¿Y si lo más revolucionario que puedes hacer con tu carrera tech no es lanzar un producto… sino un sindicato?
En la terraza de un bar de Oakland, Xiaowei Wang —tecnóloga, escritora y organizadora— compartía una idea incómoda: la muerte no necesita una app.
No todo problema humano se resuelve con un algoritmo.
Y sin embargo, parece que Silicon Valley insiste, una y otra vez en esta misma aproximación. (Hablaba sobre esta misma aproximación hace unos días en la edición del sábado: Innovar sin disfrazarse de Silicon Valley.)
En vez de intentar arreglar el dolor con código, Wang se está formando como doula del final de la vida y trabajando en un hospicio.
¿Su tesis? Que la tecnología, si quiere ser transformadora de verdad, debe volver a mirar a las personas. A sus ciclos. A su fragilidad.
De esa convicción nació Collective Action School, una iniciativa para trabajadores del sector de la tecnología que quieren cambiar las reglas del juego desde dentro.
En lugar de crear el próximo unicornio, buscan crear comunidad. En vez de perseguir equity en startups, buscan equidad en las estructuras. Es una escuela sin campus, sin VC, sin pitch decks. Pero con un propósito potente: formar tecnólogos que cuestionen el poder y construyan un futuro más justo para todos.
Los alumnos no estudian JavaScript. Estudian historia del sindicalismo y economía política de la innovación. Diseñan proyectos como zines para reflexionar y compartir conocimientos sobre temas tecnológicos, como son: la censura, los algoritmos, el trabajo invisible de los moderadores o las políticas de las plataformas digitales. Una app para rescatar la historia negra de Pittsburgh con realidad aumentada, o plataformas para viviendas asequibles en San Francisco.
¿Y lo más radical? Todo lo hacen juntos, en equipo, como una cooperativa de ideas. No hay founders carismáticos, ni jefes visionarios. Solo un grupo de personas que se compromete a aprender unas de otras, a tener conversaciones difíciles, a imaginar lo que podría ser si la tecnología estuviera al servicio de la comunidad y no del capital.
Xiaowei Wang dice que somos como gente mirando el cielo a través de una pajita. Limitados por nuestras percepciones, por el marco en el que crecimos, por las narrativas que no cuestionamos. Y por eso, su trabajo no es solo técnico. Es cultural. Espiritual. Político.
No, no se trata de crear una utopía. Se trata de abrir espacios donde algo distinto sea posible. Aunque sea pequeño. Aunque esté fuera del radar. Aunque no lo entiendan en LinkedIn.
La tecnología no necesita más crecimiento exponencial. Necesita más humanidad radical.
Que nunca te falten ideas, ni ganas de probarlas.
A.
PD 1 – Si crees que la tecnología tiene que cambiar, empieza aquí: Collective Action School es mucho más que un curso, es una comunidad.
PD 2 - Si quieres leer el artículo original que ha inspirado esta edición, lo tienes aquí.
PD 3 – ¿Qué cambiarías tú en el mundo tech si no tuvieras miedo? Respóndeme este mail, me encantaría conocer tu opinión.
Gracias por acompañarme en un nuevo Diario de Innovación, ¡y te espero mañana en Innovation by Default 💡!