos permite no solo leer y analizar nuestro ADN, sino también manipularlo, ofreciendo análisis genéticos que pueden revelar desde el porcentaje de neandertal en nosotros hasta riesgos de enfermedades como el Alzheimer. La historia de Angelina Jolie, quien tomó una decisión preventiva contra el cáncer basada en un análisis genético, ejemplifica la seriedad con la que ahora podemos abordar nuestra predisposición genética a enfermedades.
La tecnología CRISPR, descubierta por científicos de la empresa láctea Danisco, ha revolucionado aún más nuestro enfoque hacia la genética, permitiéndonos editar específicamente partes de nuestro ADN para prevenir enfermedades genéticas como la fibrosis quística. Este potencial para la "selección humana" nos coloca en un nuevo paradigma de evolución, desencadenando profundas cuestiones éticas sobre las implicaciones de manipular nuestra propia biología en niveles antes inimaginables. La capacidad de alterar nuestro código genético no solo plantea la posibilidad de erradicar enfermedades, sino también de enfrentarnos a dilemas morales sobre los límites de esta tecnología.
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Aprendizaje 4: Dueños de nuestros datos
Nuestras vidas digitales están fragmentadas a través de innumerables plataformas, desde lo que vemos y compramos hasta nuestras opiniones y relaciones, creando avatares digitales incompletos de nosotros mismos. Esta fragmentación beneficia a empresas como Facebook, que monetizan nuestros datos incompletos para vender publicidad, a menudo de manera ineficaz y molesta. El autor propone una solución: el Modelo Yo, un perfil digital unificado que centraliza toda la información personal, desde hábitos de consumo hasta datos de salud, en un solo lugar. Este modelo ofrece control total sobre nuestros datos y la posibilidad de monetizar nuestra información personal directamente, desafiando el modelo actual de explotación de datos por empresas privadas. En esencia, nos invita a reclamar la propiedad y el control de nuestra identidad digital en la creciente economía basada en datos.
Aprendizaje 5: La verdadera revolución digital
Vivimos en la cúspide de una nueva revolución, comparable en impacto a la Revolución Industrial, pero centrada en la digitalización y la inteligencia artificial. Esta era promete transformaciones profundas en cómo y si trabajamos, con previsiones como la de Kevin Kelly indicando que el 65% de los empleos actuales podrían desaparecer en los próximos diez a quince años debido a la automatización. Aunque la tecnología históricamente ha creado nuevos empleos incluso mientras destruía otros, la disrupción actual plantea desafíos únicos en cuanto a la distribución equitativa de la riqueza y el empleo. La comparación entre Instagram y Kodak ilustra un cambio hacia empresas que generan enormes valores con muchos menos empleados, lo que podría resultar en un aumento de la brecha entre una élite muy rica y una clase media menguante. Para abordar estos desafíos emergentes, se sugieren soluciones innovadoras como la renta básica universal, lo que subraya la necesidad de políticas gubernamentales adaptativas para asegurar que los beneficios de esta revolución tecnológica sean compartidos por todos.
Aprendizaje 6: IA, ética e intereses partidistas
El incidente de marzo de 2018, donde un vehículo autónomo de Uber atropelló y mató a una peatona, resalta la urgente necesidad de abordar tanto las responsabilidades legales como las consideraciones éticas en la integración de máquinas inteligentes en la sociedad. Este evento desencadenó interrogantes sobre la culpabilidad en accidentes involucrando vehículos autónomos, ya sea del propietario, el fabricante, o el desarrollador del software. Además, destaca preocupaciones prácticas sobre la seguridad de estas tecnologías, ejemplificadas por la capacidad de hackear y manipular robots, como el caso de Alpha 2 por IOActive.
En el ámbito ético, surge la cuestión de si es posible y cómo codificar la moralidad en las máquinas, inspirándose en las tres leyes de la robótica de Isaac Asimov. Sin embargo, estas leyes no solucionan todos los dilemas morales potenciales que los vehículos autónomos y otras máquinas inteligentes podrían enfrentar, como decidir entre la seguridad del peatón o la del pasajero. Estos complejos escenarios plantean desafíos éticos significativos para los desarrolladores y usuarios de tecnologías autónomas.
Mientras trabajamos en resolver estas cuestiones, se sugiere mantener una interacción positiva con las máquinas, lo que podría ser beneficioso a largo plazo. Este análisis subraya la importancia de una deliberación profunda sobre el impacto y las implicaciones de nuestras revoluciones tecnológicas en la sociedad.
Aprendizaje 7: Elon, E.T., mi casa.
