Hace unos años, Bill Clinton dijo que intentar censurar internet en China era como clavar gelatina a la pared.
Spoiler: clavaron la gelatina.
Durante décadas pensamos que más tecnología era igual a más democracia. Que internet liberaría a los pueblos oprimidos, derrumbaría muros y daría voz a los sin voz. Pero algo salió mal.
Todos sabemos también que el problema no es la herramienta, sino el uso que la quieras dar.
Internet hizo que la información creciera de forma exponencial, pero no solo fue el tamaño, la velocidad de la información nos arrolló.
Las redes sociales nos dividieron en trincheras ideológicas. Los autócratas aprendieron a usar los mismos algoritmos que diseñamos para compartir fotos de gatos.
Y mientras tanto, los periódicos se fueron a pique. El dinero se fue a Google, Facebook… y la conversación pública se hundió en el lodo de los comentarios sin moderar.
Pero ahora llega la inteligencia artificial. Y aunque no tengo una bola de cristal (ni ChatGPT la tiene), hay señales interesantes.
💡 Algunos estudios dicen que la IA beneficia más a quienes menos ganan, no al revés.
💡 Puede ayudarnos a filtrar el ruido, detectar bulos, rescatar el discurso razonado.
💡 Y paradójicamente, es tan difícil de controlar, que incluso a los regímenes autoritarios les da miedo soltarla del todo.
¿Estamos a las puertas de una nueva era digital que empodere a las democracias en vez de debilitarlas?
Puede que sí. Puede que no.
Pero es la primera vez en mucho tiempo que hay motivos para el optimismo.
Y eso, en un mundo donde parece que todo va cuesta abajo, no es poca cosa.
Que nunca te falten ideas, ni ganas de probarlas.
A.
PD: Si alguna vez dudaste de cómo una tecnología puede cambiar el equilibrio del poder, te recomiendo leer Privacidad es poder de Carissa Véliz o La era del capitalismo de la vigilancia de Shoshana Zuboff. Y si prefieres historias de cómo lo hicimos mal antes, The Master Switch de Tim Wu es una joya.
PD2: Hoy no hay frase inspiradora. Solo una pregunta: ¿qué IA estás entrenando tú… la de la esperanza o la del miedo?
Gracias por acompañarme en un nuevo Diario de Innovación, ¡y te espero mañana en Innovation by Default 💡!