Con siete sextillones de estrellas en el universo, es estadísticamente probable que exista vida inteligente más allá de la Tierra. Sin embargo, el misterio de por qué aún no hemos encontrado evidencia de tal vida genera diversas teorías. La hipótesis del Zoo, propuesta por John A. Ball, sugiere que civilizaciones extraterrestres avanzadas nos observan sin interferir, similar a cómo los humanos observan la vida silvestre en un zoológico. Otra posibilidad, señalada por Edward Snowden, es que no podamos reconocer las señales de comunicaciones extraterrestres debido a su cifrado avanzado.
Los avances en ciencia y tecnología, especialmente proyectos como Breakthrough Listen, están acercándonos a descubrir posibles señales de vida inteligente en el universo. Este proyecto ha detectado ráfagas de radio que sugieren la existencia de fuentes que podrían ser tecnológicamente avanzadas, posiblemente indicando vida extraterrestre que existió hace miles de millones de años. Este vasto lapso de tiempo sugiere que, incluso si encontramos vida extraterrestre, podría ser tan diferente de la vida como la conocemos que nos resultaría irreconocible. La posibilidad de que estas formas de vida hayan fusionado su biología con la tecnología plantea preguntas fascinantes sobre nuestro propio futuro evolutivo y tecnológico.
Aprendizaje 8: La singularidad, realidad o ficción.
Ray Kurzweil, un destacado futurista y experto en inteligencia artificial, consume diariamente una gran cantidad de vitaminas y minerales porque cree firmemente que alcanzaremos la inmortalidad a mediados de este siglo gracias a avances en la inteligencia artificial y la tecnología. Kurzweil predice la llegada de la singularidad para el año 2045, un punto de inflexión donde la inteligencia artificial superará significativamente la inteligencia humana, iniciando un ciclo de auto-mejora acelerada. Aunque esta era de superinteligencia podría plantear riesgos existenciales, como la posible extinción humana por errores en la IA, también abre la posibilidad de inmortalidad digital. Esta teoría sugiere que podríamos digitalizar nuestra conciencia y almacenarla en la nube, trascendiendo los límites físicos de nuestros cuerpos. Stephen Hawking y otros transhumanistas ven el cerebro como un ordenador que, eventualmente, podríamos copiar o emular en plataformas digitales. Si bien todavía enfrentamos desafíos significativos para comprender completamente la transición de la materia cerebral a la mente consciente, los rápidos avances en tecnología indican que vivir como una conciencia digital podría ser factible. La singularidad no solo transformaría nuestra existencia sino que también podría marcar el comienzo de una nueva especie superinteligente, diferenciándonos de nuestros ancestros del mismo modo que los Homo sapiens se diferencian de los neandertales.
Food for thought
Y así, amigos míos, llegamos al final de otro episodio donde hemos navegado por las aguas profundas y a veces turbulentas de "¿Adónde nos llevará el hombre?" de Atul Jalan. Antes de despedirnos, quiero compartir con vosotros algunas reflexiones clave que hemos explorado hoy:
La convergencia entre humanos y tecnología: Estamos al borde de una era que podría ver nuestra existencia física y tecnológica fusionándose, abriendo las puertas a un futuro inimaginable.
El avance de la inteligencia artificial: Hemos visto cómo la IA está empezando a imitar la intuición y la creatividad humanas, lo que nos acerca a una era de máquinas con inteligencia similar a la humana.
El impacto de la nanotecnología: La promesa de nanorobots patrullando nuestros cuerpos para mantenernos saludables es solo un ejemplo de cómo la nanotecnología podría cambiar nuestras vidas.
Las posibilidades de la edición genética: Con tecnologías como CRISPR, estamos en el umbral de poder reescribir nuestro código genético, lo que plantea preguntas profundas sobre nuestro futuro evolutivo.
La propiedad y monetización de nuestros datos: Imaginemos un futuro donde cada uno de nosotros pueda controlar y beneficiarse económicamente de nuestros datos personales, desafiando el status quo.
Los retos económicos y sociales de nuestro tiempo: La digitalización y la IA están redefiniendo el concepto de trabajo y riqueza, lo que podría requerir una reinvención de nuestras políticas sociales.
La ética de la inteligencia artificial: La urgencia de establecer directrices éticas claras para la IA es fundamental para garantizar que su desarrollo beneficie a toda la humanidad.
La exploración de vida en el universo: Los avances tecnológicos nos están acercando a resolver el misterio de si estamos solos en el cosmos.
La singularidad y la posibilidad de inmortalidad digital: Estamos acercándonos a un punto de inflexión donde la IA podría superar la inteligencia humana, abriendo la puerta a la inmortalidad digital.
Reflexionando sobre estos temas, os invito a mantener la mente abierta y crítica ante el avance tecnológico. Hasta nuestro próximo encuentro, os animo a soñar, explorar y cuestionar el mundo a nuestro alrededor.
¡Gracias por acompañarme hoy, y espero veros en la próximo edición de la newsletter!